(CNN) — Imagínate viajando grandes distancias a través de un desierto estéril sin acceso a comida o agua. Esa es la difícil realidad a la que se enfrentan muchos insectos voladores en el Reino Unido.
Las poblaciones de insectos del país están disminuyendo drásticamente. Los resultados de un reciente estudio realizado por el grupo conservacionista Buglife y el Kent Wildlife Trust revelan que el número de insectos voladores en el Reino Unido ha disminuido casi un 60% en los últimos 17 años. En los últimos 100 años se han extinguido unas 20 especies de abejas y avispas, y la mitad de las especies de mariposas del Reino Unido están amenazadas, según la organización benéfica Butterfly Conservation.
A nivel mundial, hasta el 10% de las especies de insectos están en peligro de extinción. La devastación está relacionada con múltiples factores, como el cambio climático y el uso de pesticidas, al tiempo que se han perdido enormes áreas de hábitats clave a causa de la agricultura intensiva y otros desarrollos, afirma Jamie Robins, director de programas de Buglife.
Desde la década de 1930, el Reino Unido ha perdido el 97% de sus praderas de flores silvestres. Esto no solo afecta a los insectos polinizadores, sino también a los animales que se alimentan de ellos, como aves, erizos y murciélagos.
«Aunque nuestra campiña parezca verde y hermosa y vibrante, si no hay muchas flores es un entorno bastante hostil para que nuestros insectos se muevan con facilidad», dice Kate Jones, responsable de conservación de Buglife.
Paradas de descanso
Buglife identificó 150.000 hectáreas de terreno en todo el Reino Unido que quiere restaurar como praderas de flores silvestres. La esperanza es que estas praderas puedan conectarse para formar una red nacional de «viajeros» de insectos, llamada “B-lines”, que proporcionará paradas ricas en néctar para los polinizadores.
Estas «estaciones» florales no deberían estar a más de 300 metros de distancia, «basándonos en la distancia media de desplazamiento de una abeja solitaria, para asegurarnos de que pueda desplazarse de un sitio a otro», explica Robins.
El proyecto “B-lines”, financiado en parte por el Fondo de Patrimonio de la Lotería Nacional y el Fondo de Desafío para la Recuperación Verde, comenzó en 2011. Utilizando un software desarrollado por la Universidad de Washington, Buglife mapeó las mejores conexiones entre los sitios de flores silvestres existentes en todo el Reino Unido y creó el primer mapa de “B-lines” a nivel nacional, que se lanzó en marzo de 2021.
Hasta ahora, B-lines ha restaurado algo más de 2.500 hectáreas de praderas ricas en flores silvestres en la red. Pero es solo un pequeño porcentaje de las 150.000 hectáreas previstas, y restaurar las flores silvestres puede ser difícil.
Claire Carvell, ecóloga del Centro de Ecología e Hidrología del Reino Unido, afirma que las flores silvestres autóctonas tienden a tener dificultades para establecerse en zonas de tierras de labranza ricas y fértiles, y que los polinizadores suelen necesitar una gama diversa de flores en todas las estaciones.
Otro reto importante es que la red atraviesa terrenos públicos y privados, tanto en zonas urbanas como en el campo, por lo que el proyecto ha recurrido a la ayuda de fideicomisos de vida silvestre, autoridades locales y agricultores y propietarios de fincas.
Buglife ofrece a los agricultores y propietarios orientación para cultivar praderas ricas en flores silvestres, junto con un plan de mantenimiento de 10 años. «Ellos son los que realmente pueden marcar la diferencia. Pueden ceder pequeñas zonas de sus tierras a las flores silvestres y restaurar el hábitat que tienen», dice Robins.
Por otra parte, el Departamento de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales del Reino Unido está incentivando a los propietarios de tierras y a los agricultores para que restauren los hábitats financiando la plantación y gestión de flores silvestres a través del reciente Plan de Gestión Medioambiental de Tierras.
Carvell cree que la iniciativa de B-lines está proporcionando un apoyo y una formación eficaces a los agricultores y a los ayuntamientos para el proceso de restauración y es un importante complemento a los incentivos dirigidos por el gobierno.
Añade que plantar setos y praderas ricos en flores silvestres no solo ayuda a los insectos, sino también a los agricultores. «Tenemos muchas pruebas de que los agricultores se benefician de una gestión de sus tierras que es positiva para las abejas, para las moscas y también para todos los insectos depredadores o los insectos que proporcionan casi un servicio natural de control de plagas a sus cultivos», afirma.
Una investigación publicada por la Royal Society del Reino Unido sugiere que la creación de hábitats de flores silvestres en antiguos terrenos de cultivo no tendría ningún efecto adverso en el rendimiento de las cosechas durante un periodo de cinco años, e incluso podría aumentarlo. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, casi el 75% de los cultivos del mundo dependen de la polinización, por lo que la conservación de los polinizadores mediante praderas ricas en flores silvestres es esencial para la seguridad alimentaria.
El público puede incluso participar añadiendo sus propios hábitats de flores silvestres al mapa de B-lines a través del sitio web de Buglife. Tanto si se trata de un jardín lleno de flores como de una maceta con flores silvestres junto a la ventana, los polinizadores y los insectos podrán disfrutar de él, dice Jones.
«Todos tenemos un papel que desempeñar», añade. «Poder aportar algo es maravilloso».