Es difícil imaginar El Padrino sin Al Pacino. Su sobria interpretación de Michael Corleone pasa casi desapercibida durante la primera hora de la película, hasta que por fin se impone, tomando gradualmente el control de la operación criminal de los Corleone y de la cinta.
«Estoy aquí porque hice El Padrino. Para un actor, eso es como ganar la lotería. Al final, no tuve nada que ver con la película más que interpretar el papel».Al Pacinoactor
Pero tampoco habría Al Pacino sin El Padrino. El actor era una estrella en ascenso del teatro neoyorquino que había tenido un solo papel en el cine cuando Francis Ford Coppola luchó por él para que interpretara al meditabundo príncipe de su epopeya mafiosa.
La película se estrenó en Nueva York el 15 de marzo de 1972. En una entrevista telefónica desde Los Ángeles el mes pasado, Pacino, de 81 años, se mostró bastante filosófico al hablar del filme. Sigue siendo un ferviente admirador de la cinta y de todo lo que Coppola y sus coprotagonistas hicieron para apoyarlo.
¿Cómo llegó el papel de Michael Corleone?
En ese momento de mi vida, no tenía opción. Francis me quería. Yo había hecho una sola película. Y no estaba tan interesado en el cine hasta el punto que me interesara. Mi mente estaba en otro espacio. Me sentía fuera de lugar en las primeras películas que hice.
Recuerdo que le dije a mi amigo Charlie (su mentor, el profesor de actuación Charlie Laughton): ‘vaya, hablan de que es real, pero mientras tanto no lo es’. Porque hay cables por todas partes. Y además, ¡tienes que volver a hacerlo! (risas) Lo haces y te dicen: ‘bueno, vuelve a hacerlo, hazlo de nuevo’.
¿Cuándo conociste a Coppola?
Francis era este cineasta que tenía Zoetrope (su compañía productora, American Zoetrope), y gente como Steven Spielberg y George Lucas y (Martin) Scorsese y (Brian) De Palma formaban parte del grupo. Recuerdo haber visto a algunos de ellos cuando Francis me pidió que fuera a San Francisco después de haberme visto en una obra en Broadway. ¿Conoces esa historia? Ahora estoy contando viejas historias.
Está bien. Por eso estamos aquí.
Me vio en el escenario, pero no lo conocía. Para ese entonces había escrito Patton y me envió un guion de una maravillosa historia de amor que había escrito (que nunca se produjo).
Quería verme. Eso significaba que tenía que tomar un avión a San Francisco, algo a lo que no estaba acostumbrado. Pensé: ‘¿hay alguna otra manera de ir? No puedo decirle a este tipo que venga hasta aquí, ¿cierto?’ Así que me dije que tomaría al toro por los cuernos y fui.
Pasé cinco días con él. Fue realmente especial, esta película. Pero fuimos rechazados, por supuesto. Yo era un actor desconocido y él había hecho un par de películas, Ya Eres un Hombre (1966) y Dos Almas en Pugna (1969). Así que volví a casa y no supe más de él.
Pero con el tiempo, volviste a tener noticias de él. ¿Cuándo fue eso?
(Mi primera película) Pánico en Needle Park (1971) no había salido todavía. Y recibí una llamada de Francis Coppola: un nombre del pasado. Primero, dijo que iba a dirigir El Padrino. Pensé: ‘bueno, podría estar pasando por una mini-crisis o algo así. ¿Cómo le dieron El Padrino?’.
¿No pensaste que era posible que la estuviera haciendo?
Tengo que decirte que ya era algo muy importante. Era un gran libro. Cuando eres actor, ni siquiera pones los ojos en esas cosas. No existen para ti. Estás en un determinado lugar de tu vida en el que no vas a ser aceptado en esas grandes películas, al menos no todavía. Y me dijo que no sólo la iba a dirigir, (rompiendo a reír) sino que quería que yo lo hiciera. Lo siento, no quería reírme.
Es que me pareció tan inaudito. Aquí estoy, hablando con alguien que creo que perdió la cabeza. Dije: ‘¿en qué tren estoy? OK. Complace al tipo’. Y él quería que hiciera el papel de Michael. Pensé: ‘OK, voy a seguirle la corriente’. Dije: ‘sí, Francis, bien’. ¿Sabes cómo te hablan cuando estás perdiendo tus facultades? Te dicen: ‘Sí! ¡Por supuesto! ¡Sí!’. Pero él no estaba loco. Era la verdad. Y me dieron el papel.
Es célebre la historia de que Paramount se opuso a la idea de que interpretaras el papel.
Bueno, ¡rechazaron a todo su elenco! (Risas) Rechazaron a Brando. Rechazaron a Jimmy Caan y Bob Duvall. Hubo conflicto.
¿Hubo algún momento durante el rodaje de El Padrino en el que te percataste de que iba a ser grandiosa?
¿Recuerdas la escena del funeral de Marlon? Se acababa aquel día, el sol se ponía. Así que, naturalmente, estoy feliz porque puedo ir a casa y tomar unas copas. Iba a mi remolque diciendo: ‘bueno, hoy he estado bastante bien. No tuve líneas, ni obligaciones, estuvo bien. Cada día sin líneas es un buen día’.
Así que vuelvo a mi remolque. Y allí, sentado en una lápida, está Francis Ford Coppola, llorando como un bebé. Llorando profusamente. Y me acerqué a él y le dije: ‘Francis, ¿qué pasa? ¿Qué pasó?’ Me dijo: ‘No me darán otra oportunidad’. Es decir, que no le permitirían filmar otro ángulo. Y pensé: ‘OK. Creo que estoy en una buena película’. Porque él tenía este tipo de pasión.
Hay una intensa tranquilidad en tu papel de Michael en El Padrino que no he visto en otras de tus interpretaciones cinematográficas, incluso en las últimas veces que lo hiciste. ¿Fue una parte que desapareció o simplemente era la naturaleza del personaje?
Me gustaría pensar que fue la naturaleza de esa persona en particular y esa interpretación. No puedo pensar en ningún otro personaje que haya hecho que pudiera utilizar ese tipo de marco. Yo era un actor joven; en El Padrino III, ya no era joven, pero eso no es culpa mía (risas).