Por Yuriria Sierra
“Campaña” y contradicciones
No es ni será el sexenio de la transformación. Está dicho y trazado. La promesa de Andrés Manuel López Obrador de hacer de su gobierno un nuevo episodio en nuestro país, uno que la historia coloque junto a otros momentos, como la Independencia, la Reforma y la Revolución, dista mucho de convertirse en una realidad. Aunque él mismo haya forzado esta comparación para erigir estelas conmemorativas en la refinería de Dos Bocas. Este gobierno, pese a lo anunciado la noche del 1 de julio de hace cuatro años, no movió su eje de operación a una administración en activo, se quedó y avanza bajo los lineamientos de una campaña electoral. En los primeros meses de gobierno, para darse oportunidad de asentarse en Palacio Nacional; después, para tener pretexto ante la falta de resultados y, ahora, también para adelantar el proceso de sucesión. No importa lo que suceda en el territorio mexicano. La prioridad es seguir con la estrategia de la eterna campaña.
Y esto lo confirman integrantes de la 4T. La lealtad se mancha cuando se ven afectados intereses personales. Este lunes, Gerardo Fernández Noroña reclamó a López Obrador el no haberlo invitado a la inauguración de la refinería, que fue escenario para sus presidenciables. Lo dijo así: “El compañero Presidente ya dio las señales suficientes de quién cree que lo puede relevar, quién le gustaría a él (…) Yo no soy corcholata, soy un hombre libre que aspiro legítimamente…”. Esto, un día después de que Claudia Sheinbaum declaró que no hay nada de campañas adelantadas, que se trata, más bien, de tareas ordenadas por López Obrador. Lo expresó desde Querétaro, a donde acudió a uno de los festejos que Morena organizó por los cuatro años del triunfo electoral. Bajo esa lógica, por eso la vemos en foros y eventos especiales en el interior de la República, aunque la duda está en si se toman a cuenta de sus horas de trabajo o como parte de su tiempo libre, como también ya lo sugirió el mandatario. Lo mismo ocurre con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, quien desde el previo a la consulta de revocación de mandato ha desfilado en varios escenarios junto a políticos locales en varios puntos del país. Acaso quien salva su exposición de esta dinámica es el canciller, Marcelo Ebrard, quien ahora se encuentra en Corea del Sur, como parte de sus diligencias de canciller. Pero incluso, a pesar de no considerarse corcholata, a Ricardo Monreal ya le hicieron una canción en la que cuentan su historia de vida.
No hay campaña, dicen, menos actos anticipados, afirman; pero sí hay “tareas” asignadas y foros innecesarios donde los presidenciables de la 4T se pasean para activar el aplausómetro que encienda ánimos rumbo a las encuestas con las que decidirán quién aparecerá en la boleta electoral de 2024.
Aquí estamos, en eso está la agenda y el aparato del gobierno federal. No está, las condiciones del país lo dicen, en el armado de nuevos programas para combatir la inseguridad y la violencia; tampoco en el redireccionamiento de políticas económicas que contengan el impacto del momento histórico pospandémico que atraviesa el mundo; menos en un nuevo trazado estratégico para el sector de salud o educativo. La Cuarta Transformación está en campaña: adelantando procesos e inaugurando obras de infraestructura a medio terminar, un aeropuerto internacional sin vuelos internacionales o una refinería que dará su primer barril dentro de varios meses, si bien le va… ah, y también en las declaraciones incendiarias que llenan tiempo en la mañanera y prometen titulares, como la iniciativa para desmontar la Estatua de la Libertad en NY, en protesta ante la condena que reciba Julian Assange, porque la 4T también es de contradicción, ¿qué diría López Obrador si desde EU opinaran sobre un tema que atañe sólo a México?