En 1885 Rudolf Diesel trabajaba ya en la creación del motor diesel. El primer prototipo salió en 1893, esto es casi 20 años después de que Nicolaus Otto patentara el motor de combustión con los parámetros que hoy en día conocemos en el motor de gasolina.
El motor diésel tenía muchas ventajas sobre las máquinas de vapor e incluso sobre el motor de gasolina, pero en general su construcción era más pesada por lo que su uso estuvo limitado a aplicaciones estacionarias.
No fue sino hasta 1923 que Benz & Cie., hoy Mercedes-Benz, puso un motor diésel llamado OB 2 en un pequeño camión. Esta fue la primera aplicación de un camión con ese tipo de combustible y un rotundo éxito para el ciclo diésel cuya supremacía todavía hoy continúa.
Un año antes, la compañía había comenzado a usar un motor diésel de dos cilindros en un tractor. Era un motor pequeño en comparación a los motores estacionarios que fabricaba la empresa, pero de «altas» revoluciones: generaba 25 caballos a 800 revoluciones por minuto. Para la aplicación del camión, aunque la mecánica era similar, se trataba de un motor de cuatro cilindros, capaz de generar entre 45 y 50 caballos de fuerza.
Utilizando el ciclo diésel, el motor no era muy exigente en la calidad o incluso el tipo de combustible que podía llevar, pudiendo operar con aceite de parafina, aceite texano, kerosene y gas oil. Un motor que trabajaba con lo que estuviera disponible o lo que estuviera a mejor precio.
Una de las características importantes del motor, y quizá la que le garantizó su éxito, era que contaba con una cámara de precombustión o antecámara. Aquí es donde el combustible iniciaba su transformación de una manera más controlada, y de ahí a la expansión hacia la cámara de combustión principal. Esta tecnología sobrevivió por muchos años, todavía a finales del siglo pasado se podía encontrar en motores de Mercedes-Benz.
Rudolf Diesel falleció en 1913, casi una década antes de que su motor comenzara a ser utilizado en vehículos. Pero de alguna forma supo el potencial de su invención. Considerando que sus principios están no sólo en camiones, sino también en trenes y embarcaciones, se puede decir, sin exagerar demasiado, que el mundo se mueve gracias a él.