Alexis Massieu
Un día entero de torturas y golpizas fue lo que aguantó Jesús Alfredo Salayandía Reyes dentro del anexo Escudo de Salvación, y pese a que rogó por su vida y pidió perdón por tratar de escaparse, lo siguieron golpeando hasta que perdió la vida. Presuntamente el dueño del lugar y sus empleados incitaban a los internos a torturarlo, a él y a otros 3 compañeros que por suerte sobrevivieron.
Antes de morir por la paliza que le dieron, Jesús Alfredo Salayandia, rogó para que ya no le pegaran “Perdónenme por favor, lo único que quería era ver a mi hija”, pero no se detuvieron, fue lo que declaró uno de los testigos ante la Fiscalía sobre la muerte de su compañero al interior del centro de desintoxicación.
Esos actos de lesa humanidad que se cometieron dentro del anexo Escudo de Salvación ubicado en la calle Allende número 712 en la colonia Occidental, salieron a relucir el día de ayer durante la primera audiencia por el homicidio calificado por la ventaja.
El agente del Ministerio Público ofreció una docena de datos de prueba entre los cuales se incluían las entrevistas a Jonathan Daniel “N”, quien junto a Salayandía Reyes, trató de escapar, y que al igual que Honorio “N” y Juan Luis “N”, también fue golpeado y torturado.
Los cinco internos que fueron llevados a juicio, Noé Tiburcio, Rodolfo Eliud, Daniel Alberto, Axel Iván y Mario Alberto, fueron presuntamente animados a golpear a sus compañeros, por el también imputado y encargado del anexo, el padrino Dagoberto, el padrino Sherman que se encuentra prófugo, y el dueño del establecimiento Erick Alfaro y sus dos escoltas que también participaron de la golpiza.
CRONOLOGÍA DE LOS HECHOS
El día 7 de julio cerca de las 07:40 horas la puerta blindada que comunica a la calle se abrió, estaban metiendo cubetas con agua cuando Jesús Alfredo Salayandía comenzó a correr para escapar, siendo seguido por Jonathan Daniel “N” y otros de los internos que los pudieron alcanzar los amarraron, los metieron a la sala de juntas donde habían estado poco antes y de ahí los llevaron a los dormitorios.
Al saber sobre el intento de fuga, presuntamente el padrino apodado Sherman, de nombre Juan Carlos Y el padrino Dagoberto, dieron ordenes de golpearlos, y de la sala donde se encontraban los llevaron a los baños.
Cerca del mediodía, Marisol, la esposa de Salayandía, recibió una llamada del padrino “Dago”, contó al momento de interponer la denuncia por la muerte de su marido, diciéndole que su esposo se había querido fugar y junto con otros tres lo iban a castigar.
La madrugada del 8 julio, mediante una llamada, el propietario del anexo Escudo de Salvación Erick Alfaro Campos, incitó a sus escoltas, padrinos e internos, a que lo golpearan, “¡A como va!, chínguenlos, quiébrenles las patas al cabo yo pago”, gritaba mientras les acercaban el teléfono a la cara porque quería verlos, decía “denles en su madre”; contaron a las autoridades los tres internos que sobrevivieron a los actos de tortura que se prolongaron por aproximadamente 24 horas, tiempo durante el que los tuvieron atados con trapos y cinta de color gris.
Honorio, uno de los internos torturados dijo que antes de que Salayandía fuera llevado a la enfermería, les dijo a quienes lo estaban golpeando, perdónenme por favor, tengan misericordia de mí. Debido a que ya no podía estar en pie lo habían atado a un par de tablas.
A la mañana siguiente, el 8 de julio, aproximadamente a las 10:00 horas la esposa de Salayandía marcó al anexo porque estaba preocupada, y le dijeron que estaba bien, en terapia, a lo que ella añadió que iría a pagarles más tarde y que quería verlo aunque fuera por las cámaras.
Momentos más tarde narró, cuando llegó al anexo le dijeron que le tenían una mala noticia, que “Jesse” como le decían a su esposo, había fallecido, y ella lo vio tendido en una camilla del consultorio, tenía golpes en la cara, abdomen y los brazos, una herida en la barbilla y los dedos de los pies negros. Fue ella quien llamó a los detectives de la agencia de Investigación Criminal.