
Por Wendy Riojas
Manuel Hernández Castillo ha dedicado 32 años de su vida al oficio de cartero, una profesión que sobrevive a la tecnología y que ha pasado de entregar cartas personales a recibos, propaganda publicitaria o revistas.
Manuel Hernández ingresó a Correos de México en el año de 1989, hace 32 años, cuando era el principal medio de comunicación y cuando era esperado con ansias en muchos hogares de Monclova.
En aquel entonces las personas que esperaban noticias de algún enamorado, familiar o amigo salían a su encuentro al escuchar el silbato, sin pensar que años más tarde sería desplazado con la aparición del internet y los teléfonos inteligentes.
El cartero refirió: “En aquella época era lo máximo; era el principal medio de comunicación y la forma en que la gente se comunicaba, no como hoy, que todo es por medio de correo electrónico o WhatsApp”.
Refiere que en los años 80 y 90’s era común recibir una carta tradicional; entre enamorados, familiares o amigos a distancia que mostraban su afecto, o bien, el pago de remesas por parte de migrantes en el extranjero.
“En aquel tiempo había mucho migrante y enviaban mucho money order, las remesas, y se hacían largas filas para cobrar los envíos, fue muy solicitado en su momento, ahora lo hacen a través de tiendas departamentales”
Y mencionó que hacían largas caminatas o ‘pedaleadas’ en la Ciudad ya que viajaban en bicicleta con su silbato y su mochila, cuando actualmente lo hacen en motocicleta en diferentes colonias y municipios de la Región Centro.
“Después se fue renovando el correo, se fueron adquiriendo vehículos como motocicletas y ahora es más fácil transportarse en la Ciudad, antes lo hacíamos con bicicleta o caminando largos tramos”.
Sin embargo, admite que la tecnología ha erradicado la entrega de cartas tradicionales y ahora se enfocan en la repartición de recibos de TELMEX, CFE, propaganda comercial o revistas periódicas como “Selecciones” o “Mi bebé y yo”.
Y refiere: “Me tocó ver que una maestra solicito la presencia de un cartero en el salón de clases, (antes de la pandemia), y dijo ‘le encargue a los padres de familia que depositaran cartas para sus hijos en el correo”
Y agregó: “Ya fueron recibidas, ahora solicitamos que usted las entregue a los alumnos y yo llegue, mencioné a los jóvenes de quinto y sexto año, se levantaban, yo sacaba la carta de mi mochila y se la entregaba”.
“Empecé a ver qué todos empezaron a llorar, porque los padres de familia les estaban expresando su afecto y dije ‘que gratificante es recibir una carta de amor’, no es lo mismo recibir un mensaje de texto que una carta escrita de tu puño y letra con un perdóname, te amo, eres lo mejor de mi vida”.
Y refiere: “Hasta uno puede enviarle una carta de amor a mamá o papá el día de su cumpleaños, el día del Amor o la Amistad u hoy mismo, es muy bonito cuando llega el cartero, se anuncia con el silbato, los menciona y te dicen ‘quien me escribe’, ‘a mí nadie me escribe’ y la abre con emoción”.
Relata que gracias a su oficio ha conocido a infinidad de personas, incluso, que lo identifican en la calle, que ha conocido diferentes calles y colonias de la Ciudad y que tiene diferentes historias de hace 32 años.
“Cuando yo empecé, en 1989, tuve un maestro, andaba por el Fraccionamiento Venustiano Carranza y la Calle Padre Larios y era un cerro, estaba toda empedrada y ahora ya está toda pavimentada”.
Y menciona que todos nacen con un propósito en la vida, en la suya, fue ser mensajero, como su padre, quien ejerció en los años 60 y 70’ en la Ciudad de Monclova y le platicaba que el cartero ni el frio, ni la lluvia, ni el calor lo detienen.
“Mi papá nos llevaba al ferrocarril a recoger la correspondencia, ‘las valijas’, y las entregábamos en la oficina, eran las mentadas guardias, empecé a ver, me gusto y me quedé, a pesar de que mi papá quería que estudiará”.
“Y si estudie en el Conalep, terminé, me dieron mi certificado y cuando empecé a aplicar en la empresa Altos Hornos de México, mi papá me dijo ‘ahí está la solicitud de correo’, y dije mientras y ese mientras ya son 33 años”.
También se encuentra la historia de Jorge N. quien tiene 35 años de servicio en Correos de México, viviendo gratas experiencias, conociendo a infinidad de personas y viviendo esta transición por la llegada de la tecnología.
“Antes había puras bicicletas y una motocicleta, yo empecé en el cerro, en Las Flores, anduve 17 años en bicicleta y entregaba mucha carta, ahora son recibos de Telmex, Banamex, propaganda, es diferente”.