Por Pablo Hiriart
Adónde está el orgullo, adónde está el coraje
MIAMI, Florida.- La noticia pasó casi desapercibida: la Suprema Corte de Estados Unidos negó a Biden la suspensión del protocolo ‘Quédate en México’, por lo que el Departamento de Seguridad Nacional deberá obligar a los solicitantes de asilo a esperar su cita en suelo mexicano.
¿Perdón? ¿Sobre qué país está resolviendo la Corte de Estados Unidos? ¿Sobre el suyo, donde tiene competencia?
No, sobre el nuestro. Sobre México.
¿Y por qué lo hace?
Porque el gobierno mexicano se lo permite. Y acata.
Es una vergüenza que nunca habíamos sufrido: la política migratoria del país no la decide el Presidente de México, sino unos ministros en Washington.
La Suprema Corte de Estados Unidos ordenó que salvadoreños, hondureños, mauritanos, somalíes, etcétera, que soliciten asilo en Estados Unidos, deben esperar en un país llamado México.
Y el encargado de hacer cumplir esa orden, de que los extranjeros que quieren asilarse en Estados Unidos esperen en México, es el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
¿Se entiende la dimensión del ninguneo a nuestro país?
Dictan en Washington lo que debe hacer el gobierno de México con los extranjeros.
El presidente López Obrador, en lugar de darse a respetar, comentó que “nosotros nos hemos propuesto ayudar a Estados Unidos, lo vamos a seguir haciendo en el tema migratorio”, y mantuvo la disposición “para que envíen a sus solicitantes de asilo para que esperen en México la conclusión a sus procesos en cortes federales (La Jornada, viernes 27)”.
La única respuesta aceptable al mandato de la Corte de EU era un rechazo categórico, al más alto nivel. Ahí no hay nada que negociar.
Cooperación, desde luego. Patio trasero para que esperen, no.
Ayudar, claro que sí, con esfuerzos compartidos. Pero hacerlo por indicación de la Suprema Corte en Washington, es una indignidad que no habíamos vivido.
Un no del Presidente de México habría clarificado las cosas. Incluso, con ese rechazo, Joe Biden podía decirle a la Corte de su país que no podría cumplir su instrucción porque México, país soberano, no lo aceptaba.
El origen del problema está en que López Obrador ya le concedió ese derecho al entonces presidente Donald Trump, en enero de 2019.
A partir de ahí, en Washington le tomaron la medida. Sin consultarle, la Corte de Estados Unidos decide lo que debe hacer el gobierno de la 4T.
Jamás habíamos visto que en otro país se decidiera de forma tan ostensible sobre un tema de competencia soberana del gobierno mexicano.
Sin siquiera esperar a que nos lo pidan y negociar, con la sola resolución de la Corte de Estados Unidos, va el sí, con mucho gusto.
Quienes hoy gobiernan México antes criticaban que el país obtenía créditos del Fondo Monetario a cambio, decían, de compromisos ocultos con esos organismos internacionales.
Ahora resulta que, con ellos en el poder, la Corte Suprema de Estados Unidos indica a quiénes debe recibir México en su territorio.
Lo aceptó el presidente López Obrador una vez, hace dos años y medio. Y con eso le perdieron el respeto. Ni siquiera le consultan.
Aquí han permanecido 71 mil extranjeros que quieren asilo en Estados Unidos, no en México.
El presidente Biden se dio cuenta del agravio y al inicio de su gobierno desechó ese protocolo, conocido como ‘Quédate en México’. Estados Unidos recibió a 13 mil solicitantes y ahí, como debe ser, se tramitaba su calidad migratoria.
Pero eso se acabó el miércoles de la semana anterior, cuando la Corte de EU resolvió que los extranjeros debían esperar en México.
Ahí están, y seguirán llegando, miles de ciudadanos haitianos, ecuatorianos y guatemaltecos que se hacinan en campamentos insalubres en un país en el cual no quieren estar, y permanecen en México por una decisión de la Suprema Corte de… Estados Unidos.
El trato que reciben en el México de la 4T es inhumano: “No tienen acceso a elementos de primera necesidad y se sabe que son perseguidos por el crimen organizado y, en ocasiones, por agentes de aplicación de la ley mexicanos que los someten a secuestros, violación sexual, agresiones, extorsión y otros abusos” (Human Rights Watch, 27 de agosto).
La Guardia Nacional recibe a garrotazos a los migrantes que esperan en México. Y esperan aquí por decisión de la Corte en Washington.
Inconcebible, pues, que un gobierno conceda tal autoridad al Poder Judicial de una nación extranjera.
Dos preguntas finales:
¿El Presidente que admite ese ninguneo a su patria, es el mismo que llama “lacayos” a miembros y directivos de la OEA?
¿El Presidente que permite eso, es el mismo que quiere juzgar a sus antecesores por “traición a la patria”?