Para llevar a cabo la investigación, un equipo de expertos realizó resonancias magnéticas a 23 canes sanos y utilizó imágenes de tensor de difusión, una técnica avanzada de neuroimagen, para ubicar las vías de la materia blanca del cerebro de los animales.
Científicos de la Universidad Cornell (EE.UU.) hallaron que los perros pueden utilizar sus narices altamente sensibles tanto para oler como para ‘ver’.
El nuevo estudio, publicado en la revista Journal of Neuroscience, proporciona la primera evidencia de que el sentido del olfato de los canes está integrado con su visión y otras partes únicas del cerebro, arrojando luz sobre cómo estos animales experimentan y navegan por el mundo.
«Cuando entramos en una habitación, nosotros usamos principalmente nuestra visión para determinar dónde está la puerta, quién está en la habitación, dónde está la mesa», explicó Pip Johnson, autora principal del trabajo. «Mientras que en los perros, este estudio muestra que el olfato está realmente integrado con la visión en términos de cómo aprenden sobre su entorno y se orientan en él», agregó.
El equipo de expertos realizó resonancias magnéticas a 23 canes sanos y utilizaron imágenes de tensor de difusión, una técnica avanzada de neuroimagen, para ubicar las vías de la materia blanca del cerebro del perro, es decir, las autopistas de información del cerebro.
Se encontraron conexiones entre el bulbo olfativo y el sistema límbico y el lóbulo piriforme, donde el cerebro procesa la memoria y la emoción, que son similares a las de las personas, así como vínculos nunca documentados con la médula espinal y el lóbulo occipital que no se encuentran en humanos.
«Hubo muchas personas que teorizaron sobre la existencia de esta conexión basándose en el comportamiento de los perros entrenados. Pero nadie había podido demostrarlo. Esto es fabuloso», manifestó Eileen Jenkin, una experta veterinaria que no participó de la investigación.