Carlos III heredó de Isabel II el trono británico, pero también la fortuna privada de su difunta madre, una patrimonio colosal aunque insuficiente para rivalizar con los británicos más ricos.
Una inmensa parte de la riqueza de Isabel II pasará a Carlos sin que el Estado británico reciba un centavo en impuestos de sucesión.
Pero la principal riqueza real -las propiedades de la Corona y la colección real de arte y joyas- pertenece a la monarquía como institución y, como tal, Carlos no se beneficiará de ella a título privado.
En la era de la transparencia nada obliga aún a los monarcas británicos a revelar sus finanzas privadas, sin embargo, según el Sunday Times la Reina Isabel II disponía en 2022 de una fortuna personal de 370 millones de libras (429 millones de dólares).
Esta cantidad relegaba a la monarca por detrás de la autora de la saga Harry Potter, J.K. Rowling, y de muchos aristócratas británicos, entre ellos el duque de Westminster, 27 veces más rico que ella.
«No incluimos los bienes inmobiliarios de la Corona-cuyos ingresos representan 11,500 millones de libras (13,331 millones de dólares)- en la fortuna de la Reina porque ella no los controla, al igual que la colección real de arte y joyas, de un valor de 10,000 millones de libras (11,593 millones de dólares», habían explicado en una edición anterior los autores de la «Rich List» del Times.
La monarca deja también tras de sí una importante cartera de acciones y una colección de sello que según la misma fuente asciende a 100 millones de libras (116 millones de dólares) aunque no ha sido inmune a la volatilidad de los mercados en los últimos años.
Su fortuna privada incluye asimismo el dominio real de Sandringham, joyas, coches y la herencia recibida de su madre, la Reina Isabel más conocida como «Reina madre».
Y si el Palacio de Buckingham, su residencia londinense, y el castillo de Windsor son propiedad del Estado, el castillo de Balmoral, residencia de verano de la familia real, y su casa de Sandringham, donde la familia real celebra tradicionalmente las fiestas de fin de año, eran de la Reina y serán legados a Carlos.
UN TRATO DE REY: NO PAGARÁ IMPUESTOS
Con una fortuna personal de unos 75 millones de libras (87 millones de dólares), Carlos III no figuraba hasta ahora en la lista de los mil habitantes más ricos del Reino Unido.
Pero esto va a cambiar, sobre todo ahora que el heredero recibirá un trato preferencial: a diferencia de los otros británicos que heredan más de 325,000 libras (377,000 dólares), no tendrá que pagar el 40% de impuestos de sucesión.
Este privilegio, que se remonta a 1993, está destinado a evitar que si varios monarcas murieran con pocos años de intervalo el patrimonio del Rey se volatilizara al verse reducido de 40% en cada herencia. También debe garantizar la independencia financiera del monarca respecto del Estado.
Al subir al trono, Carlos perderá sin embargo sus ingresos del ducado de Cornualles -que recibe desde 1952- un patrimonio del que se beneficia el primogénito del monarca.
Este dominio debería pasar a manos del príncipe Guillermo, pero Carlos tomará posesión de otro ducado, el de Lancaster, cuyos ingresos cubren los gastos oficiales del monarca y la familia real.
Además, Carlos dispondrá de la «concesión al soberano», la subvención anual que le paga el Estado británico y que se fija en el 15% de los ingresos generados por el patrimonio de la Corona.
Esta suma, que en 2020-2021 ascendió a 85.9 millones de libras (100 millones de dólares), incluyendo 34.4 millones (40 millones de dólares) para obras de renovación del Palacio de Buckingham, permite pagar el sueldo de los empleados del soberano, el mantenimiento y la gestión de los palacios, los viajes oficiales y las recepciones.
INGRESOS PRIVADOS
«Privy Purse» es como se denomina a los ingresos privados de la monarca, que provienen sobre todo de la finca del ducado de Lancaster, propiedad de la casa real desde la Edad Media.
