Por Fabiola Guarneros Saavedra
Evaluación diagnóstica
La pandemia por covid-19 evidenció las fallas de los sistemas de salud y de educación en México: hospitales y personal médico rebasado, instalaciones mermadas, sin equipo, desabasto de medicamentos, muertes; cierre de escuelas, deserción escolar, analfabetismo digital y desigualdad en el acceso a internet, así como a las nuevas tecnologías de información.
De esto hemos hablado durante un año y ocho meses desde que inició el confinamiento, pero hay un sector que también ha padecido la crisis sanitaria y que, como los niños y niñas de este país, ha sido invisibilizado: el magisterio.
Al final del curso escolar 2020-2021, las y los maestros de todo el mundo estaban rebasados, su salud sicológica se mostraba debilitada y carecían de preparación y herramientas digitales para enfrentar la educación a distancia.
Los resultados de la primera edición del Barómetro Internacional de la Salud y del Bienestar del Personal de la Educación señalan que la crisis por covid-19 no sólo ha alterado el equilibrio entre la vida profesional y la privada del docente, sino que también ha exacerbado los problemas preexistentes en el sector educativo. Se trata de una realidad marcada por un sentimiento de desequilibrio entre los esfuerzos realizados por el personal y el reconocimiento obtenido en términos de remuneración, valorización de la profesión, promoción y seguridad.
La información del Barómetro se obtuvo mediante una encuesta realizada a ocho mil docentes de seis países (Bélgica, Francia, Quebec, México, Marruecos y Gambia) para que, a través de la evaluación de los problemas relacionados con sus condiciones de trabajo y la forma en que perciben su profesión, se puedan orientar políticas públicas para favorecer la salud y el bienestar de las comunidades educativas de todo el mundo.
La investigación ofrece datos sobre la experiencia de las y los profesores durante este periodo de pandemia, y éstos son los resultados que corresponden a México:
El principal motivo de preocupación en el trabajo fue utilizar nuevas tecnologías (33%); la carga de trabajo, el agotamiento digital, el equilibrio entre vida profesional y privada, los alumnos y contraer covid-19, fueran otras de las preocupaciones de los docentes, en ese orden de importancia.
Respecto a las necesidades de formación, las y los maestros (67%) indicaron que realizan tareas que requieren capacitación. 30% consideró que necesita herramientas digitales, 22% habilidades de enseñanza y 15% ayuda para gestión de los alumnos.
Un dato que debería llamar la atención es que 85% de los profesores encuestados consideró que el apoyo que reciben para enfrentar el analfabetismo digital proviene de sus colegas de grupo y no de la SEP.
Cuando se levantó la encuesta —de mayo a julio de este año—, 80% del profesorado daba clases a distancia y uno de los principales motivos de ausencia fue por “fatiga significativa”, trastornos del sueño, depresión y migrañas. 37% consideró bastante estresante su trabajo desde el inicio del año escolar, 34% moderadamente estresante y 4% lo consideró nada estresante.
“¿Cómo se siente actualmente ante la crisis del covid?”, fue otra de las preguntas del cuestionario que se hizo llegar al personal docente, vía internet y a través de la Red Educación y Solidaridad, Grupo Sepom, Francofonía y la Cátedra Unesco Educación y Salud. 29% dijo que logró adaptarse, 18% no está a gusto en lo absoluto con la crisis sanitaria y el resto se siente “más o menos”.
Con relación a la protección social del docente se les preguntó, ¿qué actores se preocupan por su salud y bienestar? 43% respondió que la dirección de la escuela; 32% de los maestros consideraron que a los órganos de supervisión les preocupa “un poco” y a los sindicatos “no les preocupa en absoluto” (35%).
Por cierto, el 40% del personal de aula no conoce sus derechos en materia de salud laboral y sobre la frecuencia de citas con la medicina laboral, 52% respondió que nunca hay una cita y 32% va una vez al año.
“¿Tiene acceso a recursos de formación, prevención de salud y bienestar?”, 58% respondió que no.
Un tercio de las y los profesores de este país (33%) respondió que se encuentra “ni satisfecho ni insatisfecho” con el acceso a los cuidados sanitarios del país y 29%, insatisfecho. Pero la mayoría considera “regular” su calidad de vida.
Sobre la valoración de su función, 49% considera que la profesión no está socialmente bien valorada y, aun así, 53% escogería de nuevo ser maestro o maestra.
“La pandemia muestra que la vocación y el compromiso del personal de la educación son activos que hay que cuidar. Su salud y bienestar son fundamentales para garantizar una educación de calidad”, considera el Barómetro Internacional de la Salud y del Bienestar del Personal de la Educación, y creo que en esto todos deberíamos estar de acuerdo.