Después de un invierno largo, demasiado largo por la pandemia de Covid-19, el festival Poesía por Primavera ha vuelto a salir a la calle con un copioso torrente de versos, libros y arte que, todavía en tiempos complicados, dotan al Centro Histórico de la Ciudad de una atmósfera de esperanza.
Frente a la Hostería La Bota, en el callejón peatonal San Jerónimo, un escenario ha sido dispuesto para recibir a más de 50 artistas que dan la bienvenida a la nueva estación ante los ojos de los admiradores de la poesía y de los viandantes que se tropiezan con la celebración.
Sobre una obra original de Daniel Lezama, los versos de Pura López Colomé, invitada especial del festival, se despliegan en una lona en el escenario: «Leo los juegos de palabras, / rondas en torno al eucalipto, / eucalipto / cinco sentidos vocales, / cada cual en su lugar / preguntando / de verdad por la verdad».
Los micrófonos del lugar, adecuadamente adornados con flores para la ocasión, se abrieron primero para López Colomé, quien leyó algunos poemas de su más reciente libro, Borrosa imago mundi.
Antes de comenzar, la poeta dedicó su lectura al escritor Álvaro Uribe, fallecido apenas hace unos días.
«Voy a tratar de leer cosas que lleguen de manera inmediata en un foro exterior como éste, porque en realidad todo lo que yo escribo es casi intimista, para cuartos cerrados», dijo López Colomé sobre el espíritu del evento.
Poesía por Primavera, que este año llega a su décima edición (aunque su primera encarnación es de 1999), interrumpido únicamente el año pasado por la pandemia, reivindica el derecho ciudadano a tomar las calles con sus manifestaciones artísticas.
Una instalación en la fuente frente a La Bota, una suerte de maraña de letras donde debería estar el agua, funge como metáfora del evento, y en torno a ella los espectadores se sientan a escuchar a los poetas.
«Es verdaderamente satisfactorio para nosotros volver a tomar el espacio público, hacernos de esta fuente, de este corredor, que en tantas ocasiones se ha visto amenazado y volverlo a poner en manos de la belleza, de la poesía», dijo Melisa Arzate, directora del encuentro junto con Antonio Calera-Grobet.
Segundo al micrófono, el poeta David Huerta dedicó su lectura a la autora Tedi López Mills, viuda de Uribe, y recitó un par de textos en prosa y el poema Contra los muros, el mismo que leyó en el Zócalo al término de una marcha convocada por Javier Sicilia en el 2011 por los desaparecidos del País.
«Una marcha doliente por todos esos muertos de aquellos años, de todos esos mexicanos que no han dejado de desaparecer violentamente. Once años después, por desgracia, este poema tiene plena vigencia», lamentó.
Poesía por Primavera, que se lleva a cabo hoy y mañana, de 12:00 a 19:30 horas, contará también con la presencia de poetas como Elsa Cross y Ricardo Yáñez; escritores como Mario Bellatin y Philippe Ollé-Laprune, y artistas plásticos como Demián Flores y Daniel Lezama.
Para David Huerta, el valor de este encuentro, tras lo ocurrido por la pandemia, es inestimable.
«La calle de la Ciudad de México es, en muchos sentidos, la ciudad, porque ahí es donde la ciudad vive, donde la ciudad late, por así decirlo, donde se puede percibir directamente el pulso de la ciudad. Nada tengo en contra de la vida en el interior de las cosas, pero hemos tenido una sobredosis de vida intramuros a lo largo de estos dos años», dijo en entrevista.
«Es inevitable experimentar un cierto grado de desesperación, precisamente, por la nostalgia de la calle, pero qué mejor que combinar la convivialidad del interior de las casas con la vida en la calle, y es lo que pasa aquí en La Bota, es lo que pasa con este festival primaveral, que ahora renace, en buena hora, con la primavera que es un renacimiento», celebró.
Para Huerta, tanto Calera-Grobet como Arzate son espíritus tutelares de muy diversas iniciativas culturales en la zona, evidentes en la amplitud de Poesía en Primavera, que convocó también a editoriales independientes, dentro y fuera de La Bota, que ofertan volúmenes de sus catálogos.
En medio de una crisis de violencia en esa zona del Centro Histórico, la voluntad de La Bota ha sido indeclinable, incluso ante la indolencia o franca oposición de las autoridades.
Según informaron los organizadores, este sábado por la mañana, con todos los permisos en regla y autorización por parte del Gobierno de la Ciudad de México, un policía de la Capital intentó impedir que montaran el escenario o usaran amplificación, e incluso amenazó con arrestar al propietario de La Bota.
El asunto, informan, no escaló a más que la confrontación verbal.
«Decía María Zambrano que las ruinas son anónimas, y nosotros hemos sido cruzados por una espada que nos ha herido casi de muerte y tenemos que volver a encontrarnos aquí, a abrazarnos aquí, entonces sea este par de días un pretexto para ver si sentimos aún, si tenemos aún pulso, a ver si seguimos cantando», declaró Calera-Grobet en la inauguración.
Durante la segunda jornada, este domingo, el pintor Gabriel Macotela y un grupo de colegas realizarán intervenciones pictóricas en la calle a una serie de puertas adquiridas por La Bota.
Este sábado, mientras el artista César Martínez preparaba un performance, una metralleta comestible para engullir a la violencia de la Ciudad, los poetas Pura López Colomé, David Huerta, César Cañedo y Blanca Luz Pulido disfrutaron de una paella, de nuevo afuera, en la calle recuperada por los versos para la primavera