Por Ivonne Melgar
Aguascalientes 2022: ¿lodo entre mujeres?
El audio filtrado por fuego amigo hace medio año fue el prólogo de una historia electoral que, desde entonces, se comenzó a contar como la derrota anunciada del PAN.
En la grabación se escuchaba al dirigente Marko Cortés reconocer que las tendencias del voto para 2022 eran tan adversas que sólo triunfarían en Aguascalientes.
Mario Delgado, presidente de Morena, reviró que la ola 4T ganaría las seis gubernaturas: Aguascalientes y Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas.
Era noviembre de 2021 y el gobernador panista Martín Orozco se negaba a respaldar a la exalcaldesa de la capital estatal y diputada federal, Tere Jiménez Esquivel, quien finalmente ganó la candidatura, mostrando un oficio político que le permitió apaciguar las aguas internas y recientemente sumar apoyos como el del empresario de filia morenista Arturo Ávila.
En el PAN consideran haber superado el riesgo del síndrome de Javier Corral, quien, como gobernador de Chihuahua, en 2021, jugó en contra de Maru Campos, su sucesora pese a todo.
Sin embargo, tampoco es un secreto que una de las inconformidades de Martín Orozco con la cúpula del PAN fue que su candidata para el relevo era la senadora Martha Márquez, quien sí rompió con su partido y ahora es la abanderada del PT y del PVEM para el gobierno estatal.
De manera que la expanista y legisladora con licencia estaría buscando los votos de los desencantados con Acción Nacional. Aunque también le resta a la candidata de Morena, Nora Ruvalcaba, quien tendría más posibilidades si los afines a la 4T se hubieran aglutinado en torno suyo.
No deja de llamar la atención, en el caso de Aguascalientes, la incapacidad de los morenistas y sus aliados del PT y del PVEM para cerrar filas en las entidades todavía reacias al llamado cambio de régimen.
Y es que los hidrocálidos pertenecen, a juzgar por los datos de la consulta de revocación de mandato, a ese pedazo de la República, ajeno al entusiasmo morenista (Guanajuato, Jalisco, Querétaro, Chihuahua, Durango y Nuevo León).
Y si bien las dificultades del partido del presidente López Obrador para penetrar en las metrópolis con mayor desarrollo económico son una ventaja para esta política de 37 años, nada está escrito cuando existe competencia democrática.
Es cierto que Aguascalientes cuenta con un voto duro panista y, según sondeos, con el respaldo ahora de los priistas, Tere Jiménez lleva una ventaja de más de 10 puntos. Pero no hay que desestimar el efecto de la pulverización del ánimo opositor.
Y aquí es clave el rol que ha decidido desempeñar en esta coyuntura Movimiento Ciudadano (MC), centrando sus golpes más en contra de los candidatos de la coalición Va por México (PAN, PRI, PRD) que en los afines al gobierno federal.
Es el caso de la estrategia naranja de Anayeli Muñoz, la cual arrancó con acusaciones de corrupción a la panista, mismas que han padecido el revés del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), con sanciones económicas por difundir información que se consideró falsa. El otro factor relevante para los candidatos de los partidos que son gobierno en las entidades es que la alternancia forma ya parte de nuestra normalidad democrática.
Al respecto, el presidente del INE, Lorenzo Córdova, compartió ayer datos contundentes: en los últimos 8 años, el índice de alternancia a nivel federal y local alcanza 63 por ciento, es decir, “la posibilidad de que el partido que gana una elección vuelva a ganar en la siguiente cita electoral es de apenas una de cada tres probabilidades”.
Por eso Nora Ruvalcaba, una morenista auténtica –y no priista conversa como lo son la mayoría de los abanderados del partido del presidente López Obrador–, se ha tomado en serio la campaña, si bien, como el resto de sus compañeros en esta coyuntura, le apuesta a la emoción que genera “Ya sabes quién”, bajo el argumento de que ella sí tendría el respaldo de Palacio Nacional para ampliar los apoyos que el gobernante reparte. Como se maneja ahora la promoción de los programas sociales.
De manera que el saldo que dentro de seis domingos arrojen las urnas en esta entidad –donde preocupan el agua, el peligro de que la inseguridad de Zacatecas los contamine, mantener las inversiones productivas y el orgullo de la Feria de San Marcos–, será un indicador de los límites de la oposición hacia el cierre del sexenio, ahí donde la 4T aún no echó raíces.
También permitirá evaluar si, en medio de la polarización que la comunicación presidencial impulsa, todavía tiene futuro el rechazo al pleito y los llamados a la unidad, una ruta que hasta ahora tomó la candidata puntera.
En Aguascalientes podrá despejarse, además, la incógnita de cómo se digieren las campañas negras en una contienda de lodo entre mujeres.
Claudia Sheinbaum y sus potenciales adversarios deberán tomar nota.