Para la última etapa de su viaje entre Chile y Estados Unidos, el haitiano Fabricio Jean siguió las detalladas instrucciones que le envió por WhatsApp su hermano desde Nueva Jersey, quien recientemente había recorrido la ruta hacia la frontera de Texas.
Su hermano le envió dinero para el viaje y le explicó el recorrido de forma meticulosa, advirtiéndole de las zonas con más presencia de las autoridades migratorias mexicanas.
«Necesitarás unos 20 mil pesos (alrededor de mil dólares) para los autobuses. Tendrás que tomar este bus hasta este lugar y luego tomar otro», contó Jean, quien habló con la AP tras llegar a la ciudad fronteriza de Del Río.
Lo que no esperaba era encontrar a miles de migrantes haitianos, como él, cruzando por el mismo remoto lugar. Jean, de 38 años, su esposa y sus dos hijos pequeños se unieron a principios de mes a las cerca de 14 mil personas, en su mayoría haitianos, acampados bajo un puente en Del Río.
Una confluencia de factores provocó el repentino incremento de migrantes en esta ciudad texana de unos 35 mil habitantes. Entrevistas con docenas de migrantes haitianos, abogados especializados y activistas revelan un fenómeno producido en parte por la confusión sobre las políticas del Gobierno de Joe Biden luego de que las autoridades ampliaran recientemente las protecciones a los más de 100 mil haitianos que viven en Estados Unidos.
También refleja el poder de Facebook, YouTube y plataformas como WhatsApp que los migrantes usan para compartir una información que puede distorsionarse a medida que se transmite entre las comunidades migrantes, dirigiendo los flujos migratorios. Esto es especialmente evidente en grupos muy unidos como los haitianos, muchos de los cuales abandonaron su país tras el devastador sismo de 2010 y vivían desde entonces en Latinoamérica, atraídos por el boom económico de la época en Brasil y Chile.
La Casa Blanca alegó preocupaciones de seguridad y los disturbios en el país más pobre del hemisferio occidental para ampliar esta primavera las protecciones a sus ciudadanos.
El Secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, afirmó que las medidas temporales estaban limitadas a quienes residían en el país antes del 29 de julio, un detalle que suele obviarse en las publicaciones, lo que llevó a los haitianos que estaban fuera de Estados Unidos a creer que ellos también podían beneficiarse.
«Estamos muy preocupados por que los haitianos que están tomando el camino de la migración irregular estén recibiendo la información errónea de que la frontera está abierta», reconoció Mayorkas.
«Quiero asegurarme de que se sepa que esta no es la vía para venir a Estados Unidos», agregó.
Miles de haitianos han estado varados en ciudades fronterizas mexicanas desde 2016, cuando el Gobierno del ex Presidente Barack Obama suspendió de forma abrupta una política que inicialmente les permitía ingresar al país por motivos humanitarios.
Los mensajes en línea promoviendo la ciudad mexicana de Ciudad Acuña, frente a Del Río, comenzaron después de que Joe Biden asumió la Presidencia y empezó a revertir algunas de las políticas migratorias de su predecesor, Donald Trump.
Ciudad Acuña se ha librado de la violencia del narcotráfico y los cárteles que asola otros puntos de la frontera. Algunas de las publicaciones que la recomiendan en redes sociales parecen proceder de traficantes de personas que buscan hacer negocio, según defensores de los migrantes.
Los haitianos comenzaron a cruzar por ahí este año, pero la cifra se disparó tras el final del programa gubernamental que abrió brevemente la puerta a algunos solicitantes de asilo, apuntó Nicole Phillips, de la Haitian Bridge Alliance, un grupo de San Diego que aboga por los migrantes haitianos. El programa permitió la entrada a un selecto grupo que, según asociaciones humanitarias, corrían un alto riesgo en México.
Una vez que cesó en agosto, la gente entró en pánico y los mensajes recomendando Ciudad Acuña «se hicieron virales», añadió Phillips,
«Ese es el motivo por el que vinieron aquí para cruzar», dijo. «Se dieron cuenta de que no podrían ingresar de forma legal por ningún otro puerto de entrada como esperaban».
