Celestino Morales fue uno de los porteros de las Chivas en los años 80.
Pese a que desde su infancia manifestó el cariño a los colores del Rebaño, su primer Clásico Tapatío lo jugó del lado del Atlas por quedar bien con el padre de su novia.
Su paso por los Rojinegros en la temporada 1987-1988 se vio empañada por la mala relación con el técnico chileno Carlos Reinoso.
El primer Clásico, con el vecino
El destino llevó a Celestino a defender los colores del Atlas en su primer Clásico Tapatío.
“Fue un poco desagradable porque yo siendo de Chivas jugué mi primer Clásico con el Atlas, fue el primer partido de la temporada, íbamos ganando y al final nos remontaron para ganarnos 2-1, y yo jugando para el Atlas. La afición desde la tribuna no me dijo nada, yo siempre he dicho que soy Chiva de corazón, pero los futbolistas somos profesionales y jugamos con quien tengamos la posibilidad de jugar, pero sí me dolió mucho ese enfrentamiento”.
Rojinegro, por el amor
“Yo tenía dos ofertas antes de salir de las Chivas, uno era para ir a la UdeG y la otra el Atlas. Yo andaba noviando, y no me dejaban andar con la niña con la que yo andaba; ya era una relación de más de un año, ya le había dado el anillo de compromiso y sus papás no sabían. Cuando el señor me recibió para platicar, una vez tuvo un incidente en un vuelo hacia México e iban unos jugadores de la UdeG molestando a sus hijas, y me dijo: ‘No te vayas a ir con la UdeG, vete con el Atlas’. Eso fue el motivo por el cual me fui al Atlas”.
Los capotazos del ‘Sheriff’
Cuando militó en el Atlas hizo gran amistad con Fernando Quirarte, quien era víctima de la carrilla de sus compañeros.
“En mi etapa en el Atlas me llevé muy bien con él, quien sigue siendo mi gran amigo, con Masciarelli, con Mariscal, con el ‘Toqui’ Castañeda, y era muy buen grupo, no sé qué pasó que no se dio lo que se tenía que dar con gente importante. Sí nos echaban mucha carrilla a mí y a Fernando, pero él se maneja bastante bien, se mueve en un círculo agradable, era muy político y les daba sus buenos capotazos”.
Sin rencores contra Reinoso
“Me tocó llegar en la época de Carlos Reinoso, y fue difícil con él. Yo no creo que el problema haya sido que él fuera americanista y yo Chiva, uno se comporta como profesional defendiendo al equipo al máximo, y no puedes mostrar ese favoritismo porque mi equipo de niño era el Guadalajara. Tuve un problema fuerte con él, a Masciarelli y a mí nos mandó 3 meses a entrenar con Académicos porque el equipo no andaba bien, pero era por el estado en el cual estaba él, no estaba bien rehabilitado, y traía muchas cosas en su cabeza”.
Un Chiva oculto
“Yo era Chiva de corazón, pero no lo podía decir en Atlas como lo hago hoy en día. Si lo hubiera hecho me los echaba en contra a todos, y tendrían toda la razón, y el que más quería ganarle a las Chivas era yo porque me habían sacado del equipo, y aunque con Atlas no les gané, las revanchas las tuve con otros equipos con los que estuve. La primera vez que me voy al Puebla, Alberto Guerra prefirió que se quedara Zully, y en la segunda me fracturo la tibia y el peroné, termina la temporada y deciden que me vaya, y Atlas confió en mí”.