El término ecológico puede definir desde una selva tropical hasta una hoja en descomposición. Existen diferentes tipos, y cada uno presta un servicio único al planeta.
National geographic Latinoamérica
Grandes arrecifes de coral, lagos y lagunas, cuevas, sabanas y bosques tropicales o la superficie de un tronco en descomposición son ejemplos de ecosistemas, explica Michele Dechoumla profesora de ecología y zoología de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC) en diálogo con National Geographic.
Aunque son completamente diferentes, continúa la especialista, todos estos entornos agrupan elementos que los caracterizan como ecosistemas.
Ecosistemas: qué son y cómo se componen
«Es un término de la ecología que se refiere a una comunidad de organismos, vegetación, animales e incluso bacterias y otros microorganismos, y sus relaciones con los elementos abióticos del lugar donde viven, es decir, con la luz solar, el agua, el suelo, la temperatura, el relieve», define la profesora brasileña.
En definitiva, el ecosistema se refiere a los seres vivos y a los elementos no vivos que habitan una zona determinada y a las interacciones biológicas, químicas y físicas que se producen entre ellos. El libro Principle of Biology (2016), de la Universidad Estatal de Kansas (Estados Unidos), ejemplifica algunas de estas interacciones, como la respiración, en la que animales y plantas intercambian gases (oxígeno y carbono) con la atmósfera.
Siguiendo con la definición de la publicación norteamericana, los ecosistemas pueden ser pequeños, como las pozas de marea que se encuentran cerca de las costas rocosas de muchos océanos, o grandes, como la Selva Amazónica de Brasil.
Otra interacción siempre presente en un ecosistema, agrega el libro, es la cadena alimentaria: «Una secuencia lineal de organismos a través de los cuales pasan los nutrientes y la energía».
¿Qué es una cadena alimentaria?
En muchos ecosistemas, la cadena alimentaria (o trófica) comienza en los organismos fotosintéticos (plantas y/o fitoplancton), denominados productores primarios. Los individuos que los consumen son los herbívoros y son llamados consumidores primarios.
A continuación, tienen lugar los consumidores secundarios, generalmente carnívoros que se alimentan de herbívoros. Por último, los consumidores terciarios, que suelen ser carnívoros que se alimentan de otros carnívoros.
Un tiburón tigre nada sobre un arrecife de coral en las Islas Bahamas.
Además, precisa la publicación, a lo largo de la cadena también hay otra categoría muy importante para el mantenimiento de los ecosistemas: los descomponedores. Tal como lo indica su nombre, estos últimos se encargan de descomponer los residuos o la materia orgánica muerta. Los hongos y las bacterias son ejemplos de esta clase en muchos ecosistemas.
Las interacciones a lo largo de la cadena trófica hacen que la diversidad de entornos y situaciones también puedan generar ecosistemas. Para Dechoum, un ejemplo de ello podría ser una hoja en descomposición: “Podría alojar bacterias, hongos y otros microorganismos que interactúen con la materia muerta y transfieran nutrientes y energía entre las plantas, ellas y el suelo»
¿Cuáles son los tipos de ecosistemas?
Según la profesora de biología, varias configuraciones de hábitat pueden considerarse ecosistemas. Por lo tanto, es posible que existan más tipos de los que es posible contar. Sin embargo, se pueden identificar tres grandes categorías de ecosistemas, separadas en función del tipo de medio más abundante: agua dulce, agua oceánica y terrestres.
Al respecto, el libro Principle of Biology informa que los ecosistemas oceánicos son los más abundantes ya que cubren el 75% de la superficie de la Tierra. Estos se separan en dos tipos más generales: los océanos poco profundos y los océanos profundos. Los primeros, también llamados costeros, son aquellos que se forman cerca de las islas y los continentes. De acuerdo a la publicación, los arrecifes de coral son un ejemplo. Finalmente, los océanos profundos se encuentran en el océano abierto y son conocidos por la gran cantidad de plancton que producen.
A su vez, y según indica el libro norteamericano, los ecosistemas de agua dulce son los más extraños, ya que solo tienen lugar en el 1.8% de la superficie de la Tierra. Se componen de lagos, ríos, arroyos y manantiales, que sustentan una gran variedad y diversidad de peces, anfibios, reptiles, insectos, fitoplancton, hongos y bacterias.
Paisaje desértico dentro de la Reserva Ennedi en la República de Chad (África).
En cuanto a los ecosistemas terrestres, la obra sostiene que son los más diversos. «Se agrupan en biomas según las características de temperatura y precipitación, como bosques tropicales, sabanas, desiertos y tundras«.
