En medio de las preocupaciones sobre el cambio climático, Europa está invirtiendo fuertemente en trenes. La idea es hacer que este sistema de transporte sea más atractivo, especialmente como alternativa a los vuelos de corta distancia.
En la actualidad, los viajes en tren en el Viejo Continente están en auge gracias al creciente interés de los viajeros, el renacimiento de los trenes con literas y las nuevas inversiones en líneas ferroviarias de alta velocidad.
Pero para ver un gran crecimiento en el tráfico de pasajeros, lo que es uno de los objetivos del Acuerdo Verde Europeo, los ferrocarriles del continente deberán superar una serie de desafíos, incluidas las dificultades de reserva y la competencia con los vuelos de corta distancia, que siguen siendo la opción más barata en muchas rutas multipaís.
En Francia y Austria, la pandemia puso en primer plano la cuestión de los aviones contra los trenes.
El paquete de rescate por el Covid-19 del Gobierno francés para Air France requería que la aerolínea eliminara los vuelos nacionales si había una opción ferroviaria que tardaba menos de 2 horas y media en completarse. La medida se convirtió más tarde en ley.
El Administración austriaca puso una condición similar para su apoyo a Austrian Airlines, al exigir a la compañía que finalizara su vuelo de 50 minutos entre Viena y Salzburgo, trayecto que los pasajeros pueden realizar en tren en unas tres horas.
La Comisión Europea también designó 2021 como el «Año del Ferrocarril Europeo», aprovechando la oportunidad para correr la voz sobre los viajes en tren, particularmente entre una audiencia más joven.
Si bien el tráfico de pasajeros creció constantemente durante 2019, partía de una base baja: antes de la pandemia, sólo el 8 por ciento de todos los viajes de pasajeros en la Unión Europea (UE) se realizaba en tren.
Pero además de la campaña de relaciones públicas, los líderes europeos también trabajan para reducir las barreras prácticas a los viajes en tren transfronterizos mediante la introducción de nuevos sistemas de intercambio de datos, reemplazar la infraestructura obsoleta y la construcción de rutas de alta velocidad, particularmente en Europa Central y Oriental.
«La idea es que para viajes en tren de menos de cuatro horas, ningún empresario opte por volar, y para viajes de menos de seis horas, la gente normal, los turistas, tomen el tren», señaló Alberto Mazzola, director ejecutivo de la Comunidad de Empresas Europeas de Ferrocarriles e Infraestructuras, con sede en Bruselas.
Agregó que los líderes gubernamentales están apoyando la infraestructura ferroviaria, particularmente las líneas de alta velocidad.
Trenes nocturnos en ascenso
Los trenes nocturnos de Europa son una gran parte de la creciente ola de popularidad de este sistema de transporte en el continente.
En declive desde la década de 1990, los servicios nocturnos sufrieron junto con el desarrollo de las firmas aéreas de bajo costo y un aumento en la inversión gubernamental en trenes de alta velocidad, cuyos servicios diurnos más rápidos a menudo desplazaron a sus contrapartes más lentas de la noche.
Pero esa tendencia ya estaba comenzando a cambiar antes de la pandemia, y ahora el impulso detrás de los ferrocarriles nocturnos parece estar subiendo rápidamente, con nuevas conexiones surgiendo en todo el continente.
«Es cierto que tenemos un renacimiento real de los trenes nocturnos en Francia y en Europa», reconoció Alain Krakovitch, director de viajes de SNCF, la compañía ferroviaria estatal de Francia.
«Es una demanda muy fuerte, tanto de los clientes como de los funcionarios electos, los Alcaldes y el Gobierno».
El año pasado, SNCF relanzó los servicios nocturnos entre París y Niza, con boletos a partir de 19 euros, alrededor de 21 dólares, para un boleto de temporada baja entre semana.
Eso se compara con 31 euros, sin incluir las tarifas de equipaje ni el costo de los traslados al aeropuerto, por un vuelo corto en EasyJet que sale en un día similar.
SNCF también ofrece servicios nocturnos entre París y Toulouse, y entre París y Lourdes en el suroeste de Francia. Un tren nocturno a Hendaya, una ciudad costera francesa cerca de la frontera española, funcionará en julio y agosto.
Y el servicio nocturno sin trasbordar entre París y Berlín, un viaje que actualmente dura ocho horas y requiere al menos un cambio, está programado para comenzar en diciembre de 2023 como un esfuerzo cooperativo entre cuatro operadores europeos.
Hasta ahora, dijo Krakovitch, la demanda ha sido fuerte.
«Es cierto que esto es un gran atractivo para los pasajeros. La idea de poder conciliar el sueño en París y despertar en Niza ahorra una noche en un hotel», explicó Krakovitch.
«Te permite llegar muy temprano a Niza sin estar cansado. Es un producto que tiene muchos beneficios, pero tuvimos que invertir mucho para relanzarlo. Esperamos mantener este impulso».
Desafíos en curso
Pero si bien los trenes nocturnos ofrecen nuevas conexiones para los viajeros, sólo sirven rutas específicas.
Las personas que buscan hacer conexiones entre ciudades que no están vinculadas en esas redes continúan enfrentándose a desafíos, tanto en la reserva de sus boletos como en los precios que cobran.
Algunos viajes de larga distancia con varias paradas siguen siendo mucho más baratos en avión que en tren.
El hecho es que, a pesar del apoyo de la UE al ferrocarril, los Gobiernos del bloque continúan otorgando enormes subsidios a las aerolíneas, en forma de paquetes de rescate y bajos impuestos sobre el combustible para aviones, aunque eso podría cambiar pronto.
Herwig Schuster, activista de transporte de la campaña Movilidad para Todos de la UE de Greenpeace, calificó las medidas francesas y austriacas como «un punto de partida» y dijo que el bloque debería prohibir los vuelos para los que hay una alternativa de tren que toma menos de seis horas, en lugar de solo dos o tres.
Tal medida eliminaría alrededor de un tercio de las rutas de corta distancia más populares de Europa, pero Schuster sostuvo que los consumidores están listos para ese cambio: una encuesta climática reciente encontró que el 62 por ciento de los europeos apoya la prohibición de vuelos de corta distancia.
El mayor obstáculo, agregó, sería asegurarse de que las opciones de tren sean al menos tan asequibles como los vuelos.