Por Fabiola Guarneros Saavedra
Zonas de silencio
Aun en un contexto tan adverso para la libertad de prensa, se observa con admiración la resiliencia de un periodismo que busca mantener su función social…
Article 19
En 2021 fueron asesinados siete periodistas. Han pasado sólo cinco meses de este año y ya mataron a nueve más. México ha sido calificado como el país “más letal” para ejercer el periodismo, sólo por detrás de Ucrania, donde 12 periodistas han muerto por la guerra.
La organización Article 19 ha documentado 153 asesinatos de periodistas en México (141 hombres y 12 mujeres), de 2000 a la fecha. Habrá que sumar el crimen contra Luis Enrique Ramírez, ocurrido el pasado 5 de mayo.
En lo que va de esta administración han asesinado a 34, con Enrique Peña Nieto mataron a 47, de acuerdo con dicha organización. Vamos mal.
En su informe 2021, Article 19 refiere que en el país se registró una agresión contra la prensa cada 14 horas, con 644 ataques documentados en todo el año.
A las autoridades de este país debiera darles pena las cifras de criminalidad en México y salir a combatirla “con todo el peso de la ley”, como dicen en cada discurso de campaña. La impunidad es el cáncer que carcome a este país y el aliciente para los delincuentes y grupos criminales.
En este país, la profesión no importa, porque garantizar la seguridad de los ciudadanos es una obligación del Estado. Aquí asesinan a los ciudadanos en la calle, en el transporte y en sus casas; los entierran en fosas clandestinas o los embolsan y tiran: mujeres y hombres trabajadores del campo, de una fábrica o empresa privada o del Estado, estudiantes, médicos, profesores, policías, militares, políticos, alcaldes y periodistas.
Duelen todos los asesinatos, pero indignan los cometidos contra los periodistas porque en los últimos tres años se ha intensificado la campaña de descrédito, burla y persecución contra los reporteros, comunicadores, articulistas y medios de comunicación. Se atiza el discurso de odio y se descalifica la crítica, al que piensa diferente o tiene otros datos. Se envalentona al agresor.
Y así nos ven: el 3 de mayo pasado, con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa, Tyler Mattiace, investigador para las Américas de Human Rights Watch (HRW), dijo:
“Este año va en camino a convertirse en el más letal de la historia para los periodistas en México; (el jefe del Ejecutivo federal) no sólo no ha abordado la violencia contra la prensa, sino que además sigue utilizando sus conferencias mañaneras para hostigar e intimidar a periodistas”.
En su declaración, la organización internacional de Derechos Humanos indica que México es uno de los países más peligrosos del mundo para los periodistas, en cuanto a la cantidad de asesinatos cada año. “Las autoridades rara vez esclarecen estos crímenes o enjuician a los responsables. La mayoría de los crímenes en México quedan impunes. De las 105 investigaciones sobre asesinatos de periodistas realizadas por la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra de la Libertad de Expresión, desde su creación en 2010, tan sólo seis han resultado en condenas por homicidio. Ante estos hechos de violencia, muchos periodistas recurren a la autocensura”.
Human Rights Watch considera que el Presidente ha adoptado una actitud hostil hacia los periodistas independientes. “A menudo señala abiertamente a periodistas que critican su gestión, mencionando sus nombres y otros datos personales durante las conferencias de prensa matutinas, y acusándolos de corruptos o criminales, con la presunta intención de hostigarlos e intimidarlos…”.
Mattiace opina que, cada día, “periodistas valientes en todo México se exponen al riesgo de violencia o muerte para hacer su trabajo y mantener informada a la población”.
En el reporte titulado Bajo riesgo, Reporteros Sin Frontera (RSF) señala que México concentra 42 por ciento de los asesinatos de periodistas ocurridos en Latinoamérica entre 2011 y 2021.
“Persisten amenazas, agresiones físicas y digitales, uso arbitrario del sistema de justicia, desapariciones y asesinatos; se multiplican las campañas de desprestigio, el hostigamiento e intimidación a organizaciones y medios”.
Las autoridades –dice RSF– “adoptan y promueven discursos estigmatizantes contra la prensa. Molestos por la cobertura, los comentarios y las posiciones críticas, hacen todo lo posible para movilizar el aparato estatal con el objetivo de intimidar, acosar e incluso criminalizar a los periodistas”.
En febrero, la Unión Europea reiteró el llamado a las autoridades mexicanas, a nivel federal y estatal, “para que desplieguen todos los esfuerzos posibles para proteger efectivamente a los periodistas, para que puedan ejercer su labor sin tener que poner en riesgo sus vidas, para que no haya zonas de silencio donde ningún periodista se atreva a trabajar”.
Un gobierno que no reconoce al periodismo como un bien público y por el contrario lo enfrenta al estigma, descrédito, a la violencia y la impunidad, es un gobierno que propicia zonas de silencio, dónde se calla por miedo, porque no se garantizan los derechos a la información, a la libertad de expresión y a la vida.
“En México, un periodismo de investigación vibrante que aborda las distintas realidades de un país polarizado se ha convertido en un relevante contrapeso frente a los abusos de poder”, señala Article 19 y coincido.