Por: Daniel Muñoz
Muchos crímenes les tocó vivir, pero la muerte de los pequeños hermanos Mata Javalera fue sin duda el que marcó la vida de policías que participaron en la investigación de filicidio el cual aún los llena de indignación y aseguran que la cadena perpetua, no es suficiente castigo para el asesino.
Pasaron ya quince años de aquella trágica noche y el oficial Ramón González no ha podido sacar de su mente la escena que observó al acudir al lote baldío en la Colonia Borja la madrugada del 17 de julio del año 2006.
La radio operadora de Seguridad Pública recibió una llamada en donde una persona con voz firme reportaba un crimen, pero lo que escuchó, era algo que no podían creer; “necesito que vengan a la curva, acabo de matar a mis hijos” fue lo que Carlos Roberto Mata Ramos reportaba.
Ramón González quien en ese momento se desempeñaba como comandante de la policía en el municipio de Frontera, no quiso creer lo que le estaban informado, considerándolo como una simple broma.
No le creímos, pues pareciera imposible que alguien se atreviera a matar a sus hijos y después reportara el crimen, pero como insistía, fuimos al lugar para revisar, mencionó Ramón González.
En un teléfono público encontraron a Carlos Roberto Mata, quien hizo señas con su mano para detener la patrulla y al encontrarse frente al Comandante González, lo primero que le dijo fue “maté a mis hijos, están allí” señalando con su mano al lote baldío en donde había cometido el crimen.
Aun se mostraban incrédulos y junto a Mata Ramos se acercaron hasta el sitio en donde se encontraban los pequeños América Jaqueline y su hermano Roberto Badin, quienes estaban recostados.
Parecía que estaban dormidos, pero al alumbrar con la lámpara vi que la niña estaba manchada con sangre y me acuerdo que lo único que le dije fue “qué hiciste pendejo” y después agarré el radio y pedí que me mandaran una ambulancia, pero cuando llegaron, nos dijeron que los niños ya estaban muertos.
Mientras esperaban la llegada de la entonces Policía Ministerial, Carlos Roberto Mata Ramos fue esposado en la caja de una patrulla y comenzó el interrogatorio y escucharon sorprendidos lo todo lo que decía.
Los llevé al circo que esta por Soriana, pero cuando se acabó, no quería llevarlos y caminamos mucho rato, mi niño ya se había dormido y lo tenía cargado, pero cuando mi niña me dijo que ya tenía sueño, la llevé al baldío y acosté al niño y a la niña, agarré una almohadita y ahogue a “mijo” y después agarré el cuchillo y se lo enterré a la niña, ella me dijo “papi, me duele mucho” y fue cuando le dije, “duérmete mija, te prometo que me voy a entregar” y cuando ya no se movió, me fui al teléfono y les llamé. Mencionó Carlos Roberto al comandante Ramón González, quien no sabía describir lo que sintió al escucharlo hablar.
La verdad quería darle un madrazo, pero yo digo que fue la sorpresa de lo que había visto y escuchado lo que me dejó helado, ya después llegó la ministerial y se los entregué, ellos lo subieron a su patrulla y se lo llevaron, señaló el oficial.
Después de que se llevaron a los niños, me subí a la patrulla y me fui a la comandancia; allí me quedé buen rato hasta que nos dieron salida, pero llegue a la casa y no pude dormir pensando en lo que vi y en lo que me dijo. Finalizó
Mientras tanto, Carlos Roberto Mata Ramos se encontraba en las celdas de la entonces Policía Ministerial, en donde los agentes lo interrogaban para después, presentarlo a los medios de comunicación.
La fría mirada y una serenidad que sorprendía a todo aquel que lo tenía en frente, mostraba Mata Ramos quien aparentaba no estar arrepentido por el crimen que había cometido.
Julián Carmona, quien en ese entonces se desempeñaba como Supervisor de la Policía Ministerial, señaló en ese momento que dicho crimen fue el peor que había vivido, el cual al paso de los años seguirá en su memoria.