Para los que gustan de los manuales que revelan los secretos hacia el éxito, el título del primer libro del científico Peter Doherty no puede más que obligarlos a hojearlo de inmediato: Cómo ganar el Premio Nobel, Una guía para principiantes.
Se trata, desde luego, de un buscapié humorístico, de un anzuelo para iniciar una conversación franca, y es por ello que el volumen del autor, Premio Nobel de Medicina 1996, posee, además de sabiduría científica y consejos prácticos, un innegable carisma.
Junto a su colega Rolf Zinkernagel, inmunólogo suizo, el patólogo australiano obtuvo el galardón por descubrir el funcionamiento de las células T en el sistema inmune, un hallazgo que, dicho en palabras sencillas de Doherty, reveló el mecanismo con el que el cuerpo humano identifica las células infectadas por un virus y, ante ello, las combate.
“Desde luego, nadie puede simplemente decidir que va a ganar un Premio Nobel y la posibilidad de que comprar este libro te lleve a ganarlo es tan remota como la posibilidad de que leer Golf a mi manera, de Jack Nicklaus, haga que una persona gane el Abierto de Estados Unidos”, se sincera en el prefacio.
Para entonces, no obstante, el lector ya está enganchado con la posibilidad de intentarlo.
Sonriente y afable, recién recuperado del Covid-19 -una enfermedad que su legado científico ha ayudado a combatir-, Doherty habla, en videollamada, sobre la reciente traducción al español que la editorial Grano de Sal ha hecho de su primer esfuerzo como autor.
Publicado originalmente en 2005, el libro combina el ensayo de divulgación científica, las memorias y lecciones de un investigador exitoso, un anecdotario pleno de humor sobre la parafernalia y rituales del Premio Nobel y, sí, una suerte de guía para llegar a lo más alto del reconocimiento internacional.
Es, también, un texto que discute con seriedad, pero sin engolamiento, sobre la cultura científica y de cómo ésta se desarrolla en el mundo de la investigación de primer nivel.
“Creo que, como el libro se trata mucho sobre la forma básica en la que opera la ciencia y qué es lo que hacen los científicos, que trata de hablarle a la gente sobre cómo funciona la ciencia, eso en realidad no cambia”, dice sobre la vigencia de su obra.
Desde la fecha de su publicación, la tecnología y el internet han modificado enormemente el panorama de la investigación en el mundo, pero la esencia de la cultura científica permanece y está igualmente amenazada por los fundamentalismos y el negacionismo.
“Hemos pasado por un increíble periodo de locura y pareciera que, al menos en Estados Unidos, hay un nivel sustancial de personas que se han vuelto completamente chifladas. Es un mundo muy extraño en el que vivimos”, dice Doherty sobre la era de la “posverdad” y las fake news de Donald Trump.
En su guía para ganar el Nobel, el autor advierte a los futuros galardonados sobre la enorme responsabilidad que se adquiere con el gran público cuando el jurado sueco falla a favor de un científico, con lo que esto representa en la reducción del tiempo para investigar.
Desde 1996, Doherty ha pregonado con el ejemplo y se ha convertido en uno de los más vocales promotores de la ciencia y sus valores, migrando de plataforma en plataforma y, como expone cándidamente en su texto, tropezando y aprendiendo a comunicar sobre la marcha.
“Tengo más de 100 mil seguidores en Twitter, algo que no me convierte en una Kardashian o algo así, pero es bastante para un científico”, celebra, sin falsas modestias.
El camino de la divulgación científica, explica, es uno comúnmente cuesta arriba y que, en ocasiones, tiene pocas posibilidades de éxito.
“La extrañeza y la locura, la absoluta falta de comprensión sobre lo que es la ciencia, es increíble. No sé cómo llegar a algunas personas, o si es que se les puede alcanzar de alguna forma, porque sus cabezas están llenas de estas narrativas que tienen muy poco que ver con la realidad”, lamenta.
En el libro, Doherty expone los fundamentos de la cultura científica, como la evaluación por pares, la búsqueda de la confiabilidad en los datos a partir de la experimentación, el sistema de centros de investigación públicos y privados en el mundo y, con su experiencia por delante, una historia en términos llanos, fácilmente entendibles, de la inmunología y los hallazgos que, como el suyo, han sido distinguidos en este campo con el Premio Nobel.
A diferencia de otros defensores de la ciencia, como el aguerrido y mediático Richard Dawkins, el inmunólogo descree de quienes, desde una superioridad autoimpuesta, desdeñan las posturas de algunos grupos, sobre todo los religiosos.
“Más de la mitad de las personas en el mundo son religiosas, de una forma u otra”, abunda Doherty sobre el volumen del público que se desdeña si no se propicia una conversación saludable.
