El vocero del Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán, Naseer Kanaani, negó que Teherán estuviera involucrado en el apuñalamiento al escritor Salman Rusdhie, aunque trató de justificar el ataque.
Son los primeros comentarios públicos de la República Islámica sobre lo ocurrido el viernes pasado en Nueva York.
A Rushdie le fue retirado el ventilador y se encuentra en «camino a la recuperación», según su agente.
El escritor indobritánico, de 75 años, ha enfrentado amenazas de muerte por más de 30 años por su novela Los versos satánicos (1988), cuya descripción del Profeta Mahoma fue vista como blasfemia por los musulmanes.
En 1989, el entonces líder supremo de Irán, el Ayatolá Ruholla Jomeini, emitió una fatwa o edicto islámico exigiendo la muerte del autor.
Aunque la fatwa fue retirada por el Gobierno de Irán una década después de la muerte de Jomeini, organizaciones islámicas radicales han reiterado su vigencia y han elevado la recompensa por ejecutarla.
Una fundación iraní semioficial había ofrecido una recompensa de más de 3 millones de dólares por la muerte del autor. De momento, no ha comentado sobre el ataque.
«En relación al ataque contra Salman Rushdie en Estados Unidos, no consideramos que nadie merezca reproche, culpa o incluso condena, excepto el propio (Rushdie) y sus seguidores», dijo Kanaani.
«En este sentido, nadie puede culpar a la República Islámica de Irán. Creemos que los insultos realizados y el apoyo que recibió fue un insulto contra los seguidores de todas las religiones».
Irán ha negado haber llevado a cabo otras operaciones en el extranjero contra disidentes en los años transcurridos desde la Revolución Islámica de 1979, aunque los fiscales y los Gobiernos occidentales han atribuido tales ataques a Teherán.