EFE.
Las palabras acompañan al sexo y el sexo se deja llevar por las palabras. Todo un baile “chispeante” de vocablos que corren por las redes y que una vez descubiertos ¿quién sabe? nos revelan nuevas facetas personales: leñasexual, sapiosexual, demisexual o spornosexual
“Lo que no se se nombra no existe. Necesitamos una etiqueta para identificar, clasificar y agrupar, y sobre todo para visibilizar” explica a Pilar Úcar Ventura, doctora en Ciencias de la Educación, licenciada en Filología Hispánica y profesora de Lengua Española en la Universidad Pontificia Comillas (Madrid).
Pero todos estos “palabros tan excitantes”, advierte, no están reconocidos por la Real Academia de la Lengua Española, que no se deja llevar por la riada, porque se debe testar y reposar para no incurrir, entre otros, en caducidad terminológica.
Pero ahí están, y Úcar considera que hasta pueden ser emocionantes y sorpresivos, incluidos los relativos al sexo.
En este grupo hace mención la lingüista a leñasexual, sapiosexual y demisexual y considera que el metrosexual está desfasado y ahora se lleva el spornosexual.
Pero vayamos por partes y sepamos que significan, porque al definir estas palabras igual nos llevamos una sorpresa y nos sentimos identificados con alguna de ellas.
Leñasexual, sapiosexual o demisexual
Demisexual: el que sólo siente atracción sexual por alguien con quien tiene vínculo emocional.
Sapiosexual: quien se excita con las conversaciones inteligentes y huye del cortejo rutinario y se enciende con mentes audaces.
Leñasexual: la rudeza atractiva del aspecto leñador, barbudo y ataviado con camisa a cuadros.
En cuanto al spornosexual, es un neologismo que hace referencia a las personas que cuidan hasta el extremo su aspecto físico, llevan tatuajes y pírcines y poca ropa para exhibir su cuerpo y aderezos.
El valor de las palabras
“Las palabras cuentan e importan, expresan sentimientos, comunican, informan, son espejo de la realidad“.
Y también, reflexiona Úcar,”tienen poder, porque pueden acercarte o alejarte de la persona o el grupo al que te diriges: es el puente que tiendes para empatizar o desterrar”.
Contienen intención y en el caso que nos ocupa con estos vocablos “buscan un acto comunicativo de rentabilidad”.
“Al final el lenguaje nos define”.
En definitiva, estamos hablando de comunicación lingüística y humana “a partir de palabras existentes o de nuevo cuño, creadas a partir de nuevas realidades, y el tiempo dirá si se quedan o desaparecen”.
“No hay que olvidar que el idioma es seña de identidad, esencia y base de pertenencia a un grupo y una colectividad social y humana”.
Las redes, mucho donde exhibir
Pero algunos de estos nuevos vocablos están muy ligados a las redes; en ellas, “hay mucho dónde exhibir y también que decir” .
Para Úcar todo este fenómeno terminológico tiene algo que ver con la sociedad a la que pertenecemos: el culto al yo, al ego, con una mirada puesta en el otro.
El lenguaje de las redes es un “yo, me mi, conmigo, un lenguaje que abusa de los pronombres, que refleja la necesidad psicológica de marcar tu personalidad frente al otro”.
“El narcisismo y el yoísmo cotizan al alza dentro de un complejo entramado de relaciones sociales y humanas de las que el lenguaje no puede sustraerse”.
Y hoy las redes son el canal más rápido para comunicarse “y el afán de compartir y mostrar que estás ahí tiene mucho tirón”.
Es, concluye, una “inflamación del yo, una necesidad de marcar la diferencia, de que el otro te vea” y junto a las imágenes que se cuelgan están las palabras.