La restauradora mexicana Laura Filloy Nadal, quien ha estudiado y conservado piezas mesoamericanas como la máscara funeraria de Pakal o el escudo emplumado Chimalli, ha sido nombrada curadora de las colecciones precolombinas de América en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, cargo que ocupará junto con Joanne Pillsbury.
Es la primera vez que un especialista del País ocupa este cargo.
El acervo prehispánico de las Américas del Met comprende más de 6 mil obras de cinco milenios e involucra un centenar de culturas distintas, que lo mismo legaron escultura monumental en piedra que obras minúsculas fabricadas en oro, jade y concha.
Restauradora de las colecciones del Museo Nacional de Antropología (MNA) en México, Filloy se ha distinguido por su empeño en dilucidar la técnica y la tecnología, así como los materiales de obras de plumaria tan antiguas como el mosaico mexica «Tapacaliz», del siglo 16.
Junto con la bióloga Lourdes Navarijo identificó no solo las aves de las que procedían las plumas, sino la sección anatómica de la que fueron tomadas, por ejemplo la dorsal o la posterior, que proveyó plumas caudales.
Lo mismo hizo con el escudo mexica «Chimalli», también del siglo 16, para determinar, junto con su colega María Olvido Moreno, que su factura requirió 26 mil 400 plumas y de cuáles aves provinieron. Ha intervenido con semejante tenacidad objetos de lapidaria, concha y madera, entre otros.
Ya instalada en el Met, desde donde habla en entrevista, la maestra y doctora en Arqueología se involucra en la renovación del ala Rockefeller, que tradicionalmente exhibe las colecciones de América precolombina, y también participa en el programa de exposiciones temporales del recinto.
El próximo noviembre, anticipa Filloy, el museo presentará una muestra dedicada a la divinidad en el arte maya, con Pillsbury como curadora líder y en la que también colabora el guatemalteco Oswaldo Chinchilla. Es la primera gran exposición de esta civilización en una década, y la primera del Met.
«Hubo exposiciones itinerantes cuya segunda sede fue el Museo Metropolitano, pero en este caso la exposición surge aquí», aclara quien también se ha desempeñado como investigadora y académica del INAH. En 2023 el museo de arte de Kimbell, en Fort Worth, Texas, recibirá la exhibición.
«Es también una iniciativa que me permite seguir trabajando con el INAH y con México», celebra Filloy.
Las ideas detrás de las obras
El ala Michael C. Rockefeller abrió en 1982, un siglo después de la fundación del museo, para albergar el arte de África, América y Oceanía. Cuatro décadas después transforma sus espacios arquitectónicos, mobiliario, iluminación, discurso curatorial y museografía para propiciar un tránsito más fluido, mayor diálogo entre obras y regiones culturales, así como para enfatizar los contextos, además de mostrar las producciones artísticas como parte de tradiciones de larga duración, de las cuales son herederos los indígenas, cuya perspectiva prevé integrar, detalla Filloy.
«Este es un museo de arte y se pondrán de relieve cuestiones que tienen que ver con las ideas ligadas a la producción artística, por eso me parece interesante hablar de materiales, de materialidad y de cuestiones técnicas en este nuevo discurso. Hay que enfatizar las ideas que están detrás de las creaciones», indica.
Ideas que dependen también, previene, de la función de estos objetos.
El proyecto de renovación abarca una superficie de casi 4 mil metros cuadrados y habrá piezas eje del discurso curatorial, por ejemplo una excepcional máscara teotihuacana de piedra verde que funciona como «pivote» del área destinada al periodo formativo.
La exhibición establecerá relaciones a partir de pares, como un relieve maya que contenga un pectoral, una diadema o unas orejeras, ornamentos que además de estar representados en la piedra, se reunirán físicamente en una vitrina.
Se prevé que algunos materiales dispongan de un espacio propio, como los antiguos textiles, los cuales podrán exhibirse y conservarse mejor debido a las nuevas condiciones del espacio, destaca Filloy.
Los contenidos de las cédulas de información se actualizarán con los aportes de investigaciones científicas como las que se efectúan en el recinto neoyorquino, añade quien ha estudiado «la biografía cultural» de los objetos.
Así, como biógrafa cultural, la presentó Alisa LaGamma, titular del departamento, al recibirla en el Met, porque indaga «cómo se fabricaron y usaron, qué significan, cómo y por qué se coleccionaron, cómo se han conservado y presentado, y qué puede enseñarnos su exhibición en los museos sobre historias específicas, así como sobre nuestra humanidad compartida».
Acercar el museo a los migrantes
No solo el ala Rockefeller se transforma: también Filloy reorienta su trabajo para acercarlo a las comunidades migrantes.
«Hablantes de alguna de las lenguas mayas hay cerca de 3 millones en esta región de Nueva York, y parte de mi proyecto con la exposición maya es hacer algunos contenidos en estas lenguas, y quizá traer a los niños de algunas escuelas hacia el Metropolitan.
«Sí es un cambio, porque en los últimos años en México había estado trabajando en distintas investigaciones relacionadas con el estudio de los objetos, desde su materialidad, desde su parte tecnológica, y en cómo transmitir al público las respuestas a las preguntas que nos hacemos al respecto.
«Porque la investigación», advierte, «no tiene sentido si no tenemos cómo hacerla llegar a los públicos y estos pueden ser muy especializados, pero a mí lo que me interesa es abrirla a otros. Por eso el Metropolitan me parece un lugar ideal: la cantidad de visitantes del mundo que recibe este museo es impactante y poder presentar el arte precolombino de América a esta gran cantidad de público me parece importantísimo. Si de aquí les surge el interés quizá vayan después a México, a Guatemala o a otros países de Latinoamérica para conocer a mayor profundidad las culturas de nuestro continente»