Tlaltenco, en Tláhuac, es el lugar donde convergen todos los problemas de la Ciudad: ambientales, de seguridad, infraestructura y movilidad.
Hasta el año pasado, lo único que funcionaba para sus habitantes era el Metro con la llamada Línea Dorada, la cual cerró tras el desplome del 3 de mayo de 2021. Para llegar a esta zona sólo se puede hacerlo por Avenida Tláhuac, con tránsito a tope y donde los carriles se reducen a un par por las obras en vía pública.
Daniel Vázquez vive en esta zona desde hace 30 años. La colonia era conocida como Las Puertas, pero hoy ha cambiado su nomenclatura a Zacatenco. De esas tres décadas, en más de una, Daniel ha visto cómo su vivienda se hunde.
«Esta situación de los hundimientos empezaron con la construcción del Metro. Hace 11 años más o menos», explicó.
El suelo, como el de la mayoría de los habitantes de Zacatenco, presenta inclinaciones tan evidentes que los muebles se recorren solos, el agua se encharca y las construcciones comienzan a cuartearse.
En tan sólo cuatro metros de construcción la casa de Daniel, a unos pasos de las vías de la Línea 12, se ha hundido 13 centímetros.
Sus vecinos están en la misma situación, han tenido que reparar bardas, echar pisos nuevos y apuntalar edificaciones porque cada año sus casas resultan con más daños tras la construcción del Metro.
«De este lado, definitivamente yo lo voy a tirar porque no me conviene tener este cuarto tan chueco. Es peligroso, qué tal se viene abajo», dijo María Luisa Mendoza.
Su casa se encuentra a un par de cuadras de la entrada a la estación Tlaltenco. Comenta que, si bien el Metro trajo algunos años una solución de movilidad, hoy sólo causa estragos en sus cimientos.
«Empezó (los hundimientos) cuando empezó el Metro porque mi casa no estaba así, tan fea. Se estaba hundiendo para allá (lado contrario al Metro), no se estaba yendo para allá (lado del Metro)», cuenta.
Como en el caso de Daniel, su casa está cuarteada, los muebles se deslizan por la inclinación, incluso, mantener el equilibrio representa un sobreesfuerzo para ella.
«Cuando pasaba el Metro se movía la casa, toda la casa, sí se siente. Cuando pasa, cimbra y da el jalón», explica.
Apenas a una cuadra de su vivienda, en dirección al Metro comienza el muro de contención.
La edificación buscaba apuntalar las casas que se ubican a pie de la estación y que las casas no se hundieran, como la de la María Luisa. Sin embargo, para los habitantes la medida fue muy pobre y tienen que pagar las consecuencias.
El muro fue resultado de manifestaciones por las construcciones de la línea, mide cuatro metros de profundidad y dos de ancho, pero sólo abarca cuatro cuadras.
«Una semana antes lo terminaron, una semana antes. Los pisos, todo lo que se ve de piso, asfalto, eso lo echaron una noche antes de la inauguración», dice Alberto, otro vecino.
Inseguridad
«Hay mucho hundimiento, mucho hundimiento por las construcciones del Metro, lo puedes checar. Hay cosas que se están levantando solas, otras se hunden. Aquí es blando, antes era aquí una chinampa», detalla Alberto.
Para el Ingeniero Alejandro Barrios, la edificación del Metro es una de las razones principales de los daños en la zona de Tlaltenco.
«El peso del cajón, pero sobre todo el efecto de haber hecho un excavamiento, en este caso del túnel, junto con el hundimiento diferencia y el lastrado producen un asentamiento diferencial», puntualiza.
Al estar elevada, el resto de la zona de construcción de la Línea 12 no cuenta con estos problemas. Sin embargo, Barrios señala que situaciones similares son apreciables en otros lugares, como Insurgentes Norte o Calzada Zaragoza, donde la Línea A ha manifestado hundimientos en la vía.
«El principal problema es la inseguridad, el abandono de la estación. Aquí no hay seguridad, no hay poda de árboles, no hay luminarias, nadie se quiere hacer cargo de las luminarias. La Alcaldía dice que es del Metro, Metro de alcaldías», explica Alberto.
El hombre vive al pie de la estación. Relata que antes había un gran número de asaltos cuando el Metro se encontraba en funcionamiento. Hoy, nadie se atreve a pasar de noche por la zona.
«Abandonada, parece una estación fantasma», dice.
Y agrega que por la noche se organizan carreras clandestinas de mototaxistas.
El agua
A todos estos problemas, se suma que desde que llegó el Metro, los vecinos han sufrido por la falta de agua. Pero, desde 2017, no caen más que gotas. El suministro llega por pipas, aunque los recibos del líquido se tienen que pagar puntualmente.
Incluso, el costo por el servicio ha aumentado para vecinos como Daniel Vázquez, que pasó de pagar 50 a 800 pesos.
«Se les ha estado pidiendo que nos manden agua, y nos ponen pipas. Pero eso sí, el recibo de agua llega puntualmente», explicó.
En otros rincones de la colonia ya cae el líquido, pero parece lodo porque tiene tierra y basura. Los habitantes cuentan que hasta huele mal.
«Sí teníamos agua, pero sale muy sucia y apestosa. No podemos tomar esa agua, tenemos que comprar agua de garrafón y anteriormente no comprábamos, la hervimos», cuenta María Luisa Mendoza.
Los drenajes también están colapsados, las inundaciones son constantes pues las aguas residuales salen de las tuberías.
La Calle Ejido, una de las vías de acceso principales, es de las más afectadas. El hundimiento del suelo ha provocado socavones, donde el agua se acumula, y hundimientos diferenciados que hacen de la vialidad un lugar complicado para el tránsito.
«Cuando llueve, toda el agua se va y mete a las casas, este canal se rebasa, se pierde la calle, se llena de agua el puente», dice María de Jesús, vecina de la zona.
En la esquina de Ejido, muy cerca del Metro Tlaltenco, los habitantes hicieron, hace 50 años, un canal por la acumulación de agua pluvial y para que sirviera de riego en la zona ejidal. Sin embargo, el lugar se ha convertido en un basurero y tiradero de cascajo.
En tanto, la Zona Ejidal de Tlaltenco está invadida y con presencia de construcciones irregulares, el canal se ha rellenado y no hay desagüe funcional.
Asimismo, los vecinos deben estar vigilantes para que la Alcaldía active la bomba que desazolva el drenaje y que los trabajadores no se roben el diesel. Pues si no se activa, en un par de horas están bajo aguas negras.
«Está mojado ahorita, no hay agua y de todas maneras se sale. Aunque no llueva, nosotros nos inundamos», sumó la mujer.
Sin Metro, los alrededores de la estación Tlaltenco lucen abandonados, con flora y fauna nociva e incluso la infraestructura de este sistema de transporte ya se percibe oxidada.