Por Leo Zuckermann
Asumamos lo peor
Asumamos lo peor: este Presidente no va a cambiar ni un ápice su estrategia, si es que la tiene, para resolver la violencia en el país. Ya lo sabemos, López Obrador es un terco. Él mismo se precia de serlo. Le quedan dos años en el poder y difícilmente hará un giro para dar mejores resultados en materia de seguridad. Así que, insisto, asumamos lo peor: dos años más de miles de homicidios, desaparecidos y extorsiones, además del crecimiento y diversificación de las bandas del crimen organizado.
El gobierno, de hecho, ya no sabe qué responder frente a este reto.
Un psicópata, “jefe de la plaza” de la sierra Tarahumara, en Chihuahua, se enoja porque su equipo perdió un partido de beisbol. Trae ánimo de venganza. Quiere matar. Se enfrenta a un viejo guía de turistas de la región, quien se refugia en la iglesia para que no lo asesinen. Dos sacerdotes jesuitas se interponen para evitar la tragedia. El psicópata mata a los tres. Otra historia más del México de terror en pleno siglo XXI.
¿Y qué responde el gobierno?
Como hacían Calderón y Peña en su momento, le echa la bolita al gobierno del estado por ser un crimen del fuero común. Presume, sin evidencia de éxito, que los programas sociales están ayudando a combatir las raíces sociales de la criminalidad.
Y, claro, se va hasta los tiempos de Calderón y García Luna para decir que les dejaron el país en llamas. Por supuesto que recibieron un incendio. Pero, ¿acaso no prometieron apagarlo? ¿No llegaron al gobierno para resolver los problemas que les heredaron?
La bobería de “más abrazos y menos balazos” ya no convence a nadie. Fue una buena frasecita de campaña y nada más. Como política pública ha sido un rotundo fracaso. Ahí están los resultados. Muertos y más muertos por diversas regiones del territorio nacional. El crimen organizado empoderado como nunca en nuestra historia reciente.
Asumamos lo peor: así nos vamos a ir hasta 2024. Este Presidente no va a cambiar. No tenemos razones objetivas para pensar que así lo hará.
Entonces, pongamos la mirada en la elección presidencial de 2024. En el tema de la inseguridad, seamos muy duros con todos los candidatos que pretenden gobernarnos. Demandemos políticas públicas bien diseñadas, no frasecitas pegajosas, con objetivos cuantificables para recuperar la paz entre los mexicanos. Menos homicidios, menos desaparecidos, recuperación gradual de territorios por parte del Estado, menos derecho de piso, cero secuestros.
Asumamos lo peor: alcanzaremos tres sexenios perdidos en materia de inseguridad. Malas cuentas de Calderón, de Peña y de López Obrador. No pudieron con el paquete. ¿Aguanta el país otro sexenio más de fracasos en esta materia?
No lo creo. La gente está desesperada en diversas partes del país. Se queja con toda razón. Ya no pueden trabajar con libertad. Ni hablar de salir a las calles a divertirse. Viven con miedo.
Es cierto. En la República hay algunos bolsones de seguridad. Pero el cáncer de la inseguridad se sigue expandiendo día con día. Y el gobierno lo tolera.
Su obsesión es ganar en 2024 y darle continuidad a la llamada “Cuarta Transformación”. ¿Continuidad? ¿En serio? ¿En las políticas públicas de seguridad que han fracasado?
¿Qué va a proponer Claudia Sheinbaum en caso de ser la candidata presidencial de Morena? ¿Más abrazos y menos balazos? ¿Más militarización al estilo de la que comenzó con Calderón, siguió con Peña y se profundizó con López Obrador?
Si se hace una y otra vez lo mismo, los resultados siempre serán iguales.
¿Y Marcelo Ebrard, quien fue jefe de la Policía en la capital? ¿Tendrá una visión diferente de cómo enfrentar el crimen, tal como lo hizo cuando fue el jefe de Gobierno de la Ciudad de México? ¿Será lo suficientemente sensato como para dar un giro de 180 grados en la estrategia de seguridad? ¿Se atreverá?
¿Cómo reaccionarán los militares cuando su jefe civil, el próximo Presidente, les informe que se acabó la época en que ellos controlaban la seguridad pública del país? ¿Lo aceptarán? ¿Dejarán que les quiten el control de la Guardia Nacional? ¿Regresarán tranquilamente a sus cuarteles?
México está atravesando por una epidemia de violencia que se viene expandiendo desde hace más de quince años. Tres presidentes no han podido con el paquete. No puede haber un cuarto.