Emilio Lozoya llegó ayer al juzgado visiblemente relajado, por momentos sonriente. Incluso se dio tiempo de «vapear» y hojear un libro.
Su defensa había pactado un acuerdo reparatorio por 10.7 millones de dólares en los casos Odebrecht y Agronitrogenados, que le permitiría salir de prisión.
Sin embargo, horas después dejó el juzgado inconforme, pues no se concretó el acuerdo porque Pemex argumentó «falta de documentación».
A las 9:50 horas, mientras Lozoya platicaba con su abogado Miguel Ontiveros en la Sala de Juicios Orales 1 del Reclusorio Norte, entraron los padres del ex director de Pemex.
Unos minutos después, tanto los padres de Lozoya como su defensor salieron de la sala, momento que fue aprovechado por el ex funcionario para usar un vapeador de color rojo.
Sin empacho, a pesar de encontrarse en un espacio cerrado y ser videograbado, Lozoya sacaba el humo por la nariz y por la boca. Su cubrebocas estaba sobre un escritorio.
Sin esconder el aparato ni dejar de vapear, Lozoya comenzó a leer un libro hasta que entró Ontiveros.
«En tres horas», se le escuchó decir al abogado.
Gilda Margarita Austin, madre del ex funcionario peñista, entró a la sala y abrazó a su hijo vestido de caqui. Le dio un beso y, ya sentados, le dio una palmada en la rodilla.
La mujer le hizo una seña de silencio, pues los micrófonos de la sala estaban abiertos. Lozoya atendió la indicación, pero después comenzaron a hablar en voz baja.
El ex director de Pemex, preso desde noviembre, sonrió mientras platicaba con su mamá. También entrelazaron sus manos varias veces.
A las 10:52 horas entró el padre de Lozoya, del mismo nombre. Las negociaciones afuera, en privado, ya llevaban más de una hora. La audiencia no podía iniciar.
El semblante de Lozoya cambió de inmediato. Se tornó serio, adusto y con ademanes demostraba inconformidad.
«(Pero) si las partes están de acuerdo», expresó Lozoya padre antes de volver a salir de la sala para retomar las pláticas con Pemex, relacionadas con el acuerdo reparatorio.
Lozoya se quedó nuevamente con su mamá, quien también se notaba más seria, incluso preocupada.
El ex director de Pemex volvió a usar su vapeador, pero, ahora sí, un auxiliar de sala le pidió guardarlo y no utilizarlo.
A las 11:36 horas, el padre de Lozoya volvió a entrar a la Sala. Sin que se hubiera escuchado lo que dijo a su hijo, éste hizo un gesto de desaprobación y se llevó las manos a la cara.
Su madre trató de consolarlo. Le frotó el pecho, lo tomó de las manos, lo abrazó y nuevamente lo besó en la mejilla.
El inculpado se mostró ahora desencajado. Llevó la mirada al piso mientras su padre tomaba y besaba la mano de la señora Austin.
No había acuerdo reparatorio y así se confirmó a las 12:24 horas ya en la audiencia de acuerdo reparatorio, que inició con casi dos horas y media de retraso por la negociación previa.
«Pemex nos ha pedido un espacio para ver unos temas», expresó ante el Juez el abogado Alejandro Rojas.
«Solicito diferir la audiencia por falta de documentación», pidió después la representante de Pemex.
El Juez Artemio Zúñiga aceptó el aplazamiento de la diligencia no sin antes «regañar» a Pemex por no haber informado con anticipación que le faltaba documentación para cerrar el acuerdo.
A las 12:37 horas, el juez dio por terminada la audiencia de menos de 15 minutos. Lozoya volvió a abrazar y besar a sus padres, y regresó a su celda.