Sin embargo, para Dechoum, limitar los tipos de ecosistemas a las características puntuales de unos pocos biomas puede ocultar la gran diversidad de ecosistemas individuales que se desprenden de cada uno de ellos.
«El concepto de ecosistema es extremadamente complejo y no puede definirse completamente por lo macro. Si bien los grandes bosques son ecosistemas, las relaciones que ocurren, por ejemplo, dentro de una colmena que está en medio de un bosque, también es un ecosistema distinto», agrega la especialista brasileña.
¿Cuántos ecosistemas hay?
Dechoum explica que delimitar una serie de ecosistemas es una tarea complicada: «Es difícil decir dónde está el límite de cada uno de ellos. La gran variedad de escalas ecosistémicas también representa un problema”.
Sin embargo, el mapa de los Ecosistemas del Mundo, elaborado por el Servicio Geológico de EE.UU. (USGS, por sus siglas en inglés) y The Nature Conservancy, una organización internacional sin fines de lucro que trabaja para conservar la biodiversidad y el medio ambiente, hizo una estimación de cuántos tipos de ecosistemas existen. La plataforma identificó, hasta ahora, más de 430 ecosistemas, si se tienen en cuenta solo los terrestres.
El mapa clasifica el mundo en zonas de clima, relieve y cobertura del suelo similares, que forman los componentes abióticos (no vivos) básicos de cualquier estructura del ecosistema terrestre.
La elaboración de los primeros mapas detallados de los entornos marinos utilizó una metodología similar: agrupar el océano mundial en 37 ecosistemas distintos.
Manadas de cebras y ñus migran a través de las llanuras del Parque Nacional Serengeti, en Tanzania (África).
Para definir los ecosistemas marinos, la plataforma del USGS utilizó más de 52 millones de puntos de datos del Atlas Oceánico Global recogidos por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) a lo largo de 57 años. Cada punto incluye información sobre la temperatura, la salinidad, el oxígeno disuelto, los nitratos, los fosfatos y los silicatos de cada entorno, atributos químicos y físicos que influyen en la vida marina.
Ecosistemas: cómo mantienen el equilibrio medioambiental
Esta gran variedad de tipos de ecosistemas, explica Dechoum, es importante para mantener y equilibrar el medio ambiente.
«Los ecosistemas funcionan como una máquina, en la que cada interacción de los seres vivos es una pieza que la mantiene en funcionamiento. Y cuantas más piezas hay, menos daños se registran si una de ellas falla», subraya la experta.
Tal como sostiene la profesora, cuanto más diversos sean los entornos, mayor será la cantidad de animales y plantas existentes. «Y cuantos más seres vivos tenemos, mayor es la biodiversidad, lo que además representa una mayor variedad de interacciones. En otras palabras, se trata de más piezas para la máquina», añade.
Los servicios de los ecosistemas y la vida humana
«El buen funcionamiento de los ecosistemas está relacionado de muchas maneras con el bienestar humano«, señala la experta de la UFSC. Esto se debe a que prestan servicios ecosistémicos esenciales para el mantenimiento de la vida humana.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) define los servicios de los ecosistemas como la multiplicidad de beneficios que la naturaleza proporciona a la sociedad.
«Se trata de servicios que proporcionan alimentos nutritivos y agua limpia, regulan las enfermedades y el clima, apoyan la polinización de los cultivos y la formación del suelo, y proporcionan beneficios recreativos, culturales y espirituales», informa la organización.
Dechoum aclara que hay dos formas principales de servicios ecosistémicos: directos e indirectos. «Están los beneficios directamente extraídos como pueden ser los alimentos que se obtienen del cultivo o la pesca y los recursos naturales como la madera, los minerales, en fin, todo lo que es utilizado directamente por el ser humano».
A su vez, los beneficios indirectos son, según la académica, aquellos que la gente no siempre puede ver, pero que son esenciales para la vida en el planeta. «La regulación de la temperatura, la concentración de gases en la atmósfera y la polinización son algunos de ellos”, detalla.
¿Por qué conservar los ecosistemas?
Dechoum reflexiona sobre la importancia de preservar los ecosistemas: «Cuando la naturaleza se degrada, perdemos varios beneficios por el desequilibro ecosistémico: cambios en las precipitaciones y sequías, subida o bajada del nivel del mar y temperaturas extremas».
Por su parte, la FAO señala que los servicios de los ecosistemas son la base de todos los sistemas alimentarios y agrícolas, además de garantizar otras actividades humanas. Por lo tanto, para asegurar la prestación de servicios ecosistémicos esenciales, es necesario proteger las funciones de los ecosistemas y preservar tanto el medio ambiente como la biodiversidad.