
Gisela Crespo Brito, creadora cubana nacionalizada mexicana, falleció en agosto pasado debido al cáncer. Sus aportes a la música coral son poco conocidos, entre otras razones, porque muchas de las trayectorias de mujeres dedicadas a la disciplina están fuera de los espacios de consulta.
Movidas en gran medida por una convicción feminista, pero sobre todo por el amor a la maestra es que sus exalumnas de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) impulsan la iniciativa de que tanto ella como otras mujeres sean sumadas a la historia. Crespo Brito, por ejemplo, asienta Mariana Favila, nunca presumió sus logros y su legado merece ser conocido.
Favila, es una de las organizadoras del Primer Editatón Musical, dirigido a cerrar la brecha de género, en especial en Wikipedia; el evento en línea gratuito tendrá lugar el 19 y 20 de noviembre, en ocasión del Día del Músico que se conmemora el 22 de noviembre.
Nacida en Cuba en 1957, Crespo Brito era Licenciada en Dirección Coral y Lectura de Partituras del Instituto Superior de Arte de La Habana, Cuba. Llegó a México con el grupo femenino Vida que ella misma formó. Sus integrantes emigraron a diferentes lugares, mientras que ella se trasladó a Puebla.
Mediante concurso obtuvo posiciones como profesora tanto en la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) como en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
Fundó y dirigió el Coro de Cámara de la UDLAP, creado en 2001 en respuesta al entusiasmo de estudiantes de distintas licenciaturas que cursaban la clase de conjuntos corales con ella.
“Una de las grandes virtudes de Gisela es que siempre procuró formarnos bajo la más estricta musicalidad. Era una persona súper meticulosa, podíamos pasar una hora en un acorde, ensayando en el coro, pero jamás, jamás fue más allá de su humildad”, dice Rosario Mena, quien fuera parte del ensamble.
Las agrupaciones corales de Crespo Brito se caracterizaban, agrega Mena, porque no todos eran músicos y sin embargo, no había una restricción para hacerlos cantar.
“El trabajo artesanal de Gisela, aunque uno no era cantante, siempre impresionaba, dejaba una huella”, cuenta Marusia Pola, quien ingresó a la UDLAP en el año que se fundó el coro, cuyo repertorio abarcaba al inicio música virreinal, música antigua y latinoamericana.
Con el Coro de Cámara de la UDLAP, obtuvo el premio de repertorio renacentista y segundo lugar en Coros de Cámara en Florilège Vocal, en Tours, Francia, una de las competencias más exigentes, establecida en 1962 con el auspicio de André Malraux, quien fuera Ministro de Cultura de Francia.
“En el Coro (de Cámara) de la UDLAP había gente de todas las carreras y sonaba más que profesional, muchísimas veces nos lo hicieron saber. Ganó premios en Europa por interpretación de música europea, algo de admirarse”, expone Mena.
La agrupación se presentó en el Carnegie Hall, de Nueva York en junio de 2015, el único latinoamericano entre 16 coros de todo el mundo en el evento organizado por el Distinguished Concerts International New York (DCINY).
Y con el conjunto, Crespo Brito grabó los álbumes De México y algo más, De Cuba pa’ Usté y Oh Tiempo.
La variedad del repertorio abordado por el coro está presente en esas grabaciones, destaca Chirikán Shmukane, otra de las exalumnas de la UDLAP. La directora coral nunca se apartó de sus raíces cubanas.
A lo largo de su carrera, Crespo Brito dirigió ensambles como El Orfeón Santiago, La Coral A Capella, el Coro de Madrigalistas de Bellas Artes y el coro de la Universidad Veracruzana.
Con la mira puesta en el Editatón, las exalumnas lo tienen claro: el objetivo es conseguir la entrada de Gisela Crespo Brito en Wikipedia.