Por Vianey Esquinca
La obra maldita
La refinería Olmeca en el Puerto de Dos Bocas, Tabasco parece ser la obra maldita del presidente Andrés Manuel López Obrador, porque nada le ha salido como esperaba. En su Proyecto de Nación 2018- 2024 el mandatario se comprometió a crear dos refinerías: en la península de Atasta, Campeche y en Dos Bocas, Tabasco. De la primera no hay nada que decir, porque no existe; de la segunda, “su sueño hecho realidad” ha sido una pesadilla.
Todo empezó un 18 de marzo de 2019, cuando en la mañanera la secretaria de Energía, Rocío Nahle García, anunció el proceso de licitación para construir la refinería. En ese momento señaló que, por ser muy grande, debía convocar “a las mejores empresas del mundo” porque se habían tenido “malas experiencias aquí, en México, en las reconfiguraciones que nos han costado ocho mil millones de dólares en promedio y nos ha dejado los trabajos mal”.
Tres doritos después, un 9 de mayo del mismo año, el presidente Andrés Manuel López Obrador declaró desierta la licitación para la construcción de la refinería de Dos Bocas, porque las empresas “estaban pidiendo mucho, se pasaron de los ocho mil millones de dólares y en el tiempo de construcción”.
Y entonces tuvieron que voltear a ver a los ingenieros mexicanos: “Vamos a darle contenido nacional a esta obra. Van a ser ingenieros, especialistas de Pemex, del sector energético, los que nos van a ayudar para la construcción de refinería”.
Sin embargo, pasó lo que tenía que pasar, lo que habían advertido las empresas, los expertos y básicamente los que tuvieran un mínimo de conocimiento en el tema: la realidad neoliberal y adversaria del Presidente volvió a rebasarlo y la refinería Olmeca, sin estar terminada, ha costado 10 mil 200 millones de dólares. Tampoco estuvo lista para el 1º de julio del 2022.
¿Qué fue lo que inauguró el Presidente? “Una primera etapa constructiva”. Es decir, inauguró una parte de la obra civil, pero será hasta el 2023 o 2034 cuando se pueda producir gasolina. Esto, sin embargo, no fue obstáculo para que toda su grey aplaudiera rabiosa su gran hazaña. Los que criticaron que otros gobernantes inauguraran obras a medias y sin terminar, se deshicieron en elogios de los “histórico”, “maravilloso”, “único” de la obra y señalaron que el Presidente pasaría como quien “le entregó la soberanía energética al país”.
Incluso el vocero, Jesús Ramírez, llegó a poner que en su Twitter: “Este 1º de julio se concluyó la construcción de la refinería Olmeca #DosBocas, en Tabasco” (sic), lo cual, evidentemente fue una mentira. Seguramente la siempre objetiva Liz Vilchis lo nombrará en su sección de quién es quién en las mentiras de los miércoles.
La inauguración que hizo el viernes el mandatario fue como si abriera un hotel, pero sin que nadie pudiera hospedarse porque no está equipado, no tiene drenaje ni servicios y la alberca no está terminada.
O, si inaugurara la obra civil de un hospital sabiendo que a los pacientes se les podrá recibir en un año y medio o dos, porque sólo está el cascarón del centro de salud.
Sin embargo, sabiendo que había incumplido su promesa, el Presidente se aferró a su evento de inauguración, necesitaba mandarle un mensaje a sus seguidores que sí cumple, aunque no fuera real. Fue enternecedor leer en las redes sociales que hubo gente que realmente pensaba que se había inaugurado la obra completa.
Él ha dicho que se debe vivir en la justa medianía y lo ha cumplido a cabalidad porque todo lo deja a medias. Si construyó un aeropuerto que no tiene vuelos, ¿qué se podría esperar de una refinería que no refina ni refinará en el corto y mediano plazo?