No hay hasta el momento estudios concretos sobre la toxicidad en las personas. No obstante, los efectos dañinos que se han detectado en ciertos animales acrecientan los temores respecto a sus consecuencias para la salud humana.
El Imparcial
La contaminación microplástica ha llegado a los océanos, las montañas y en el aire, también al cuerpo humano. «Hace 10 años no imaginábamos que pudiera haber tantos microplásticos invisibles a simple vista y que estuvieran por todas partes, a nuestro alrededor», señala el investigador francés Jean-Francois Ghiglione, del Laboratorio de Oceanografía Microbiana de Francia.
Son cada vez más los estudios científicos entorno a este problema que detectan plásticos en órganos humanos. Aunque los expertos no concebían la idea de que eso ocurriera, ahora hay pruebas de hallazgos en «los pulmones, el bazo, los riñones e incluso la placenta», dijo hace poco Ghiglione en un diálogo con la agencia AFP.
Un mes antes, otro equipo de científicos encontró por primera vez restos de microplásticos en la sangre del 80 % de las 22 personas incluidas en su investigación. Los restos hallados en la mitad de los participantes correspondían con plásticos PET, utilizados para la elaboración de botellas, entre otros usos, mientras que un tercio contenía poliestireno, utilizado para la producción de bolsas de plástico.
¿Peligro real o potencial?
Pese a los hallazgos, la comunidad científica coincide en que aún es pronto para sacar conclusiones sobre la peligrosidad de los microplásticos en el ser humano, ya que todavía hay muchas preguntas en el aire: ¿Se retienen las partículas en el cuerpo? ¿Son transportadas a ciertos órganos? ¿Estos niveles son lo suficientemente altos como para desencadenar enfermedades?
«Si le pregunta a un científico si hay un efecto negativo, él o ella dirá: ‘no lo sé’. Es potencialmente un gran problema, pero no tenemos la evidencia científica para confirmar de forma fehaciente cuáles son los efectos, si los hay», dijo a AFP, Bart Koelmans, profesor de Ecología Acuática y Calidad del Agua en la Universidad de Wageningen (Países Bajos).
No hay hasta la fecha estudios concretos sobre la toxicidad en el hombre. No obstante, los daños que se han encontrado en ciertos animales acrecientan los temores respecto a sus consecuencias para la salud humana. «Pequeños microplásticos invisibles a simple vista tienen efectos nocivos en todos los animales que hemos estudiado en el medio marino o en tierra», explica al respecto Ghiglione. La variedad de sustancias químicas que componen los plásticos —como tintes, estabilizadores y retardantes— pueden llegar a afectar el crecimiento, el metabolismo, la presión arterial e incluso la reproducción, detalla.
En cuanto a la salud humana, solo hay hipótesis sobre la aparición de ciertos síndromes debilitantes. Por otro lado, no se descarta que, si bien su presencia en el cuerpo se ha identificado hace poco, nuestra especie haya estado ingiriendo y respirando plásticos durante años. De igual manera, Ghiglione hace un llamado a hacer frente a este problema con «precaución», insistiendo en reducir la fabricación de empaques, botellas y otros productos de plástico, así como su consumo, indica RT.