Un grupo de investigadores analizó los restos de monjes medievales y lugareños de dos enterramientos distintos en Cambridge, Inglaterra.
Muy Interesante
Los monjes medievales solían vivir en condiciones de higiene adecuadas. En los monasterios había letrinas para lavarse las manos, a comparación del resto de la población de la Edad Media que vivía en condiciones altas de insalubridad. Aun así, ello no fue impedimento para que los religiosos padecieren con frecuencia de lombrices intestinales, según revelo un reciente estudio en Cambridge, Reino Unido.
Un equipo de arqueólogos de la Unidad Arqueológica de Cambridge publicó recientemente una investigación que demuestra que los monjes medievales estaban infestados de lombrices intestinales. La razón de ello era una práctica diaria que terminó judándoles en contra.
Por qué los monjes medievales tenían lombrices intestinales
Se piensa que los monjes medievales solían usar sus propias heces fecales, o las de cerdos, como abono en los cultivos construidos en los jardines de conventos y monasterios.
Los arqueólogos investigaron muestras de tierra tomadas alrededor de las pelvis de cuerpos hallados en el antiguo cementerio de Todos los Santos, junto a la iglesia parroquial de un castillo, así como de los terrenos donde se encontraba el convento agustino de la ciudad de Cambridge.
La mayoría de los enterramientos de la iglesia parroquial datan del siglo XII-XIV, y las personas sepultadas en ella eran principalmente de un nivel socioeconómico bajo, sobre todo trabajadores agrícolas.
El análisis
Los investigadores analizaron a 19 monjes del recinto del convento y a 25 lugareños del cementerio de Todos los Santos, y descubrieron que 11 de los religiosos (58%) estaban infectados por gusanos, en comparación con sólo ocho de los lugareños en general (32%).
La investigadora Tianyi Wang realizó una microscopía para identificar la especie de los huevos del parásito. Dijo que la especie más común era la lombriz redonda, seguida de la lombriz látigo, ambas propagadas entre los humanos por las malas condiciones sanitarias.
Esta investigación se publicó en el International Journal of Paleopathology. Piers Mitchell, autor principal del nuevo estudio, afirma que la investigación representa el primer esfuerzo por calcular la prevalencia de parásitos en personas con diferentes estilos de vida que vivían en el Cambridge medieval.
En las ciudades medievales, los habitantes solían usar algo conocido como pozo negro: agujeros excavados en el suelo utilizados para depositar las heces y los residuos domésticos. En los monasterios, sin embargo, los sistemas de agua corriente eran una característica común, incluso para enjuagar la letrina.
No todas las personas enterradas en los conventos agustinos eran realmente clérigos. La gente rica de la ciudad podía pagar para ser enterrada allí. Sin embargo, el equipo pudo saber qué tumbas pertenecían a los frailes por los restos de su ropa.
“Los frailes fueron enterrados con los cinturones que llevaban como ropa estándar de la orden, y pudimos ver las hebillas de metal en la excavación”, dijo Craig Cessford, de la Unidad Arqueológica de Cambridge.