Alrededor del 8M, la voz de las mujeres se hace escuchar en las marchas y en las calles, pero también en las salas de concierto.
Y es que Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM) se sumará a las voces, tiñéndose así de violeta.
Canción sin miedo, de Vivir Quintana, ya un himno dentro de las marchas feministas del País, se escuchará ahora en arreglo sinfónico a través del programa Filarmónica Violeta, dirigido por la batuta huésped de la mezzosoprano y concertadora Grace Echauri, junto a temas -también en versiones orquestales- de Cecilia Toussaint y Leiden, en una presentación que tendrá lugar este sábado a las 18:00 horas en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.
Echauri destaca en entrevista que se trata de la primera vez que la OFCM encarga arreglos sinfónicos nuevos para un concierto.
La elección del repertorio recayó en las tres solistas invitadas, Quintana, Toussaint y Leiden, voces ya reconocidas por el público.
«Yo siento que de esta manera la Filarmónica de la Ciudad, a través de la música, a través de la voz, dice: ‘Somos Filarmónica Violeta, somos todos los que estamos en el concierto, somos esa voz de la mujer; estamos en el camino, pero aun nos falta mucho'», comenta Echauri, quien, antes del canto, se formó como organista, pianista acompañante y directora.
El concierto contempla, además, dos obras de la compositora Gina Enríquez, quien, como Echauri, también se ha abierto camino en la dirección orquestal.
Al respecto, Echauri ambiciona que la presencia de las mujeres en el podio sea visto cada vez como algo «más natural», y no solamente lleguen los reflectores a ellas durante marzo, mes en el que se conmemora el Día Internacional de la Mujer.
Así se lo dijo un día el director Fernando Lozano, fundador de la OFCM: «Grace, me gusta invitarlas a dirigir, como a cualquier otro director, el resto de la temporada del año, no nada más en marzo». Y eso, subraya la directora jalisciense, le parece más que correcto.
Una postura también sostenida por Lanfranco Marcelletti cuando el brasileño fue titular de la Sinfónica de Xalapa: «Quiero que vengas, sin importar el mes que sea dentro de la temporada», le manifestó.
Eso persigue a Echauri: que haya más empatía hacia las mujeres por parte de los titulares de las agrupaciones, quienes son los que deciden qué directores huéspedes programar.
«Si tú no ves a mujeres en un podio como directoras huéspedes el resto del año es porque a los directores titulares no se les antoja. Eso sí es muy obvio, y para allá es un poco la llamada de atención», asevera.
REGRESO A TAILANDIA
En los próximos días, luego del concierto violeta con la OFCM, Echauri viajará a Tailandia para recibir una distinción por 15 años de trayectoria, en una ceremonia que había sido pospuesta por la pandemia.
En aquel país, la mexicana es bien conocida.
Como mezzosoprano, debutó en 2005 con el papel de Amneris en Aída en Bangkok y, desde entonces, ha mantenido un vínculo, pero no sólo como cantante, sino también como directora de coro y conduciendo, en ensayos, agrupaciones.
Todo luego de que al compositor, cineasta y director de orquesta Somtow Sucharitkul se le encomendara la tarea de formar en la capital de la nación asiática una compañía de ópera y una filarmónica. Hasta entonces, lo habitual era rentar las producciones y elencos en Bulgaria.
Echauri ha sido una estrecha colaboradora de Sucharitkul, un introductor del género operístico en su país, y ha estrenado varias obras suyas, como El príncipe silencioso, en honor de Buda, en 2012.
Y allá también ha sido docente, una experiencia que incentivó su deseo de trabajar también con jóvenes en México, en una tarea que ha logrado cristalizar a través del Taller de Ópera de la Facultad de Música de la UNAM.
La directora ambiciona ahora algún día ser titular de una orquesta, aunque, por el momento, ser batuta huésped le permite continuar con sus compromisos como solista en el canto.