
Por Yuriria Sierra
El regreso a clases
El del lunes es, sin duda, el regreso a clases más esperado, pero también el más complicado del que hayamos tenido registro. No sólo es nuestro país el que lo vive, es una condición global. Los sistemas educativos en el mundo siguen debatiendo sobre las condiciones en que los estudiantes deben regresar a las aulas, porque el entendido es uno: a los estudiantes les urge regresar a la vida académica. No sólo se trata de lo que los docentes puedan enseñar, no es sólo abrir un libro de texto, no es sólo aprender datos históricos, fórmulas matemáticas o el funcionamiento del organismo, es también adquirir herramientas que les permitan el desarrollo social y personal para formar a los adultos del futuro. Esos momentos tan necesarios y tan significativos cómo lo es sentarse en el patio a platicar con amigos y el descubrir así complicidades que ayudan a dar forma a la propia personalidad. Nadie duda que eso les urge a nuestros niños y adolescentes, el asunto es que no se ha encontrado la fórmula perfecta para que puedan regresar a su “normalidad” de forma segura.
En Europa, por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud ha pedido a los gobiernos que abran sus escuelas siguiendo las medidas de prevención básicas para reducir los riesgos de un contagio de covid-19, e incluso para esos países, el escenario es complicado a pesar de la enorme diferencia que existe con otras regiones del planeta, porque las condiciones allí son menos precarias que, por ejemplo, en la sierra de Guerrero, Oaxaca o Chiapas u otras zonas de América Latina. Aún así avanzan con tiento en la recuperación de la rutina que tenían previo a la pandemia.
En México, mucho se ha debatido sobre si es pertinente que este lunes las escuelas abran sus puertas. En Imagen Noticias, a lo largo de la semana, llevamos las posturas de varios sectores: los estudiantes, los maestros, los padres de familia. Nos habría gustado también tener la de las autoridades, pero es que es justo ahí dónde se encuentra la gran piedra en el zapato, porque lejos de dar confianza, generan muchísima incertidumbre. Primero, anunciaron diez lineamientos, que no eran más que el recordatorio de las medidas básicas de protección que hemos conocido desde el inicio de la emergencia sanitaria: filtros en casa, al entrar a un espacio público, uso de cubrebocas, lavado de manos, gel antibacterial, etcétera; y eso terminó en un protocolo de nueve indicaciones, porque echaron atrás la carta responsiva de la que después nadie al interior de la SEP se hizo responsable, qué ironía.
En suma, la negativa de las autoridades sanitarias para comenzar la inmunización con la vacuna Pfizer a los mayores de 12 años ha provocado aún más descontento, pero ha generado también que algunos padres de familia se pongan manos a la obra. Algunos ya obtuvieron amparos para que adolescentes sean inmunizados. En Imagen Noticias hemos documentado al menos seis de estos casos. En la Secretaría de Salud no entienden que con esto se abre una brecha más de desigualdad: este lunes, los menores pisarán por primera vez, en 17 meses, un salón de clases, y algunos lo harán con una dosis o su esquema completo. Otro frente, porque así han querido. En este espacio hemos documentado también cómo la llegada de vacunas a nuestro país ha sido rápida y eficiente gracias al trabajo de la Cancillería; pero la aplicación de las dosis ha sido torpe y muy lenta a consecuencia de las decisiones que se toman en las oficinas de Lieja. Aquí también han fallado las autoridades: regresar a las aulas tendría que ser un gran paso rodeado de certezas. No sólo se trata de limpiar los planteles y acondicionarlos, aunque en eso también han reprobado.