En el interior de la tumba del guerrero también fue descubierto un cráneo de un caballo con la brida puesta.
Arqueólogos rusos lograron inspeccionar varias tumbas del cementerio de Ala-Tei, ubicado en una zona inundable de la República de Tuvá, en el sur de Siberia, aprovechando que esta temporada el agua aún no ha anegado el lugar. Este monumento cultural de finales del siglo II-I a.C. alberga los restos de los xiongnu, una confederación de pueblos nómadas de las estepas orientales.
En esta ocasión, los especialistas de la Sociedad Geográfica Rusa y del Instituto de Historia de la Cultura Material de la Academia Rusa de Ciencias descubrieron seis tumbas, una de las cuales resultó pertenecer a un guerrero xiongnu. En su interior también fue encontrado un cráneo de un caballo con la brida puesta, un jarrón que posiblemente era para leche o vino y un tarro que se utilizaba para servir platos de carne.
En otra tumba los arqueólogos hallaron los restos de una mujer de la Edad de Bronce que, a juzgar por las características de sus pendientes, seguramente pertenecía a la cultura de Andrónovo, que se desarrolló en Siberia del 2000 al 1200 a.C., informó la Sociedad Geográfica Rusa este 29 de junio.
«Este es el único entierro de este tipo de la Edad de Bronce conocido en este momento en Tuvá«, señaló la jefa de la expedición, la investigadora Marina Kilunóvskaia. «Esto es un auténtico descubrimiento, ¡porque tiene al menos 3.500 años! Me parece que ni siquiera es una mujer la que yace en la tumba, sino una chica muy joven: los huesos son muy delgados y el cráneo no es demasiado grande», explicó.
Asimismo, la arqueólogo especificó que los pendientes hallados en la tumba indican que «esta chica podría haber tenido un estatus social bastante alto, ya que no se encuentran tales joyas en entierros simples».
Durante las excavaciones, el grupo también se topó con un enterramiento inusual: los restos de un niño de unos siete u ocho años que fue sepultado con objetos más característicos de un adulto, como un cinturón de la talla de un hombre y varias puntas de flecha, algunas de ellas muy grandes. Los arqueólogos no supieron dar una explicación plausible que aclare el extraño hallazgo.