Por Yuriria Sierra
Espejo regio
En las últimas semanas hemos visto lo que ocurre en Nuevo León. Su capital, Monterrey, lleva meses padeciendo falta de suministro de agua. Presas al 40% si bien les va, pero otras a punto de convertirse en llanos. Ahí está la presa de Cierro Prieto, que el viernes estaba a menos del 1%, está prácticamente agotada. Tantas personas en riesgo y, con ello, un conjunto de sectores económicos que agravan la crisis, tal como ocurrió en Veracruz, con la Presa del Farallón, que dejó sin actividad a decenas de familias que se dedicaban a la pesca.
De Nuevo León hemos sido testigos de cómo las personas se forman horas para llenar una cubeta, también cómo se les ha condicionado la venta de garrafones y agua embotellada; se ha reportado que habitantes de ese estado van a Coahuila para adquirir tinacos. Incluso en redes circulan videos de personas que se enfrentan. La ira que llega junto a cualquier crisis.
El gobernador, Samuel García, ha reprochado que su entidad no recibe ayuda con el mismo entusiasmo con el que ellos atienden llamados de SOS que se emiten en cualquier otra parte del país, pero, al momento, no ha logrado convencer a todos los afectados de que su gobierno atiende con precisión y eficacia la crisis que atraviesan. Nuevo León, insisto, es el espejo, ése en el que tendrían que verse las grandes urbes. El “día D” no está lejano, menos cuando parece que todos se duermen en sus laureles.
Han sido décadas de rezago, mismas que condenaron a cientos de comunidades rurales a nunca ver infraestructura que les dé acceso a una gota de agua a través de una tubería. Y ese rezago evolucionó, llevó la condena a las metrópolis. Hoy es Monterrey, pero en Guadalajara, por ejemplo, se han detectado más de cuatro mil tomas clandestinas de agua. Sí, tomas de agua para el tráfico ilegal de agua. La nueva guerra, el mercado más infame del mundo, pues el agua es el elemento necesario que mantiene con vida a cualquier ser en el planeta. Desde hace años se nos ha alertado respecto a su escasez, insisto, hay zonas dentro de la misma CDMX en las que el suministro no es parte de su cotidiano, ¿qué se está haciendo en todos los niveles de gobierno para prevenir esta crisis que pone tanto en riesgo?
En Nuevo León hay inconformidad con las formas en que se busca mantener el abasto de agua en Monterrey, donde los sacrificados tendrán que ser pobladores de la periferia. El fin de semana, habitantes del municipio de Allende quemaron los tubos que autoridades llevaron a las inmediaciones del río Ramos, con ellos pretendían llevar agua a la capital del estado. El punto es que es el agua que utilizan cientos de personas en ese ayuntamiento. Sacrificar a unos en beneficio de otros. ¿Por qué nunca se elaboraron políticas públicas para garantizar este servicio sin pasar por encima de otros?
Las tomas clandestinas no son exclusivas de Jalisco. Aquí hemos comentado las del Estado de México e Hidalgo. No serán las únicas entidades en padecer esto, la falta de agua es un tema global que abre mercados negros, otra batalla para la que México no luce preparado. Llamados desde la mañanera para que sean las empresas las que se encarguen de apoyar lo que desde el Estado no se pudo evitar no resuelve nada, acaso sólo hacer “creer” que se está atendiendo un problema que desde el espejo regio nos pide a gritos que le pongamos toda la atención posible.