La práctica de explotación de menores fue por mucho tiempo un hecho propiciado por hombres vinculados a las autoridades policiacas y militares.
Por Milenio, Con información de AFP y Reuters.
La llegada de los talibanes al poder en Afganistán ha puesto gran preocupación sobre las violaciones a los derechos humanos que se puedan cometer y el foco se ha centrado en niñas y mujeres, aunque ya se está hablando sobre el desenfreno en la esclavitud sexual infantil, la cual afecta principalmente a niños, siendo conocidos como los ‘bacha bazi’, quienes son usados desde la década de los 90 por personas con alto poder en ese territorio.
Los ‘bacha bazi’ (que en su traducción es ‘juegos de niños’) son denostados por redes donde están involucrados hombres mayores, muchos de ellos son parte de las fuerzas policiales y militares, quienes los llevan a sus fiestas privadas, hacen que bailen, abusan sexualmente de ellos y los utilizan como servidumbre.
Esta práctica fue prohibida en 2017 en el país debido a investigaciones periodísticas y las presiones que se hicieron desde Estados Unidos para terminar con estos actos contra los menores, mientras que las tropas enviadas por Washington estaban en Afganistán.
Cuando los talibanes, caracterizados por ser severos en sus leyes fundamentalistas del islam, llegaron al poder en Afganistán entre 1996 y 2001, la explotación sexual infantil no estaba totalmente oculta, especialmente porque el interés de erradicar estos hechos no era tan efectivo.
La organización sin fines de lucro Youth Health and Development Organization (YHDO) ha destacado cómo el abuso sexual y la trata de niños fue una práctica que se explotó durante la guerra civil de Afganistán en la década de 1990, cuando los niños de las zonas rurales acudieron en masa a las ciudades en busca de trabajo para mantener a las familias, dejándolos vulnerables al abuso.
En 2019, los trabajadores humanitarios dijeron que estaban viendo un número creciente de niños huérfanos u obligados a trabajar en las calles. También , expresaron su preocupación no solo por el abuso de los niños pequeños, sino también por el impacto en los que se ven obligados a este tipo de explotación en sus vidas posteriores.
«(El bacha bazi) sigue ocurriendo y es una grave violación de los derechos humanos», dijo Abdul Rasheed, director ejecutivo de YHDO.
Diversos medios y agencias han tomado parte de las declaraciones de testigos y las respuestas de las autoridades en su momento, muchas de ellas restaban importancia a la explotación sexual infantil en Afganistán.
«Los testimonios que recogí, principalmente en el sur de Helmand, Uruzgan y Baghlan, agregaban información inquietante a la primera investigación que hice. Sus relatos, muchos parecidos, contaban la solitaria e inútil lucha de las familias para liberar a sus hijos, sobrinos y primos de una arraigada tradición que permite la esclavitud y la violación», escribe Anuj Chopra, corresponsal de AFP.
El periodista asegura que había intentado más de 18 veces generar una cobertura especializada con el tema, pero el rehúso de fuentes, la omisión en las zonas y la vaga respuesta de las autoridades afganas hicieron difícil su labor, aún así logró tener algunos relatos.
«Todos ellos aportaron información sobre quiénes son estos abusadores. Una idea generalizada es que las familias pobres venden a sus hijos a poderosos oficiales o que los menores escogen una vida al servicio de otros, atraídos por la idea de recibir regalos y dinero. Pero los 13 testimonios que reuní revelaron una epidemia oculta de secuestros. Los chicos son raptados la mayoría de las veces a plena luz del día en sus casas, los campos de opio y los parques de sus ciudades y pueblos», dice Chopra.
Su artículo fue publicado en 2017, en el que asegura que «los propios agentes de la policía, quienes deberían castigar a los criminales, son quienes secuestran a los menores».
«Esta realidad deja sin esperanza a las familias afectadas, en un sistema que además no tiene ninguna ley que condene el ‘bacha bazi’ y aparentemente ninguna voluntad oficial para actuar contra los policías abusadores, considerados un problema menor frente a la lucha contra los talibanes».
Otro testimonio fue recogido por Reuters, donde entrevistan a Ramesh, de 28 años, quien habló bajo condición de anonimato, expresando que fue violado cuando tenía 16 años.
“Un coche con milicianos armados se detuvo. Me llevaron adentro y se fueron, anunciando a sus amigos que habían traído a ‘un niño hermoso’. Los hombres se turnaron para violarme”, dijo.
Ramesh dijo que cuando sus atacantes lo llevaron a casa tres días después, su familia ya había adivinado lo que había sucedido.
“Mi madre me pegaba y mi padre quería matarme”, recuerda Ramesh. Semanas después, la familia se mudó de un pueblo del norte a la capital. Sin embargo, fue nuevamente víctima de los asaltos, donde los hombres lo llevaron a las fiestas privadas para que bailara como un ‘bacha bareesh’, que se traduce como un niño sin barba.
La desprotección social, psicológica y económica hicieron que su dependencia monetaria sea bajo relaciones sexuales con otros hombres. Hoy está casado, tiene tres hijos, pero sus ingresos siguen siendo bajo esos actos.
La psicóloga Lyla Schwartz, que trabaja con niños víctimas de violación en un Afganistán devastado por la guerra, dijo que las duras actitudes de los padres significaban que muchas víctimas de abuso llevaron el trauma a la edad adulta.
“El estigma y la falta de apoyo, la negación de los miembros de la familia dificultan aún más el proceso de curación del abuso sexual”, dijo.
En otros reportajes periodísticos está el que fue impulsado por Montserrat Boix, del canal español TVE, quien en 2013 reveló que estas practicas eran impulsadas por los señores de la guerra, quienes apoyaban al gobierno afgano.
«Hay varones haciendo de mujeres, representándolas, peor hiperepresentándolas. Las encontramos en sociedades en donde el encierro femenino es feroz», decía Amelia Varcárcel, filósofa y antropóloga de España.
Shapiri Hakami, quien representaba a la Asociación de Mujeres Afganas en España, revela que los hombres que comenten estos abusos «presumen de tener adolescentes y niños pequeños para estar con ellos explotándolos físicamente y sexualmente».
Por ahora no se sabe cuál será la actitud de los talibanes frente a estos actos de denostación sexual contra los menores de edad en Afganistán.