Así como existe la pediatría, que cuida de los niños, y la geriatría, de los adultos mayores, ¿cuál es ese iatrós -refiriendo la voz griega- encargado de las patologías sociales?
No hay, apunta el escultor Pedro Reyes (Ciudad de México, 1972), una ciencia o una carrera que enseñe cómo «curar» problemas de las sociedades, como la guerra, la violencia doméstica o esa polarización que facilita que escalen los conflictos.
Una «sociatría» a la cual, no obstante, el arte y sus experimentos sociales sí pueden contribuir.
Dicho término, ideado por el científico social Jacob Levy Moreno a mediados del siglo 20, da título a la primera revisión panorámica de Reyes en Europa, Societry, que reúne en el Museo de Arte Contemporáneo MARTa Herford, en Alemania, aquellas piezas en las que el creador mexicano ha explorado el efecto curativo del arte.
«No es una retrospectiva exhaustiva, sino más bien una curaduría que tiene como hilo común este concepto», detalla el artista interdisciplinario en videoentrevista remota desde Alemania, tras afinar los últimos detalles de la exhibición que se inaugura este sábado y que permanecerá hasta el 14 de agosto.
«Es, básicamente, arte aplicado o arte útil», continúa, «teniendo al centro estas problemáticas que sí buscan de alguna forma la producción de cambio, aunque sea un cambio psicológico a nivel individual».
Segmentada en tres partes, la muestra en este inmueble diseñado por Frank Gehry incluye alrededor de 45 dibujos, esculturas, instalaciones y videos realizados durante los últimos 20 años, particularmente aquellas operaciones artísticas con un componente ritual y una invitación a que el público forme parte del proceso escultórico.
Tal es el caso de Sanatorium, proyecto presentado por Reyes en 2012 en dOCUMENTA 13, en Alemania, donde arte y psicología se conectan para derivar en una especie de «clínica» utópica, con cuatro terapias a elegir; acaso un moderno tetrafármaco, a la manera de Epicuro.
Entre ellas, Philosophical Casino, una suerte de oráculo que, a través de un dado, responde a los visitantes con máximas y consignas filosóficas a preguntas sobre su vida, que luego se analizan colectivamente.
«Las personas que coinciden contigo en ese momento te ayudan a interpretar cómo esa frase es una respuesta a esa duda existencial que tú preguntaste. Lo que pasa, que es muy bonito, es que la filosofía ocurre ya no a través de los libros, sino de una forma dialéctica a través de esta convivencia.
«Se crea un momento de intimidad con extraños que te van a ayudar a tal vez llegar a una conclusión a la que no hubieras llegado solo. Es como una especie de dinámica de grupo, o una terapia grupal, aplicada al contexto social. Y ése es un ejemplo de por qué la exposición se llama Sociatría«, expone Reyes, quien se dice feliz y agradecido de estar de vuelta en un museo, a invitación de la curadora Friederike Fast, tras la pausa por la pandemia.
Asimismo, como parte de estas terapias, en Citileaks los participantes escriben un secreto para colocarlo en una botella y, a cambio, pueden leer la confesión de otra persona. Una forma de catarsis, dice el artista, en la acepción más antigua del término como una purificación, depuración de algo tóxico.
«Y yo creo que también viene como esa especie de absolución, de que tú al leer el secreto de otra persona relativizas tus problemas y te das cuenta de que nadie es normal, de que todo mundo tiene cosas atoradas», considera.
«Que finalmente la humanidad, en su totalidad, no deja de ser un grupo de niños asustados que quieren ser amados por el otro y tenemos miedo de que nos rechacen. Ésa es como la definición de la condición humana».
De forma que, resalta Reyes, este tipo de terapias constituyen un proceso de acompañamiento durante esa confesión de vulnerabilidad que a veces se puede sentir.