Las semillas de tratadas con sustancias tóxicas han acabado con la vida de más del 30% de las aves granívoras
Aves granívoras como la torcaza, una especie de tórtola sudamericana, evitan ingerir alimentos tratados con sustancias neonicotinoides, aunque este rechazo no ha logrado evitar la muerte del 38 % de los ejemplares expuestos al insecticida imidacloprid, según un estudio de científicos españoles y argentinos.
El Grupo de Investigación en Toxicología de Fauna Silvestre del Instituto español de Investigación en Recursos Cinegéticos, el argentino Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Instituto Nacional de Limnología (INALI) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina realizaron tres experimentos consecutivos con varios ejemplares de torcaza para comprobar su grado de repelencia primaria (rechazo inmediato a la comida contaminada), de falta de apetito causado por el tóxico (anorexia) y de repelencia secundaria (aversión aprendida) a este tipo de insecticidas.
Los resultados de los experimentos probaron que, con el sorgo, los tres tipos de neonicotinoides examinados produjeron una reducción del consumo de semillas tratadas de un 97 % en comparación con los controles, a consecuencia de una repelencia primaria o secundaria.
Sin embargo, pese a ese nivel de rechazo, el 38 % de los ejemplares expuestos a imidacloprid murió por intoxicación, mientras que en el caso de la clotianidina falleció el 13 %.
Con todo, los investigadores matizan que «las aves no evitaron el consumo de sorgo no tratado después de la exposición al sorgo tratado, lo que indica que la evitación no se generaliza al tipo de alimento sin una señal sensorial asociada», algo que consideran importante, pues una generalización de la aversión «tendría mayores implicaciones en la ecología trófica de las aves granívoras», según un comunicado del instituto español.
«El trabajo muestra que el consumo de semillas de sorgo tratadas con neonicotinoides es un riesgo ecotoxicológico para especies granívoras medianas como la torcaza», avisan, y concretan que, aunque las aves pueden mostrar aversión a la semilla tratada, la ingesta de pequeñas cantidades es suficiente para provocar anorexia, alteraciones neurológicas e incluso la muerte.