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¡Ay! Tu otra mitad… tu alma gemela… tu media naranja… ¿la has encontrado?
La idea de que en algún lugar del mundo existe una persona que te complementa como ninguna otra es parte de una de las explicaciones más extrañas y encantadoras jamás inventadas sobre la razón por la que nos enamoramos.
Brotó de los labios del dramaturgo Aristófanes, un ateniense que había nacido justo debajo de la Acrópolis, alrededor del año 450 a.C.
A mediados de la década de 420, comenzó a poner en escena sus grandes comedias, que eran muy políticas o fantásticas, con animales parlantes y visitas al inframundo o a los cielos.
Pero su visión del amor la dio durante una fiesta un día del año 416 a.C.
Estaba con algunos otros atenienses muy famosos, entre ellos el gran filósofo Sócrates, y su estudiante Platón escribió lo que sucedió en un diálogo maravilloso llamado «El Banquete» o «El Simposio».
«El Banquete» o «El Simposio» es un célebre texto griego que examina la naturaleza del amor: qué es, de dónde viene y qué significa estar enamorado.
Toma la forma de un diálogo dramático en una cena en una casa privada y comienza con los invitados acordando que es mejor no beber demasiado.
Luego deciden que cada 7 de ellos pronunciarán un discurso en alabanza del amor.
«El Banquete» es considerada como una de las obras maestras de la filosofía occidental e introdujo la idea del amor platónico.
Hablando de amor
Los invitados al simposio buscaban encontrar lo que es loable en el amor.
Sócrates, por ejemplo, señaló que aprender a amar es un paso hacia el descubrimiento de una belleza y una verdad superiores, como las que ofrece la filosofía.
Aristófanes estaba destinado a hablar en tercer lugar, pero tuvo un ataque del hipo, por lo que un médico llamado Erixímaco habló sobre la naturaleza médica del amor, mientras que Aristófanes recuperaba su aplomo.
Y cuando lo hizo, en vez de ofrecer un discurso intelectual, inventó un mito.
«Aristófanes explica nuestra sensación de carencia, nuestra sensación de soledad hasta que encontramos nuestra otra mitad por medio de una nueva versión de los orígenes de la raza humana», cuenta la profesora de Clásicos de King’s College London Edith Hall, en la serie de BBC Radio 4 «Historia de las ideas».
«Primero, es preciso que conozcan la naturaleza humana y las modificaciones que ha sufrido, ya que nuestra antigua naturaleza no era la misma de ahora», declaró Aristófanes, y explicó que…
«El hombre primitivo era redondo, su espalda y sus costados formaban un círculo; y tenía cuatro manos y cuatro pies, una cabeza con dos caras, mirando en direcciones opuestas».
Dada su forma, podían caminar erguidos, como hacemos ahora, pero, cuenta Hall, cuando querían ir más rápido «rebotaban como pelotas, podían hacer saltimbanquis, viajaban constantemente y eran felices».
«Algunos de ellos eran todos mujeres, algunos, todos hombres, y otros, mitad mujer y mitad hombre».
«Eran también extraordinarios en fuerza y vigor», contó Aristófanes, «y tenían un inmenso orgullo, hasta el punto de que conspiraron contra los dioses».
El desafío
«Eso es un tipo estándar de mito griego -explica Hall- hay una especie que desafía a los dioses y es derrotada».
Cuando esta especie inventada lo hace, Zeus se dio cuenta de que tiene que hacer algo para debilitarlos y hacerlos menos insolentes.
Tras mucho pensar, le ordenó a Apolo que los cortara por la mitad y los dividiera para siempre, de manera que cada humano quedara con dos piernas, dos brazos, una cabeza y estuviera constantemente tratando de encontrar literalmente su otra mitad.
«Es una historia muy, muy hermosa, y Aristófanes agrega detalles para ilustrar cuán dolorosa fue esa separación», dice la clasicista.
Cuando Apolo ajustó a los humanos en posición vertical y les giró la cabeza para que pudieran ver a su otra mitad al frente, se daban fuertes abrazos tratando desesperadamente de soldarse de nuevo, sin lograr hacerlo.
«Compadeciéndose entonces, Zeus inventó otro recurso y trasladó sus órganos genitales hacia la parte delantera (…) para que si en el abrazo se encontraba hombre con mujer, engendraran y siguiera existiendo la especie humana, pero, si se encontraba varón con varón, hubiera, al menos, satisfacción de su contacto, descansaran, volvieran a sus trabajos y se preocuparan de las demás cosas de la vida», contó Aristófanes.
El dramatrugo explica incluso por qué tenemos ombligo: según su relato, tras realizar el corte, Apolo juntaba toda la piel suelta y la fijaba con una costura en el medio de la barriga.
«Desde hace tanto tiempo, pues, es el amor de los unos a los otros innato en los hombres y restaurador de la antigua naturaleza, que intenta hacer uno solo de dos y sanar la naturaleza humana», declaró Aristófanes.
Almas gemelas
Para la casamentera profesional Mary Balfour, la creación de Aristófanes «es una idea muy moderna en cierto modo, porque su historia incorpora todos los aspectos de la sexualidad actual».
«Divide a los humanos en tres tipos diferentes. Hombres que aman a los hombres, mujeres que aman a las mujeres y mujeres y hombres que se aman entre ellos, y eso no podría ser más del siglo XXI».
Sin embargo, ve aspectos problemáticos.
«No deberías estar buscando a tu otra mitad para completarte sino ser autosuficiente, y no deberías entrar en una relación hasta que seas una persona completa y feliz porque son las personas felices las que hacen relaciones felices», dice la especialista en relaciones de pareja.
Además, aquello de que sólo existe un amor verdadero, un alma gemela que «quizás esté al otro lado del mundo, bloquea a mucha gente a encontrar pareja.
«Quizás camino al trabajo se cruzaron con varias personas adecuadas, sólo que no tuvieron el tiempo para conocerse y sentirse bien en su compañía, que es la base para una relación futura».
En resumen, no deberíamos esperar a encontrar la persona ideal, sino buscar una persona ideal.
Así tendremos más chance de encontrar a nuestra media naranja.