A los Pumas les sobró garra y corazón para ser semifinalistas luego de vencer 3-1 al líder América en el Estadio Azteca.
Porque mientras los auriazules jugaron ell duelo de vuelta con el alma, comandados por el irreconocible Alan Mozo (autor de las tres asistencias), el líder pagó el planteamiento de equipo chico que su técnico Santiago Solari planteó en la ida de estos Cuartos de Final.
Al América lo favorecía todo: el no haber perdido un solo partido de 18 disputados en este año como local en Liga MX, el reglamento que le permitía avanzar pese al empate en el global, el cierre de la serie en el Azteca, el gol tempranero y hasta la diferencia de plantilla, tres veces más cara que la auriazul.
Solo que a las Águilas les faltó ese tesón que los Pumas tuvieron en la recta final del torneo, en aquel segundo tiempo de la última jornada ante Cruz Azul, en la visita a Toluca en el Repechaje, en el juego de ida en el que intentaron más y en este de vuelta en el que propusieron un partido a matar o morir, de valientes, concepto por el que tanto se criticó a los azulcremas el pasado miércoles.
Porque mientras Solari no tiene suficientes argumentos para explicar su tercer fracaso como DT del América al ganar casi todos los puntos y perder los partidos de eliminación directa, los auriazules quizá tampoco sepan explicar del todo cómo se produjo esta metamorfosis que los tiene en la antesala del juego por el título.
Las Águilas ganaban desde el 9′ con el tanto de Emanuel Aguilera (tras el penal cometido a Roger Martínez), pero el rival siempre dio muestras de resistencia. Washington Corozo falló un mano a mano en la siguiente jugada, Juan Dinenno remató dos veces consecutivas al travesaño y después llegaron los centros de Mozo, los primeros dos a Corozo (29′ y 42′) y el tercero a Higor Meritao al 82′, para volver al Azteca una sucursal del Estadio Olímpico Universitario con las «¡Goyas!» y una demostración que ni Solari ni el resto de los americanistas olvidarán. Con razón los fans quieren a los Pumas.