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Por Yuriria Sierra
La consulta
Siete de cada cien electores, sólo siete de cada cien electores, participaron en la consulta popular. Una cifra que sorprende, pero que no pudo ser de otra forma: una pregunta ambigua y un momento que exigía gastos en otros ámbitos, 500 millones de pesos que para el sector sanitario (o educativo, ahora con el empeño del regreso a las aulas) habrían sido tanto. Siete de cada cien, pero fue el primero de “muchos ejercicios democráticos que quieren hacerse en México…”, dijo Andrés Manuel López Obrador. También aseguró que la consulta fue un éxito. Es la primera realizada y avalada por la Constitución. En Palacio Nacional cayó bien, a pesar de la poca convocatoria. Para el INE también fue un éxito, aunque ellos sí por razones más lógicas: “Se realizó contra viento y marea”, expresó el consejero presidente. Lorenzo Córdova defendió el trabajo del órgano electoral y reiteró que nunca se van a pelear con el Presidente de la República, sea quien sea. El instituto cumplió con su papel a pesar de los señalamientos. Y es que, sabemos, desde hace varios meses el INE ha estado en la mira desde varios frentes. Desde ataques directos hasta claras amenazas de desaparición. Con todo este panorama, el instituto tendrá razón para celebrar: un ejercicio más bajo su organización.
Es del otro lado donde quedan las preguntas. Más allá de los vuelcos que dan para justificar el porcentaje de participación, queda lo dicho también ayer por el Presidente y que nos hace preguntarnos lo mismo que hemos tenido en la cabeza desde el anuncio de la consulta del domingo:
“Yo creo que esto no descarta la posibilidad de que haya juicios. La autoridad tiene en todo momento el derecho de actuar cuando se trata de asuntos judiciales, siempre y cuando haya pruebas y elementos, esto queda abierto. La consulta más que nada era para iniciar procesos, siempre y cuando se lograra que fuese con una participación del 40 por ciento y de esa manera vinculatoria…”, expresó en su conferencia desde Puerto Vallarta, Jalisco.
Y es justo eso es lo que tendríamos que hacer: confiar. Confiar en que la aplicación de la ley no es a modo ni a capricho. Confiar en que cuando haya elementos para investigar a cualquier personaje político presente o del pasado y “se lleven a cabo acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas”, como decía la laberíntica pregunta a consulta.
López Obrador señaló que nuncza antes habían participado los mexicanos en un mecanismo similar, aplaudió que se echó a andar un “proceso democrático para que nadie se sienta intocable”. Subrayó que en este tipo de prácticas nunca fracasará la democracia, pues es el mejor sistema de gobierno para resolver conflictos. Aunque olvida que es justo en una democracia en la que los ciudadanos elegimos a nuestros representantes para que sean ellos quienes se encarguen de operar las herramientas políticas de las que se sirve el Estado. La ley es una de estas armas y no debemos cuestionar su aplicación.