Una colectiva de casi 19 mil científicas mexicanas, de todas las edades y especialidades, hace frente a la misoginia y el machismo del medio académico y laboral en el País a través del acompañamiento mutuo.
Fundada hace dos años, la comunidad Científicas Mexicanas se ha convertido en un espacio, tanto en línea como presencial, que apoya a quienes conforman su red de colaboradoras y seguidoras, además de difundir los logros científicos de las mujeres.
Con cerca de 135 voluntarias que conforman su plataforma, recientemente constituida como una asociación civil, todo comenzó como un grupo de Facebook en febrero de 2020.
En esa red social, donde abundan los grupos de científicos, becarios e investigadores, la biotecnóloga Patricia Rodil-García encontró un ambiente hostil para las mujeres.
“Estando en esos grupos, empecé a notar estas situaciones, particularmente hace un par de años, en el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que es en febrero, que hay de repente muchas actitudes machistas, misóginas, en estos espacios compartidos y la intención original era hacer un espacio que considerábamos seguro de tal forma que pudiéramos hablar de violencias, discriminaciones, estas situaciones que suceden en la academia, principalmente, pero en la ciencia en general, por ser mujeres”, explica en entrevista.
Primero con colegas, maestras, amigas y conocidas, el grupo de Facebook comenzó un crecimiento orgánico que hizo evidente la necesidad de un espacio de estas características.
Hoy, explica Rodil-García, sus equipos de trabajo se han ramificado en dos: los que hacen proyectos al interior de la comunidad, como los grupos contra la violencia de género, las mentorías y la bolsa de trabajo; y los que van hacia fuera, como las que se ocupan de redes sociales, un blog y un podcast.
“Ha sido todo un proceso de organización, de que las ideas que van surgiendo de la misma comunidad les vayamos dando un espacio para que realmente se puedan crear”, apunta.
Unirse a Científicas Mexicanas conlleva un proceso sencillo, pero estricto, que mantiene un espacio seguro para las académicas y estudiantes, con requisitos claros.
“Responder tres preguntas, leer nuestro reglamento, que es muy estricto para mantener la seguridad y la privacidad de las participantes, y que trabajen o estudien en algún área del conocimiento de ciencia y tecnología de acuerdo con los estándares de la UNESCO, que incluye ciencias sociales y humanidades”, explica su fundadora.
DISCRIMINACIÓN Y ACOSO
El alcance de la plataforma le ha permitido a Científicas Mexicanas realizar una radiografía sobre los principales problemas que enfrentan las mujeres para poder llevar a cabo sus carreras.
“Hay pocos estudios específicamente en México, no hay tantos datos, pero en la comunidad hemos hecho algunas encuestas. Sabemos que no es representativo de toda la comunidad científica en el País, sin embargo, sí hay científicas de todas las áreas del conocimiento, de prácticamente todos los estados”, abunda Rodil-García.
A través de encuestas y actividades realizadas por el grupo de Violencia de Género han podido identificar que la denuncia más reiterada de las científicas mexicanas es la falta de condiciones y discriminación para poder compaginar la actividad profesional en sus áreas con la maternidad.
“Sabemos que en las etapas de la edad reproductiva de las mujeres, normalmente están ya sea en algún posgrado, como en un doctorado, o son investigadoras jóvenes, entonces compaginar ambas actividades y también recibir muchos comentarios, incluso discriminación, por ser madres en su centro de trabajo o estudio; es un problema grave”, reclama.
El segundo, igualmente extendido, es el acoso, de distintas formas, tanto en sus centros de trabajo como en las universidades.
“Son situaciones de acoso, acoso de todo tipo, desde acoso en las universidades, como que se les diga que no pueden, que no es un lugar para ellas, que no se les permita participar en ciertas actividades por ser mujeres, por ejemplo, salidas de campo, utilizar ciertas herramientas, hasta situaciones muy graves de acoso sexual”, denuncia.
La tercera tiene que ver con la falta de reconocimiento legítimo por su labor.
“El robo de propiedad intelectual, el hecho de que muchas mujeres realizan, muy particularmente, o más específicamente, en la academia, actividades a veces adicionales a sus proyectos de estudio o trabajo y después ese trabajo no es reconocido o, incluso, es publicado o es llevado a congresos o eventos sin incluirlas”, explica.
Para combatir estos tres problemas, el grupo de Violencia de Género de Científicas Mexicanas ha generado un protocolo de atención y brindan apoyo a quien lo solicite.
“También para poder redirigirlas, canalizarlas, con colectivas, con asociaciones y distintas organizaciones que las pueden apoyar específicamente en los lugares, en las ciudades, en las que ellas se encuentran”, detalla Rodil-García.
“Hay una subcoordinación que se dedica específicamente a temas de maternidades científicas y es, justamente, por esta necesidad que hemos visto tantos reportes que se hacen en la comunidad sobre la dificultad de compaginar la maternidad con el trabajo científico y ellas igual hacen un poco de investigación del área y retoman propuestas de la comunidad para llevar a distintas organizaciones y asociaciones para presentar proyectos que puedan permitir compaginar de forma más justa y efectiva la maternidad y paternidad en el área científica”, explica.
CUSTODIAN VOCACIONES
A nivel internacional, explica Patricia Rodil-García, el fenómeno de la “tubería chorreante” (leaky pipeline, en inglés) ha sido identificado como uno de los principales problemas para las mujeres en la ciencia.
Este término se refiere a la forma en la que, incluso carreras que inician con un mayor número de mujeres que se dedican a ellas, progresivamente van perdiendo científicas por todas las dificultades a las que se enfrentan.
Para ello, nació el programa de Mentorías de la comunidad.
“Hay programas muy bonitos de otras organizaciones en donde se hace trabajo de vocación y seguimiento a niñas y jóvenes que están interesadas en entrar a la ciencia, pero no hay muchos programas en realidad de mentorías, apoyo, acompañamiento y seguimiento a quienes ya están dentro de la carrera científica y que están en este riesgo de renunciar o de irse por todas las situaciones que se viven ya dentro de la carrera”, explica.
Para ello, el grupo de Mentorías busca conjuntar binomios entre una mentora y una mentorada para evitar que las científicas dejen sus respectivas carreras. Hasta el momento, han concretado más de 80.
“Dependiendo de lo que la mentorada esté buscando y donde necesite tener acompañamiento y seguimiento, buscamos una mentora que haga ‘match’, digamos, con ella, que esté en un área similar y a lo largo de varios meses se reúnen en diversas ocasiones y se va dando seguimiento a procesos específicos o a situaciones específicas y, de esta forma, la mentora puede compartir su experiencia dentro de las áreas particulares, pero al mismo tiempo la mentorada también da retroalimentación”, desarrolla.
TOMAN LA PALABRA
En el grupo de Facebook de Científicas Mexicanas comparten actividades, congresos y conferencias de todas las áreas, pero también busca la difusión hacia afuera.
Por ello crearon el blog Mexicanas al Grito de Ciencia y un podcast en el que presentan los logros de las científicas mexicanas y reflexionan sobre los problemas que enfrentan en sus campos.
También tienen un proyecto colaborativo con Wikimedia México para organizar maratones de edición de Wikipedia y visibilizar las biografías y aportes de las científicas.
A punto de llegar a las 19 mil integrantes, Científicas Mexicanas continúa planeando su expansión porque, como explica Patricia Rodil-García, todavía hay mucho por hacer.
Ya como asociación civil tienen el plan de aliarse con otras organizaciones y allegarse fondos para la investigación en violencia de género, así como para apoyar a más mujeres, jóvenes y niñas a no abandonar sus vocaciones científicas.