POR FRANCISCO TOBIAS
La pobreza es el tema principal del estudio de la ciencia económica, cuya definición más escueta, pero a la vez más clara y sencilla es la que ofrece la ONU, al afirmar que la pobreza es “la condición caracterizada por una privación severa de necesidades humanas básicas, incluyendo alimentos, agua potable, instalaciones sanitarias, salud, vivienda, educación e información. La pobreza depende no sólo de ingresos monetarios sino también del acceso a servicios”.
Hace algunos días la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) presentó un nuevo informe especial en el cual señala que la pobreza en México se incrementará entre 1.6 a 2.5 millones de personas para este año.
Según la CEPAL, cuyos trabajos dieron origen a toda una corriente o escuela económica conocida como estructuralista en la década de los 50´s del siglo pasado, nuestro país sufrirá los embates de la pobreza alcanzando, esta condición desafortunada, al 36.2% de la población mexicana, con la posibilidad, muy alta, de que en realidad el 37.2% de los mexicanos vivan en pobreza, cifras superiores a las experimentadas en el año 2021, la cual fue de 34.9%.
Las principales causas del incremento de la pobreza en México son dos, por un lado, el nulo crecimiento económico que hemos tenido, de hecho, el PIB ha retrocedido en los últimos años, pues basta señalar que la economía mexicana tuvo una producción muy similar en el 2020 a la que se registró en el 2014, es decir 6 años antes, y en el 2021 el PIB estuvo en niveles del 2016. Por otro lado, nuestra economía hace que nos enfrentemos a la inflación, al aumento en los precios, los cuales han afectado principalmente a los alimentos.
Al presentarse una reducción real en la producción junto con una alza en los precios, las consecuencias son la generación de pobreza, debido a que los integrantes de una economía que enfrenta estos problemas no puede además de adquirir bienes y servicios en el mercado, incorporarse al mercado laboral, provocando a la vez una reducción en la inversión, el ahorro y en los ingresos fiscales del gobierno, generando así un círculo vicioso, algo que los economistas llamamos la teoría de la causación circular acumulativa.
Las autoridades deben de actuar rápido y bien, modificando las políticas fiscales tanto en el cobro de impuestos, derechos y contribuciones como en la forma de realizar su gasto, pues mientras se eviten inversiones productivas con miras al futuro, pero dando resultados en el corto plazo, el futuro de nuestra economía se deslumbra complicado.
La pobreza no se combate repartiendo dinero sin ton ni son, la pobreza se combate con políticas públicas serias, actuando con certeza legal no tomando decisiones con el hígado. La pobreza se combate con inversiones productivas no con gasto corriente. La pobreza se combate con agua potable, instalaciones sanitarias, salud, vivienda, educación e información, no únicamente regalado dinero, pues el efecto que se tendrá con sólo repartir dinero por repartirlo será mayor inflación y mayor pobreza.
Al parecer inicio el peregrinar, desafortunadamente, hacia la pobreza franciscana. Y bien vale recordar esta cita de San Francisco de Asís: “Mientras estás proclamando la paz con tus labios, ten cuidado de tenerla aún más plenamente en tu corazón”.