La nueva novela de Luisa Reyes Retana, Tu lengua en mi boca, pareciera estar construida sobre una convicción inamovible: no importa cuán árido o remoto sea un lugar, la sororidad y la poesía encuentran siempre terreno para florecer.
Así lo atestigua Berta, la protagonista del libro, quien, por pura casualidad, en medio de un roadtrip funerario por el norte de México, descubre en un terreno baldío en Torreón a un grupo de mujeres jóvenes que, al calor de una pira y unas caguamas, se juntan en las noches para leer poesía.
En medio de ese ritual de transgresión, que mucho tiene de aquelarre para el personaje principal, nace la relación de sororidad que guía la trama de la segunda novela de Reyes Retana, publicada por Literatura Random House, después de Arde Josefina, ganadora del Premio Mauricio Achar en 2017.
«Tenía ganas de escribir una historia sobre mujeres y sobre sororidad, sobre compañerismo, sobre lo que hacemos las mujeres», explica la autora en entrevista.
Interesada por la ciudad de Torreón, a la que ha acudido varias veces a buscar historias, la escritora se encontró con un grupo de adolescentes que le revelaron a sus próximas personajes.
«En Torreón conocí a muchas chavas que me enseñaron qué distinta es la adolescencia contemporánea a la que yo viví, súper desparpajadas, súper abusadas; mucha carrilla, listas, divertidas. Me gustó muchísimo lo que vi, me pareció muy liberador y me dio mucha esperanza», comparte.
Ellas son el antecedente de Babis, Judas, Futuro y Márgara, un grupo de estudiantes recién salidas de la prepa que están buscando una poesía que hable de ellas y de su vida, más allá de los versos canónicos de los poetas hombres que les enseñan en la escuela.
En discusiones colmadas de humor y rebeldía, las cuatro jóvenes son implacables en su crítica a poetas como Jaime Sabines, Nicanor Parra y Octavio Paz.
«Estas chavas, que están medio politizadas y que, de algún modo, (para ellas) la vida es la resistencia, es la rebeldía, no aceptan prima facie estos versos y creen que estos poetas eran unos mamones, en esencia, y que, de algún modo, sospechan que hay otra poesía, pero no saben cómo llegar a ella», explica Reyes Retana.
Es ahí donde entra Berta, quien, en su camino a cumplir el último deseo de su tía, que sus cenizas sean depositadas en la Zona del Silencio, sufre una avería automovilística y debe permanecer en Torreón por varios días.
Este viaje para cerrar un capítulo es el inicio de uno nuevo: el del grupo poético feminista M45, nombre astronómico de las pléyades, a su vez personajes mitológicos que retratan la sororidad ante el acoso masculino, y cuyas siglas gustan sus integrantes por «tener barrio».
Berta, una mujer en sus cincuenta que siempre quiso dedicarse a la literatura, decide tomar en sus manos la mentoría del grupo para acercarles la poesía referencial de mujeres como Rosario Castellanos y Alejandra Pizarnik, pero también de poetas contemporáneas, como Sara Uribe.
«Si queremos leer poesía histórica, está padre leer al súper canon literario, súper patriarcal, del siglo 20, pero si lo que queremos es leer poesía viva, hay tanto, tanto, que se está creando right now y que necesita foros, necesita lectores, y que a los lectores les va a dar como una nueva perspectiva de la vida, una nueva perspectiva de la poesía; no tengo duda, soy una convencida», dice la escritora sobre una de las misiones del libro.
«Por supuesto, Berta también es una convencida y es bastante oportunista, porque dijo: ‘Estas chavas tienen sed de otras letras; yo tengo otras letras’, entonces se van a juntar el hambre con las ganas de comer; ‘yo les voy a dar a ellas lo que quieren, ellas me van a dar mí lo que necesito'», abunda.
Tanto Berta, quien perdió la mayor parte de su familia en el terremoto del 85, como Babis, quien padece una situación de violencia en casa, constituyen parte de un mosaico de personajes cuyas vidas encuentran sentido a través de la poesía y de saberse juntas.
En esta celebración del género lírico, que poco tiene de mausoleo, pero sí mucho de fiesta, Reyes Retana construyó también una «casa» para la poesía que escribió en su adolescencia, hasta ahora inédita, y que ahora fue puesta en la pluma de sus personajes,
«La poesía que aparece en ese libro, que supuestamente escriben las adolescentes, en realidad es mi propia poesía adolescente que nunca pude publicar, nadie me la aceptaba, y yo me quedé con la inquietud de reivindicar a mi yo adolescente con la promesa de la publicación de su poesía», apunta.
«Mi yo adolescente ya descansa después de Tu lengua en mi boca«, celebra.
El título del libro, de hecho, proviene de un poema suyo, pero ahora en voz de Babis, la más aventajada de todas las M45: «Compartimos manos / cuando me tocas te tocas / hablo y nos hablamos / en tu boca vive mi lengua».
«Cuando pensé en Tu lengua en mi boca (como título), estuvo divertido, porque obviamente es un título muy sugerente, tiene su cachondería y puede hasta ser medio lanzado, pero, por otro lado, es sumamente poético; eso es la poesía: tu lengua en mi boca, la boca que compartimos, la lengua que nos enciende juntos», concluye Reyes Retana.
Juntas, las M45 son la prueba de que, ante cualquier adversidad, la sororidad y la poesía tienen siempre espacio para germinar.