Por Yuriria Sierra
Ahora sí, la foto
Era miércoles, pasaba de la 1:30 de la tarde. Una jornada de trabajo como muchas otras y como tantas que han sido el sostén económico de cientos de familias en la zona. Una mina que, por varios años, estuvo en pausa por la falta de condiciones para operar. Tres pozos cerca de ella, también situados a menos de 400 metros de un río. Al menos quince trabajadores, al menos, porque no existió ningún registro escrito, se supo cuántos eran, cuántos salieron y cuántos permanecen atrapados por testimonios y familias que se acercaron a la zona, pero tampoco se conoce el nombre del responsable de que este grupo de trabajadores descendiera para extraer carbón.
Ah, el carbón, uno de los recursos a los que le ha apostado esta administración. Y ese mineral tan presente en la zona de Agujita, Coahuila, donde diez familias juntan sus manos y elevan plegarias a la espera de una buena noticia.
El tiempo corre cada vez más a contra reloj. Hoy se cumplirán 140 horas del accidente en uno de los pozos del complejo Conchas que mantiene cautivos a diez trabajadores. Y cada segundo es vital. El gobierno de México le apuesta hoy a un rescate que no ha podido completar, el nivel de agua no baja, en su punto más alto llegó a 40 metros, apenas un dron logró descender la tarde de ayer, pero de los mineros no hay nada, siguen ahí, a 60 metros bajo el suelo. Ya vendrán después las investigaciones, ha insistido López Obrador desde hace varios días, pero ha aprovechado para señalar que fue en el sexenio de Vicente Fox cuando se dio la concesión para operar la mina en la localidad de Sabina, para ir marcando distancia. Al fin que, con la herida de Pasta de Conchos, y que la 4T ha querido cicatrizar, fácilmente se desviarán responsabilidades.
Y, desde luego, el asunto es que los trabajadores sean rescatados, lo deseamos todos, también que estos incidentes dejen de ocurrir, sin embargo, la constante es que los gobiernos, no importa su extracción partidista, ante tragedias como ésta, le apuestan a mirar a otro lado, que el asunto se quede en la enorme lista de pendientes.
¿Qué diferencia hay entre lo que ocurre en esta mina en Coahuila y el colapso de la Línea 12 del Metro? En aquel entonces, “¡al carajo!”, dijo López Obrador cuando lo cuestionaron sobre su presencia en la zona cero y el posible acercamiento con las familias de los heridos y 26 muertos, pues señaló que lo ocurrido no era algo para irse a tomar la foto. Esta vez no: “Están (las familias), ya ustedes se imaginan, muy dolidas, tristes, preocupadas y también llenas de sentimiento. Hay que comprenderlas, abrazarlas, quererlas (…) Cuando uno es servidor público y hace las cosas pensando en los demás, cuando no se tiene problema de conciencia, se puede y además se debe pensar siempre en pagar una cuota de humillación…”, expresó en la conferencia de este lunes, un día después de la visita que hizo a la zona de Agujita y donde la familiar de uno de los trabajadores le envió un mensaje que rápidamente se viralizó en redes: “Le agradezco que haya venido a tomarse la foto con mi dolor, de mi familia y el dolor de cada uno de los que estamos aquí…”.
¿El Presidente aprendió la lección de su actitud frente a lo sucedido en Tláhuac y por eso asistió a la mina? ¿Qué revelará la investigación que hoy no es prioridad en las conferencias? Si con Pasta de Conchos esta administración quiere saldar una deuda, hoy tiene la oportunidad de evitar una nueva y dolorosa herida. Porque lo que ocurrió hace casi una semana demuestra que nadie se ha ocupado de la seguridad operativa de las minas ni las condiciones de trabajo de esta industria que, con la política energética actual, debería tener todas las lupas encima.