En este municipio de Jalisco no investigan las denuncias de amenazas de violencia contra las mujeres o madres de niños con autismo. Sólo lo harán, le dijeron a una denunciante, hasta que se produzca la agresión o la maten.
‘Catalina’ es el nombre falso que usa la denunciante; ella vive con miedo de sus agresores, vecinos de una casa dúplex que compró en Juanacatlán, en 2017.
Desde el tercer día en que se mudó, comenzó a recibir insultos por tener discapacidad en una pierna y ser madre de dos hijos, uno de ellos con autismo.
Por eso se sintió identificada con Luz Raquel Padilla, madre de un niño con espectro de autismo y quien fue asesinada pese a que contaba con medidas de protección -según el Gobernador Enrique Alfaro-. Pero también se acrecentó su angustia.
Los escándalos y agresiones de los vecinos alteraban a su hijo. “Lo medicaba para que durmiera y no sintiera el ruido”, cuenta ‘Catalina’.
Los vecinos le han puesto excremento en su auto, le han aventado tierra a su casa, la han escupido en la calle.
Uno de los principales agresores, un vecino que dice ser dueño de las casas de la zona, le amenazó. “A los dos meses que llegué me dijo que me voy a arrepentir y que me iba a morir, y me enseñaba, siempre cargaba una navaja, delante de mis hijos (entonces de 10 y 16 años)”.
En su primer intento de denuncia, la agente del Ministerio Público en El Salto, Sara Gabriela Eng Goon Garayzal, la hizo llorar, según la queja 141/2018/IV de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos en Jalisco.
“Me dijo que me dejara de chismes, me dijo literal: ‘no le hicieron nada, ¿la golpearon?, no, ¿la mataron?, tampoco, pues yo necesito que ellos cumplan sus amenazas, que usted esté muerta, para nosotros poder trabajar'”, relató ‘Catalina’.