Sus activos están constituidos por tierras, inversiones financieras y propiedades por un monto de más de 500 millones de libras (580 millones de dólares).
El «Privy Estate» está integrado por 315 residencias, así como locales comerciales en pleno centro de Londres y miles de acres (hectáreas) de tierras agrícolas.
Su ingreso neto en el ejercicio 2020-2021 fue de más de 20 millones de libras (23 millones de dólares). La Reina cedió parte de este monto a su familia y pagó impuestos sobre el dinero no utilizado en tareas oficiales.
«La Reina utiliza ese dinero para pagar sus gastos personales para mantener las residencias de Balmoral y Sandringham, algo muy costoso», señaló David McClure, autor de un libro sobre las finanzas de la reina titulado «The Queen’s True Worth».
Ambas residencias son propiedades privadas de Isabel II.
«También usa parte de ese dinero para subvencionar a otros miembros de la familia real que no reciben dinero público o de la «Sovereign Grant», añadió McClure a la AFP.
Entre los destinatarios de estos subsidios se encuentran su hija la princesa Ana, su hijo menor el príncipe Eduardo, y su esposa Sofía, condesa de Wessex, así como su hijo del medio, el príncipe Andrés.
Andrés ya no desempeña tareas reales y, por lo tanto, no recibirá una asignación tan generosa como en el pasado.
El Príncipe cayó en desgracia a causa de su relación con el fallecido financiero estadounidense Jeffrey Epstein, acusado de explotar sexualmente a menores antes de suicidarse en la cárcel.
PROPIEDAD PRIVADA
A pesar de que la mayoría de los palacios reales pertenecen al «Crown Estate», la Reina poseía dos residencias privadas: el Castillo de Balmoral, en el noreste de Escocia, cuyo valor estimado es de 100 millones de libras esterlinas (116 millones de dólares), y la finca de Sandringham, valuada en unos 50 millones (58 millones de dólares). Estas propiedades no se mantienen con fondos públicos.
La Reina también contaba con algunos objetos de la Colección Real a título personal, lo que incluye una colección filatélica que perteneciera a su abuelo el Rey Jorge V, tasada en 100 millones de libras esterlinas (116 millones de dólares).
La gran pasión de la monarca por los caballos de carreras también le hizo ganar más de 7 millones de libras (8.1 millones de dólares) en premios, de acuerdo a cálculos de myracing.com, aunque esto excluye el costoso mantenimiento de los equinos.
Las joyas de la Corona, valoradas en unos 3,000 millones de libras (3,500 millones de dólares), pertenecen a la Reina de manera simbólica, pero son transferidas automáticamente a quien la suceda.
EVASIÓN FISCAL
La reina estuvo implicada en los Paradise Papers, documentos secretos que fueron filtrados en 2017 sobre los intereses que tienen los ricos y poderosos fuera de sus países.
Este material fue difundido por el Consorcio internacional de periodistas de investigación (ICIJ), con sede en Estados Unidos.
Los documentos revelaron que Isabel II, a través del ducado de Lancaster, depositó 10 millones de libras (11.6 millones de dólares) en las Islas Caimán y Bermudas, territorios británicos de ultramar que son considerados paraísos fiscales.
LEJOS DE LOS TOP MILLONARIOS
Con una fortuna calculada en 365 millones de libras esterlinas (423 millones de dólares), no entró en la lista de las 250 personas más ricas del Reino Unido elaborada por The Sunday Times 2021, encabezada por el multimillonario empresario Leonard Blavatnik, con un patrimonio neto de unos 23,000 millones de libras (27,000 millones de dólares).
Su fortuna es por completo eclipsada por las de otras monarquías: la fortuna de la familia real tailandesa se estima entre 50,000 (58,000 millones de dólares) y 70,000 millones de dólares (81,000 millones de dólares), en tanto que el patrimonio del Rey saudita Salmán alcanza unos 18,000 millones de dólares (21,000 millones de dólares).