Por Pablo Hiriart
Qué mujer, caray, qué mujer
Pelosi puede acreditarse el inicio de una era de divisiones y disputas internas en las filas republicanas
MIAMI, Florida.- A sus 81 años de edad, Nancy Pelosi jugó la mayor apuesta de su vida política y ganó.
En los primeros minutos de la madrugada del sábado, la líder demócrata abandonó su lugar en la Cámara de Representantes. Vestida con traje sastre color fucsia, paseó su espigada silueta entre los reflectores de la prensa y se bajó la mascarilla oaxaqueña para que Estados Unidos viera la amplia sonrisa de su victoria.
La líder demócrata de la Cámara de Representantes no tenía los votos suficientes para aprobar el paquete de infraestructura que mandó el presidente Biden, por la obstrucción de seis diputados ‘progresistas’ de su partido que exigían, primero, votar el paquete de apoyos sociales.
¿Entonces, definitivamente van a votar en contra?
¿Y el proyecto de infraestructura más potente en décadas se va a estancar por ustedes?
¿Ustedes seis van a sabotear la presidencia de Biden?
¿Van a impedir el relanzamiento del empleo, la economía y las bolsas?
¿Y destruirán la confianza en que los demócratas sabemos gobernar?
Eran los cuestionamientos de Nancy Pelosi ante la postura intransigente de sus compañeros de partido.
Todo parecía perdido y Pelosi se la jugó. Subió a votación el proyecto de ley ante el pPeno y ganó 228 contra 206.
De la manga se sacó el voto favorable de 13 republicanos, aprobó el proyecto de un billón 200 mil millones de dólares en infraestructura física, que ya tenía el visto bueno del Senado.
Fírmelo y promúlguelo, presidente, pudo decir.
Con ello Pelosi puede acreditarse el inicio de una era de divisiones y disputas internas en las filas republicanas.
“Aprobar leyes importantes, de buena fe, muestra que los demócratas no necesitan deshacerse del obstruccionismo, porque los republicanos operarán de buena fe cuando haya un área de compromiso”, dijo Donald Schneider, el republicano que fuera el economista principal del Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes.
El representante de ese partido por Florida, Matt Gaetz, disparó en Twitter: “No puedo creer que los republicanos hayan dado a los demócratas su proyecto de ley de socialismo”.
Su compañera de bancada Marjorie Taylor Greene expresó que quien haya votado por ese proyecto “es un traidor a nuestro partido, a los votantes, a nuestros donantes, (y es) aprobar la toma comunista de Estados Unidos”.
Nancy Pelosi no sólo mostró que tiene nervios de acero, sino que puede ufanarse de ser una de las estrategas más consumadas en la historia parlamentaria del país.
Su maestría evitó una vergüenza política mayor para el presidente Biden.
Puso en la cuerda al líder republicano en la Cámara baja, Kevin McCarthy, al que ahora acusan de ayudar a la implantación del socialismo en Estados Unidos (para el populismo trumpista, la ecología y el feminismo son invento de comunistas).
El presidente Biden no fue un espectador, sino que jugó un papel central al convencer a la mayoría de los ‘progresistas’ de confiar en la palabra de los ‘moderados’, y que los seis demócratas que votaron en contra probablemente nunca iban a ser persuadidos.
Pero la mejor arma de persuasión para los demócratas no fue Pelosi ni Biden, sino el descalabro electoral en el estado de Virginia. Se vieron al espejo y llegaron a la conclusión de que llegar con las manos vacías a las elecciones intermedias sería el equivalente de un suicidio político.
Con el billón 200 mil millones de dólares aprobados para infraestructura, vienen buenas noticias para los trabajadores y para las empresas.
De ahí, 110 mil millones de dólares van a carreteras y puentes, así como a ayuda económica a universidades para investigación en temas de transportes.
Van 65 mil millones de dólares para la red eléctrica y financiamiento a energías limpias, y una cantidad similar para expandir la red de internet de banda ancha hacia áreas rurales y comunidades de bajos ingresos.
Habrá fuertes inversiones para renovar la infraestructura de agua potable, aeropuertos, red ferroviaria, medio ambiente, ciberseguridad y lucha contra los fenómenos del cambio climático: incendios forestales, inundaciones, sequías.
En lo político es un respiro para el presidente Biden, pero la división demócrata sigue mandando señales de que su gobierno es una balsa a la deriva.
Vigente está la previsión de que los demócratas van a perder la mayoría de ambas cámaras el próximo año.
¿Puede haber sorpresas y que vuelvan a ganar?
Desde luego. Esa sorpresa podría ser que la jugada maestra de Nancy Pelosi inicie una temporada de purgas internas en las filas republicanas, y que en el caos subsecuente salgan a flote el presidente y su partido.
Si ocurre, tendrían que hacerle un monumento a esta gran mujer que confrontó a Trump cara a cara cuando éste mandaba en la Casa Blanca.
A la que fanatizados seguidores del entonces presidente buscaron para asesinarla el pasado 6 de enero, cuando tomaron a balazos el Capitolio de Estados Unidos.