Una prolongada balacera entre miembros de bandas delictivas en una cárcel de Ecuador la madrugada del sábado dejó al menos 58 internos fallecidos y 12 heridos, informaron las autoridades. Es la más reciente masacre que golpea al sistema penitenciario en el país andino.
La balacera de casi ocho horas se registró en la Penitenciaría del Litoral, en la ciudad costera de Guayaquil, donde previamente se han producido matanzas entre internos pertenecientes a bandas relacionadas con el narcotráfico local e internacional.
Pablo Arosemena, Gobernador del Guayas -cuya capital es Guayaquil- dijo en rueda de prensa que grupos de presos «estaban tratando de dinamitar (la) pared para ingresar y concretar la masacre. También quemaron colchones y querían ahogarlos en humo… para concretar la masacre en Pabellón 2 (con 700 internos). No había luz… el sistema de iluminación había sido destruido».
«Estamos luchando contra el narcotráfico. Es muy duro», señaló Arosemena. «El Gobierno le está poniendo cara a los problemas dejados por otros», agregó.
La comandante de la Policía, general Tanya Varela, afirmó que «habíamos divisado con drones que estaban tres pabellones libres y los presos estaban armados y con explosivos» intentando ingresar al pabellón 2 que estaba sin su líder, liberado por la justicia esta semana.
Destacó que pese al riesgo los efectivos policiales ingresaron a las 2:00 de la madrugada para proteger al pabellón atacado y lograr que el resto regresara a sus celdas. «Estos hechos obedecen a una disputa de territorio de bandas delictivas. Esto porque hay pabellones ahora sin cabecillas», añadió.
De acuerdo a un informe policial al que tuvo acceso The Associated Press, tras la balacera la Policía decomisó explosivos, un fusil y dos pistolas en ese recinto carcelario, considerado el más violento del país y situado a 270 kilómetros al suroeste de la capital.
Al exterior de esa prisión, decenas de familiares desesperadas clamaban por información y ayuda de las autoridades.
«Ya basta, hasta cuándo, que paren esta mortandad, esto no es un camal, esta es una penitenciaría, son seres humanos no son animales… por el amor de Dios que tengan piedad de estos seres humanos», dijo a la AP Francisca Chancay, de 55 años de edad y quien tiene un hermano al interior de la prisión desde hace ochos meses.
Maritza Vera, de 62 años y con un hijo recluido en ese centro, a punto de las lágrimas preguntó: «¿Qué es lo que espera (el Presidente Guillermo) Lasso? ¿Que haya otra mortandad? ¿Que se muera el pueblo entero? Que tenga misericordia ¿dónde están los derechos humanos? Pensamos que esto iba a cambiar, pero está peor».
«Me siento triste y angustiada porque hay demasiada mortandad y él (Lasso) se limpia las manos. Estamos angustiados y desesperados», agregó la mujer a la AP.
En horas de la mañana todavía se escucharon constantes ráfagas de armas y disparos en esa prisión, mientras en redes sociales circulaban macabros vídeos mostrando supuestas víctimas, heridos y cuerpos incinerados en el interior de esa cárcel, en tanto que otros clamaban por la intervención de policía y los militares.
La situación se registra en medio de la vigencia de un estado de excepción a nivel nacional, el cual restringe ciertos derechos y concede autoridad especial a los uniformados.
A finales de septiembre enfrentamientos entre los reclusos dejaron un saldo de 118 fallecidos, pero en febrero, el saldo de un amotinamiento simultáneo fue de 79 muertos. En julio 22 reos fallecieron y en septiembre un ataque con drones se produjo sin dejar víctimas mortales.
Ecuador registra cerca de 40 mil detenidos en el sistema penitenciario, de los cuales unos 8.500 están en el centro penitenciario del Litoral. Según datos proporcionados por el director del servicio de atención a privados de libertad, ese recinto carcelario fue construido para 5 mil personas.