Durante la primera práctica del Gran Premio de Arabia Saudita un nube de humo sacudió a pilotos, aficionados y todos los que seguían a la Fórmula Uno.
A 20 kilómetros del circuito de Jeddah, una planta petrolera había sido atacada por misiles del grupo rebelde Houthi, proveniente de Yemen.
Este conflicto tiene como objetivo, en palabras de los hutíes, acabar con el sistema corrupto de Arabia Saudita.
Los hutíes, quienes reconocieron que lanzaron los ataques contra Jeddah, han llevado a cabo miles de ataques transfronterizos con misiles y aviones no tripulados en Arabia Saudita en los años transcurridos desde que Riad, la capital y el principal centro de negocios de Arabia Saudita, lanzó un asalto aéreo en Yemen, que ha matado a decenas de miles de locales.
Estos ataques se produjeron cuando Arabia Saudita encabezó una coalición que luchaba contra los hutíes, que se apoderaron de la capital de Yemen, Sanaa, en septiembre de 2014.
Los hutíes han atacado dos veces la planta del norte de Jeddah con misiles de crucero.
La planta a granel del norte de Jeddah almacena diesel, gasolina y combustible para aviones para su uso en la ciudad. Representa más de una cuarta parte de todos los suministros de Arabia Saudita y también sirve para generar combustible crucial para operar una planta de desalinización de la región.
Tras el ataque de este viernes, los pilotos, sus escuderías, la F1 y la FIA se reunieron por más de cuatro horas para saber qué pasaría con el resto de los eventos del Gran Premio de Arabia Saudita y llegaron a la conclusión de que estaba garantizada la seguridad, así que todo seguiría en pie.