Del Río es solo un ejemplo de cómo la tecnología que ha puesto un smartphone en manos de casi todos los migrantes está transformando los flujos migratorios, según activistas. Ahora suelen monitorear las noticias y comparten información sobre las rutas. La plataforma más popular es WhatsApp, que conecta a 2 mil millones de personas en todo el mundo.
El primer gran ejemplo en el contenente fue en otoño de 2018, cuando las redes sociales consiguieron reunir a más de 10 mil personas que formaron caravanas sin precedentes y desbordaron la frontera sur de México. Llegaron al límite con Estados Unidos, especialmente a Tijuana, alentadas por las promesas de trabajo ofrecidas por el entonces Presidente electo mexicano, Andrés Manuel López Obrador.
En 2020, luego de que Turquía anunció la apertura de su frontera terrestre con Grecia, los miles de migrantes que se dirigieron ahí se toparon con que del lado griego las puertas seguían cerradas. Algo similar ocurrió en el enclave español de Ceuta, en el norte de África, esta primavera cuando los guardas marroquíes permitieron el paso de miles de personas a España, que se apresuró a retornar a la mayoría.
La semana pasada, en un grupo de Facebook para haitianos en Chile con 26 mil miembros, uno de ellos publicó instrucciones específicas sobre las rutas para cruzar México. Incluía caminos a evitar y recomendaba ciertas empresas de buses.
«Buena suerte y tengan cuidado», decía la publicación, escrita en creole haitiano.
Otro usuario compartió una ruta distinta en los comentarios. Desde entonces, los miembros del grupo han compartido historias sobre las pésimas condiciones en Del Río y el riesgo de deportación.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) halló que la mayoría de los 238 haitianos encuestados en marzo tras cruzar un tramo de 100 kilómetros de selva entre Colombia y Panamá conocida como Darién, habían recibido información sobre la peligrosa ruta de familiares o amigos que la habían realizado antes.
Alrededor del 15 por ciento dijo que vio las instrucciones en internet.
Según el vocero de la agencia, Jorge Gallo, las pautas llevaron a los migrantes a creer que cruzar la selva era «difícil pero no imposible».
Pero del mismo modo que los mensajes guiaron a muchos haitianos hasta Del Río, las noticias de que el Gobierno de Biden estaba deportando a cientos en la frontera de Texas hicieron que algunos modificasen sus planes.
Una mujer de 32 años que había llegado hasta la ciudad texana con sus dos hijos adolescentes, compró boletos de bus para Ciudad de México tras recibir un mensaje de audio de un primo a través de WhatsApp. Antes había vivido en Chile durante cuatro años.
«Espera en México hasta que termine este mes. Agarrarán a todos los de debajo el puente. Después de eso, me darán el contacto para entrar en Miami», decía la grabación en creole que mostró a un reportero de la AP. La AP no reveló el nombre de la mujer para proteger su seguridad.
Facebook Inc., propietario de WhatsApp, permite que sus usuarios compartan información sobre cruces fronterizos, aunque sean ilegales, pero su política prohíbe publicaciones que pidan dinero por servicios que faciliten el tráfico de personas.
Robins Exile contó que él y su esposa embarazada, que abandonaron Brasil cuando él perdió el empleo en plena crisis económica derivada de la pandemia del coronavirus, se dirigieron a Tijuana, México, en lugar de consultar las advertencias en YouTube y WhatsApp de sus compatriotas.
«Muchos haitianos están aconsejando ahora no venir a Acuña. Dicen que ya no es un buen lugar», afirmó.
El miércoles, Antonio Pierre, de 33 años y que estaba acampado en Del Río con su esposa y su hija, escuchaba las noticias en el celular de un amigo.
«Estados Unidos está dejando libres a algunos, pero solo a unos pocos», dijo refiriéndose a los funcionarios estadounidenses que contaron a la AP en la víspera que miles de haitianos bajo custodia estaban siendo liberados con una cita para presentarse ante las autoridades migratorias, contradiciendo el anuncio del Gobierno de que todos los que estaban en el asentamiento serían deportados a su país.
Nelson Saintil, su esposa y sus cuatro hijo regresaron a México tras acampar en Texas y aguardaban noticias sobre a dónde ir para evitar ser deportados.
«No quiero ser como los ratones que no se dan cuenta de que están cayendo en una trampa», afirmó. «Porque regresar a Haití es enterrar a una persona en vida».