“Muchas de las religiones fundamentalistas ofrecen una sensación de comunidad muy fuerte, y eso viene con un costo, por ejemplo, de tu libertad individual para pensar, pero creo que cometemos un error muy grande si demonizamos a grandes grupos de personas y si intentamos interferir con creencias positivas, porque muchas de las creencias de las grandes religiones son muy positivas y tienen que ver, en realidad, con cómo la gente puede vivir junta de forma amigable”, reflexiona.
En uno de los capítulos más reflexivos, “A través de prismas diferentes: la ciencia y la religión”, Doherty evalúa, sin medias tintas, pero también sin condescendencia, qué tanto estas dos esferas de la experiencia humana son compatibles o incompatibles.
“Creo que el extremismo y la adherencia a creencias sin sentido es peligrosa, especialmente cuando toma una forma agresiva y regresiva, como acabamos de ver recientemente con el apuñalamiento de (el escritor) Salman Rushdie”, advierte.
“(Sin embargo), muchas personas que están en estas religiones y son serias al respecto, son personas básicamente decentes. Quizá no quieras formar parte de ello, pero tienes que tratarlas con respeto. Básicamente, la vida se trata de respeto, ¿no es así? De tratar de lidiar con las personas respetuosamente”.
Pero, ¿cómo ganar el Nobel?
A continuación, algunos de los consejos que Doherty desarrolla en su libro para llegar a la cúspide de una carrera científica.
–Intenta solucionar problemas importantes y haz descubrimientos verdaderamente grandes.
–Sé realista y aprovecha tus fortalezas.
–Adquiere las habilidades básicas y trabaja con las personas adecuadas.
–Trabaja en un campo adecuado.
–Sé selectivo sobre el lugar en el que trabajas.
–Valora la evidencia y aprende a ver lo que tienes justo enfrente.
–Di la verdad.
–Evita los cargos administrativos prestigiosos.
–Cuídate y ten una larga vida
–
…Y vendrán más pandemias
Hoy convertido en un prolífico divulgador de la ciencia, Doherty comenzó su trayectoria como autor con un libro que lo mismo detalla los cocteles y cenas con los que la Academia Sueca agasaja a los ganadores del Nobel, ofrece una cronología memoriosa de cómo un estudiante de veterinaria australiano se convirtió en un influyente inmunólogo, y ofrece invaluables consejos profesionales para investigadores jóvenes.
También, por otro lado, desde 2005 ya ofrecía una advertencia de los riesgos de una posible pandemia como la que, 14 años después, azotaría al mundo.
“Teníamos ya una guía de lo que había pasado con el brote de influenza de 1918, con una población global que era menor a un tercio de lo que es ahora, con al menos 50 millones de personas que murieron”, lamenta.
“Siempre supimos y tenemos pandemias de influenza cada cierto tiempo, pero nunca, nunca, algo tan grave. Y, claro, tenemos la pandemia de VIH“, apunta.
Doherty, cuyo trabajo ha sido ampliamente usado para la creación de vacunas y medicamentos contra diversas enfermedades, incluyendo las causadas por virus, ha tomado muy en serio su responsabilidad como Nobel y, a pesar de estar retirado de los laboratorios, tomó en sus manos la divulgación científica sobre el SARS-Cov2.
Desde el inicio de la pandemia ha publicado más de 120 entradas en su blog sobre el Covid-19, al igual que videos explicando los beneficios de la vacunación y la investigación más reciente sobre medicamentos como el paxlovid que, asegura, le ayudó a sobrevivir al virus a sus 82 años.
Las señales de una posible pandemia, acentúa, fueron desatendidas por el mundo entero desde que publicó su libro en 2005.
“(Desde entonces) era muy probable que tuviéramos una pandemia mayúscula, y la señal de advertencia que probablemente no tomamos lo suficientemente en serio fue la epidemia de SARS en 2002“, expone.
Desde el 2000, explica, hay cuatro nuevos coronavirus que han pasado al ser humano, incluyendo al SARS-Cov2, un hecho que obliga a replantear diversas dinámicas sociales.
El virus que causa el Covid-19, explica, muy probablemente provino de un mercado con animales vivos, una práctica que se ha vuelto cada vez más riesgosa.
“Lo que tenemos son estos mercados de animales vivos, que han estado ahí desde siempre, que son parte de la cultura, pero lo que le hemos agregado a eso es el incremento masivo de riqueza, particularmente en el este de Asia y, con ello, grandes números de personas viajando”, detalla.
Si la ciencia, en este punto de la pandemia, ha dejado algo en claro, es que es el momento de cambiar.
“Vamos a tener más de estas infecciones, creo que no hay ninguna duda razonable al respecto. Estamos en alto riesgo ahora, a menos de que cambiemos nuestros hábitos de viaje y que esto pase rápidamente”, previene.