
Por Juan José Rodríguez Prats
Cuatro canciones
Toda mi vida he hecho política. Si eso es bueno o malo, lo dejo a su criterio. Me parece que sirvo para ello, con algunas actividades académicas por añadidura. La experiencia me ha enseñado algunas lecciones.
Lo dice Felipe González, “es relativamente fácil entrar en política, lo complicado es cómo se sale”. Don Adolfo Ruiz Cortines era más exigente: “No tan sólo hay que iniciar bien, hay que continuar bien”. Sí, es una profesión que, como todas —tal vez ésta un poco más—, pone a prueba la condición humana. Por algo muchos la relacionan con una aptitud peculiar: el equilibrio. Si uno lo pierde, el descalabro es inminente. El desafío más importante es mediar entre lo que se anhela y lo que uno puede y debe. Unir voluntad, capacidad y obligación. Menuda tarea.
Son muchas las causas que hacen complicada la política, misteriosa, enigmática, indescifrable. Se me ocurre que la primera tarea es aplicar la navaja de Ockham, principio acuñado por un fraile franciscano inglés cuyo pensamiento estuvo influido por Aristóteles y Tomás de Aquino. El precepto de este filósofo del siglo XIV establece que: “Entre dos teorías en igualdad de condiciones que tienen las mismas consecuencias, la explicación más sencilla suele ser la correcta”. Se aplica para racionalizar cualquier deliberación mediante un ejercicio de suprimir lo confuso para focalizar lo esencial.
La recomendación tiene asombrosa vigencia y, aplicándola a nuestra situación actual, sugiero asimilar el mensaje de algunas canciones.
La primera, de Bob Dylan, ¿Cuántas vidas debe tener un hombre para poder oír el llanto de su prójimo? El siglo XXI se caracteriza por un brutal egoísmo y mucho odio. Me parece que la política debe ser siempre un ejercicio de empatía. Muchos pensadores insisten en ello y eso es lo que nos dice el compositor norteamericano: la permanente atención al dolor ajeno.
La segunda es Imagine, de John Lennon: “Dirán que soy un soñador, pero no soy el único”. Hoy en día, escucha uno decir, ¿pero de qué se sorprenden si así ha sido siempre? Una invitación al conformismo y a la resignación. No podemos ni debemos dejar de soñar. Sin proyectos no puede haber una vida plena.
La tercera fue originalmente compuesta por los franceses Claude Francois y Jacques Revaux y adaptada por Paul Anka. Famosa es la interpretación de Frank Sinatra: A mi manera, con una hermosa lección de vida: “Si un hombre no se ha conseguido a sí mismo, no ha conseguido nada”. Elemental ejercicio de congruencia.
La cuarta es una composición de Toby Keith, inspirado en una idea de Clint Eastwood: “No dejes entrar al hombre viejo”, con una idea que me agrada: “Pregúntate cómo te sentirías si no supieras la fecha en que naciste”. En otras palabras, cuántas ganas te quedan de vivir, como factor decisivo para calcular la edad.