Por Fabiola Guarneros Saavedra
Divide y…
• Hay dos Morenas, los obedientes y los rebeldes, pero también suman, restan o se abstienen…
La iniciativa de reforma constitucional presentada por la diputada priista Yolanda de la Torre, que prorroga hasta 2028 la militarización del país, precipitó lo que el gobierno federal ya presionaba: el descarrilamiento de la alianza opositora, la división al interior de PRI y la fractura en el propio PAN.
La investigación contra Alejandro Moreno, el cateo a su propiedad, los interrogatorios en el aeropuerto y la solicitud de juicio político fueron estrategias de la maquinaria oficialista para debilitar y cuestionar el liderazgo. Después vino la iniciativa de Yolanda de la Torre, que fue un acto premeditado conveniente para el gobierno y el propio dirigente del PRI.
La iniciativa de la dirigencia priista de prorrogar la presencia del Ejército en tareas de seguridad conviene al Ejecutivo federal —que quiere a las Fuerzas Armadas en las calles— y de aprobarse en sus términos se evitarían los riesgos de controversias ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que la reforma presidencial a la Guardia Nacional tendrá que sortear una vez que los legisladores del PAN, PRD y MC presenten los recursos de impugnación. Y, claro, Alejandro Moreno queda bien.
Pero la conveniente salida del dirigente del PRI y el gobierno federal produjo divisiones en carambola: Primero, la “suspensión temporal” de la alianza Va por México que rompe con la moratoria legislativa, la eventual alianza electoral hacia 2024 y complica o cancela las negociaciones para las candidaturas a los gobiernos del Estado de México y Coahuila.
Segundo, la división al interior del ya agonizante PRI. La iniciativa de la diputada De la Torre necesita de la mayoría calificada en ambas cámaras. En diputados sí la tiene y hasta le sobran votos con los 277 de Morena, PT y PVEM más los 69 priistas en San Lázaro, pero en el Senado se topará con el rechazo de sus compañeros de partido.
Además, liderazgos priistas ya se organizan para forzar la salida de Alejandro Moreno de la dirigencia nacional del PRI. Ayer, el senador Miguel Ángel Osorio Chong declaró que en los próximos días un grupo de priistas pedirán al Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI adelantar la salida del dirigente del tricolor. Jaloneo que debilitará más al partido.
Tercero, la inconformidad de algunos panistas con la alianza ya se volvió hacer manifiesta. Por ejemplo el gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri González pidió romper con el PRI porque no cumplió los compromisos y faltó a su palabra. “Bajo estas circunstancias, es mi deber político y moral señalar que no es posible, ni deseable continuar con esa alianza bajo los términos establecidos”, expresó.
Y es que ayer mismo los dirigentes del PAN, Marko Cortés, y del PRD, Jesús Zambrano, afirmaron que se podría retomar la alianza Va por México con el PRI, en caso de que este partido cuente con un liderazgo que respete la plataforma común que se había firmado para evitar la militarización del país; es decir, sin Alejandro Moreno.
Cuarto. El oficialismo está tan ocupado en descarrilar a una oposición “moralmente derrotada”, que no ve la viga que trae en el ojo. Sus legisladores están divididos también.
Hay dos Morenas, los obedientes y los rebeldes que lidera Monreal, pero también suman, restan o se abstienen…
Así que no hay que invocar divorcios desde Palacio Nacional, porque no sabemos que familia política atenderá el llamado. Y el que sufre las consecuencias de esos divorcios y jaloneos de poder es el pueblo, afectado por la imparable inflación, dependiente de un raquítico apoyo “bienestar”, víctima del deficiente sistema de salud y la carencia de medicamentos, y acosado por la terrible inseguridad.