Alexis Massieu
Al ritmo que les marcó la lluvia, estudiantes, padres y maestros se dieron cita la mañana de ayer en la escuela Primaria Colonia Obrera, para el que fue el primer día de clases tras las vacaciones de verano, sorteando para ello y cada cual a su manera los charcos y las dificultades generadas por el tráfico.
Al diez para las ocho no dejaba de llover, y por las calles de la colonia Obrera Sur corrían cual arroyos los escurrimientos provenientes de cerros como La Gloria, que en el caso del plantel ubicado en la esquina de la avenida Juan Gil con la Secundaria 7, representaban todo un reto si se pretendía que ingresaran los niños con los zapatos secos.
Cualquier solución fue válida para llegar a tiempo y no arruinar los zapatos nuevos, desde las niñas que usaron la defensa de una camioneta como si fuera un puente, hasta el adormilado niño que de plano fue cargado por su mamá, que por demás valiente y aprovechando que llevaba chanclas metió los pies de lleno en el agua.
Por ser el primer día y dadas las condiciones del clima, los directivos del plantel fueron muy tolerantes, durante los siguientes quince minutos pasada la hora de entrada, y un poco más, aguardando pacientes por los atrasados padres de familia, los del transporte escolar y algunos de sus compañeros.
Apresurados por volver a los coches que dejaban estacionados con las intermitentes encendidas y en doble fila, algunos papás tuvieron repentinamente que devolverse para preguntar, que a qué hora iba ser la salida–a la una—les respondieron, mientras animaban a sus hijos, los de nuevo ingreso a pasar.